LA HABANA.- El fatídico 6 de octubre de 1976 es recordado hoy con indignación y dolor por todos los cubanos y en particular los familiares de las víctimas de la voladura de un avión comercial en pleno vuelo, reporta Prensa Latina.
Frente a las costas de Barbados manos terroristas respaldadas y toleradas por el gobierno de Estados Unidos arrancaron la vida a 73 personas inocentes, incluyendo la de los integrantes de un equipo de esgrima juvenil, en pleno desarrollo deportivo e intelectual.
Cuba fue nuevamente víctima entonces de grupos extremistas entrenados y dirigidos por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en territorio norteamericano.
Hace 31 años Latinoamérica y el mundo también fueron sacudidos por ese acto terrorista sin igual, tanto por su crueldad como por la inocencia de sus víctimas, que regresaban a su país en un DC-8 de Cubana de Aviación, que partió de Caracas, hacia Trinidad-Tobago y luego a Barbados.
La destreza de los pilotos resultó insuficiente aquel 6 de octubre de 1976, porque el plan de Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Hernán Ricardo y Freddy Lugo hirió de muerte a la nave para hundirse en el mar con sus 73 ocupantes, de ellos 57 cubanos, 11 guyaneses y cinco coreanos.
Con un elevado sentido de responsabilidad humana, el piloto hizo girar la aeronave hacia un lado, con lo cual evitó que impactara sobre una playa cercana. Desde las costas de Barbados, varias personas presenciaron horrorizadas cómo el avión caía.
Cinco días después del sabotaje el entonces primer ministro de Barbados, Tom Adams, declaró ante el 31 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que el desastre de un avión cubano en el Caribe fue un acto de terrorismo.
En tanto, la organización contrarrevolucionaria Comandos de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) se atribuyó la responsabilidad de la criminal acción.
Los restos de las personas que pudieron ser rescatadas fueron trasladados a La Habana y expuestos en la base del monumento situado en la Plaza de la Revolución José Martí, al tiempo que se decretó duelo oficial.
"Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla", fue la proclama del presidente cubano, Fidel Castro, ante una impresionante multitud para despedir a sus muertos y denunciar que detrás de ese crimen estaba la CIA.