Leonardo (con gorra) y Rafael (de espaldas) disfrutan el acto de la pesca. Autor: Osviel Castro Medel Publicado: 17/07/2019 | 08:12 pm
BARRANCAS, Bayamo, Granma.— El mismísimo Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez la tomó como ejemplo cuando estuvo allí en mayo último, al frente de una visita gubernamental. Entonces dijo que la experiencia de La Cascada debería extenderse a otros lugares.
Y es que en esa granja, dedicada a la cría de tilapia y perteneciente a la unidad empresarial de base (UEB) Acuipaso, no solo se aprovechan los recursos humanos, sino también los naturales en grado sumo.
«Apenas somos siete trabajadores», dice sin esconder el orgullo Leonardo Verdecia Arias, quien con 28 años de labor es fundador de la entidad y uno de sus dos criadores.
Uno de los puntos de la segunda visita gubernamental a Granma -en mayo pasado- fue La Cascada, ubicada en las cercanías del poblado bayamés de Barrancas. Foto: Estudios Revolución
«El agua donde crecen los peces llega por gravedad, viene del río Buey y vuelve a incorporarse a uno de los canales», señala para ilustrar cómo se explotan las condiciones del relieve», algo que llamó la atención del mandatario cubano.
Leonardo y Rafael Pedreira Ortiz deben «atender» cada día, en 40 pequeñas piscinas —0,12 hectárea—, a unos 80 000 animales en varias etapas de reproducción, una tarea que implica sacrificios.
«Los peces no saben de vacaciones o días feriados, por eso aquí no se descansa nunca; Rafael y yo alternamos los fines de semana para que siempre haya un criador. Es complicado, pero bonito, porque uno ve los resultados», comenta Leonardo.
Por su parte, Diuver García Ponce, jefe de granja, explica que los trabajadores —hay tres custodios y una cocinera— devengan en el mes aproximadamente 1 400 pesos y unos 40 CUC, y que de alguna forma todos practican el multioficio.
«Soñamos con que esto siga creciendo. Existe un proyecto para construir otras 40 piscinas y ojalá se haga realidad», agrega él, quien junto a su familia habita en La Cascada una vivienda que es medio básico de la Empresa Pesquera de Granma (Pescagram).
«Soy del municipio de Bartolomé Masó y estoy mudado aquí desde hace dos años; verdad que es un lugar apartado, a más de 15 kilómetros de Bayamo, pero le he cogido amor a este trabajo», sentencia.
Secretos
En estos momentos no todas las piscinas están «habitadas». Cada una tiene unas 3 000 tilapias de la denominación GIFT, de color oscuro; antes hubo rojas también. Las capturas de ambas especies —de sabor similar al pargo— son destinadas al llamado mercado interno en divisas, pero si crecieran pudieran llegar con más frecuencia a la población, que las ve, sobre todo, en las grandes ferias comerciales que se realizan en Bayamo y Manzanillo.
«Nuestra meta es seguir creciendo cada año. En 2018 logramos 39 toneladas de pescado y en este, en menos de siete meses, llegamos a 41,7. Al final debemos sobrepasar las 50 toneladas», expresa Diuver.
Pero por encima de esos números él está pendiente de la «conversión»; quiere decir, con cuántas toneladas de pienso —de importación— se obtiene una de pescado.
«Andamos por 1,9. La cifra pudiera ser mejor porque el año pasado conseguimos 1,4. Claro, hay muchos factores que influyen».
Uno de esos elementos es el tamaño con que llegan los animales al centro. «Si no vienen con 40 o 50 gramos de peso demoran más en alcanzar la talla. Aquí alcanzan, en 180 días, entre 400 y 500 gramos, aunque hemos pescado excepcionalmente tilapias de hasta nueve libras», expone Diuver.
A veces también conspira contra la cría de estos peces la lluvia intensa, que provoca arrastres y la consiguiente turbiedad del agua.
«Cuando eso ocurre es mejor aumentar el bombeo para generar más oxígeno y no alimentarlos, porque no se sabe cómo están. Lo peor de los arrastres es que les tupen las branquias a un número de animales y entonces mueren», revela Leonardo.
Por cierto, las tilapias de este centro, uno de los tres de su tipo existentes en el país, son alimentadas cuatro veces al día, desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde.
«Uno de los secretos está en que los peces no pueden reproducirse, pues en la primera etapa de vida se les suministra un alimento que les atrofia el sistema reproductivo. Así llegan aquí. Las hembras no se enamoran, no “paren” y solo se dedican a engordar», aclara Leonardo.
Para él, un viejo madrugador que no teme entrar al agua a cualquier hora del día para pescar con su red, fue acicate la visita del Presidente.
Leonardo no perdió oportunidad para mostrar la captura. Foto: Osviel Castro Medel
«He vivido aquí las buenas y las malas, desde que empezamos con el cultivo del pez gato hasta hoy. Y debo decir que estamos en el mejor momento, las condiciones de trabajo han cambiado para bien. Las palabras de aliento de Díaz-Canel nos estimularon mucho. Esperemos que vuelva para enseñarle cómo ha ido ganando fuerza La Cascada».
Un nacimiento y algunos detalles
La Cascada nació el 30 de abril de 1991 para el cultivo del pez gato, pero a principios de este siglo comenzó la cría de tilapia, aunque con técnicas menos desarrolladas. Ahora recibe una restauración que incluye reparación de las piscinas, colocación de cerca perimetral, construcción de un aula anexa a la Universidad de Granma, baños sanitarios, almacén de víveres, cuarto de vestuario y ampliación del comedor.
Las tilapias en La Cascada son alimentadas a las nueve y 11 de la mañana; y otra vez a las dos de la tarde y entre las cuatro y las cinco.
Las siglas GIFT, en inglés, significan Tilapia de Cultivo Mejorada Genéticamente. Ese mejoramiento las hace más resistentes a las enfermedades.