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Todos los pasos hacia adelante

Debemos entender que la familia cubana está en transición de un modelo tradicional y patriarcal hacia uno más abierto, más democrático… un modelo emergente proyectado hacia las equidades, apunta la Doctora en Ciencias Sociológicas Rosa Campoalegre

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Los debates continúan en torno al nuevo Código de las Familias que el país somete a consulta popular hasta el próximo 30 de abril. Son profundos los análisis que los especialistas aportan, persisten algunas dudas y escépticos se muestran al margen de opinar, en muchos casos por no haber leído al detalle lo que propone este cuerpo legal.

Felizmente me encontré con la Doctora en Ciencias Sociológicas Rosa Campoalegre, quien integró el panel Mujeres con ciencia, de marzo último en la Casa del ALBA Cultural. Ella, profesora titular de la Universidad de La Habana y coordinadora del Grupo de Estudios sobre Familia en el Centro de Investigaciones Sicológicas y Sociológicas, accedió a conversar sobre el debate que se propicia y su impacto en la sociedad cubana.

«¿Cómo no va a generarse la polémica y el análisis diverso? Así debe ser y es necesario que así sea. Se evidencian entonces las diferentes visiones de nuestra sociedad y es ese el punto de partida para un buen diagnóstico de políticas familiares que no tenemos en el país, y que necesitamos, pues ahora solo contamos con políticas públicas que tributan a las relaciones familiares, y ese es otro desafío.

El Código pretende ser un retrato de la sociedad cubana y de todas las comunidades que esta engloba. Foto: Enrique González Díaz

«Lo importante, a mi juicio, es comprender que este Código, como toda ley, no es perfecto. No puede serlo porque cada legislación es imperfecta, en tanto existe en construcción permanente porque las relaciones sociales, que son su objeto de ser, existen en constante cambio».

La también coordinadora de la Cátedra Nelson Mandela refiere que el escenario actual es complejo. Debemos entender, advierte, que la familia cubana está en transición de un modelo tradicional y patriarcal hacia uno más abierto, más democrático… un modelo emergente proyectado hacia las equidades.

«Resulta complejo entonces entender las realidades familiares cubanas y el nuevo Código, precisamente, intenta “atrapar” lo que está en constante cambio como las demandas, las aspiraciones, las necesidades, los deseos, las frustraciones, las esperanzas…

«La potencialidad que percibo es, justamente, la audacia de ir tras esas relaciones y protegerlas. El nuevo Código no solo protege los derechos, sino que amplía algunos que han estado invisibilizados por mucho tiempo», agrega.

Los cuidados, las infancias y las juventudes, las relaciones parentales y los tipos de matrimonio, entre otros temas, son los más abordados en los análisis, y la pujanza de las opiniones está dada, por supuesto, por el carácter revolucionario y transformador que posee este Código, afirma.

«Es un Código que se presenta en un contexto de crecientes desigualdades, en una sociedad con relaciones sociales en tensión, cuando el desgaste de la norma jurídica anterior ya es innegable, porque aunque fue uno de los más avanzados de su tiempo, encerraba ciertas limitantes.

«Es difícil, por otra parte, satisfacer la diversidad familiar que caracteriza a este Código cuando persisten aún hegemonías de modelos familiares específicos… pero el reto es justamente ese, llevar el debate desde el entorno de la academia hacia los espacios públicos y lograr una empatía social abierta».

Preguntan algunos entonces: ¿Era este el momento para poner en vigor un nuevo Código de las Familias? Me atrevo a responder con otra interrogante: ¿Por qué no? Cuánto más deberíamos esperar si, desde el punto de vista jurídico, ya existían los fundamentos necesarios para ello. ¿Acaso no lo demandaba nuestra sociedad? ¿Por qué no lo leemos con detenimiento y nos atrevemos a descubrir cada detalle que nos beneficie desde cualquiera de nuestros roles?

El Código es imperfecto, como explicaba Campoalegre, porque las dinámicas sociales avanzan mucho más rápido de lo que pensamos. Pero no podíamos permitir que el cuerpo legal que rige asuntos tan medulares no marchara a la par de nuestra vida o al menos, un poco más de cerca. ¿Un paso hacia adelante y dos hacia detrás? No, al contrario, todos los pasos a la vez y hacia adelante.

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