L.B.: Estoy feliz porque el hombre de mi vida hoy me acompaña. El problema es que pronto se va muy lejos de mí, y aunque mi conciencia sabe que busca su futuro, mi corazón no lo entiende. Voy a sufrir. Mi felicidad es estar a su lado. Intentaré estar con él porque creo estar enamorada y no encontraré otro así. Es cuestión de tiempo. Pero ahora no sé qué hacer o pensar. Estoy cumpliendo 26 años y él 29.
Ya tienes definido esperar e intentar seguirlo a donde él vaya. Ahora toca dar lugar a ese dolor hasta que puedas aceptar el hecho de que pierdes su presencia cotidiana, y luego tal vez proyectar cómo hacer existir el vínculo en la distancia y preparar el rencuentro, si es posible. Mientras tanto intenta armar algo en ese espacio que quedará vacío por su ausencia. ¿Qué harás con tu vida? ¿Cuáles serán tus prioridades cuando él ya no esté? ¿Qué te da placer?
Él está decidiendo partir sin contar con el sentir de tu corazón. Lo más importante para él es su éxito. El rencuentro dependerá en buena medida de sus prioridades, una vez que llegue al lugar de sus sueños. Es muy común esa ilusión de perseguir un futuro «mejor» en otras tierras, dejando atrás lo que sea necesario. Algunos logran sus sueños y otros no. Suele ser un proceso difícil insertarse en otra sociedad y distanciarse de lo que aman.
Quienes quedan detrás tienen el reto de inventar sus modos de vivir prescindiendo de los que parten. Si son parejas, a veces se encuentran sustitutos y se rompe el vínculo. Otras duran hasta el momento en que se unen. ¿Qué sucederá con ustedes? Se irá sabiendo por el camino.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica