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Lisandra, qué grande eres muchacha

La ciclista cubana logró una espectacular medalla de plata en el keirin

Autor:

Norland Rosendo

LIMA.- Cuando a Lisandra Guerra le nació la medalla de oro llamada Diago quiso dejar el ciclismo para dedicarse a la larga carrera de cuidar a su hijo. Si no hubiera sido por su entrenador y sus compañeras de equipo, quienes la convencieron de que podía llevar ambas «competencias» a la vez, hoy no hubiera conquistado su quinta presea en cuatro Juegos Panamericanos seguidos.

Lisandra se ganó su pase a la final de keirin en el repechaje, y pese a que su pedigrí era de los más excelsos entre todas las pedalistas, con seis preseas mundiales, incluido un oro, la mayoría supuso que lo suyo era más historia que otra cosa y que su presencia en la discusión del título ya significaba un premio para la muchacha de Matanzas.

Sin embargo, ella no pensaba igual. «Si llegué hasta aquí, no me podía ir sin una medalla, no importa el color», comentó emocionada al término de la competencia, en la que dio muestras de que Lisandra da guerra hasta el final.

Arrancó en el puesto seis y fue buscando su posición como tenía previsto en el plan táctico, hasta que se coló en segundo lugar con un brutal embalaje demostrando, más que velocidad, potencia y corazón.

La colombiana Martha Bayona se puso la corona en una competencia que tuvo un epílogo emocionante, mientras por detrás de Lisandra entró la mexicana Yuli Paola Verdugo.

Así, volvió a ganar un pergamino plateado en la misma especialidad que en Toronto, cuando además fue plata en la velocidad por equipos con Marlies Mejías, otra estrella insular del ciclismo que espera el nacimiento de su bebé y fue de las primeras en salir en Facebook a felicitar a su «negrita» por este segundo lugar que tiene un valor especial para Lisandra.

Y si en la urbe canadiense no se colgó otra medalla fue debido a la estrepitosa caída en el velódromo cuando en los cuartos de final de la velocidad individual tocó la rueda de la mexicana Luz Gaxiola y rodó incrustándose fragmentos de madera en uno de sus brazos.

«Nunca pensé que iba a decir que una plata sería la medalla más importante de mi carrera, pero lo siento así», comentó Lisandra, quien estuvo dos años fuera del deporte y hace poco más de uno que regresó, no logró buenos resultados en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, pero no se amilanó, siguió entrenándose fuerte con constantes viajes entre Matanzas y el velódromo en La Habana.

«Por eso esta medalla significa tanto, se la dedico a mis compañeros del ciclismo, a mi familia, en especial a mi hijo que tanto extraño, no es fácil separarme de él, pero valió el sacrificio, y es también para el pueblo de Cuba, que confió siempre en mí», dijo en su diálogo con la prensa cubana acreditada a estos juegos.

Sobre la posibilidad de que este resultado le sirva de acicate para estar en Tokio 2020, la velocista descartó que pueda estar en sus terceros Juegos Olímpicos. «El nivel en el mundo es muy alto y llegar hasta aquí fue un gran sacrificio».

Lisandra comenzó su historia en Juegos Panamericanos en Río de Janeiro 2007 con plata en velocidad, cuatro años después mejoró el color de la presea en esa misma prueba y en Toronto sumó dos subtítulos: keirin y velocidad por equipos. Ahora le queda una salida más al velódromo en la velocidad. Dicen los técnicos que puede pedalear por un bronce. Pero para mí, desde ya, es oro.

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