L.I: Me enamoré y casé con un hombre de extraordinarios valores humanos. Nuestras profesiones son similares y eso nos ayudó a unirnos. Durante la convivencia percibí que carece de recursos para lidiar con el trabajo doméstico y el de su profesión. Se consagra a este último, lo cual nos llevó a tener contradicciones. Él se negó a contribuir con las labores del hogar y decidió romper la relación, alegando que tiene mucho trabajo. He insistido por más de seis meses y mantiene su decisión, aunque yo creo que me quiere. Ya me estoy preguntando si debo seguir insistiendo o pasar esta página. Tengo 30 años.
Sería recomendable que dejes vacío el espacio que ocupas y ceses los reclamos. Él podrá valorar si extraña y quiere lo que abandonó.
Al parecer, mientras más insistes, más se refugia él en su trabajo. Ahora no desea la relación que le propones, con independencia del afecto que siente hacia ti. Renuncia al matrimonio y la vida hogareña que propones. Algo de eso él rechaza con la misma intensidad que tú lo ofreces.
Por paradójico que parezca, el exceso de demandas a la otra persona y la presencia absoluta a su lado, puede matar el deseo. Podría ser mejor alternar entre estar y ausentarse, entre demandar y esperar, entre dar y recibir.
Tal vez, debas analizar la razón por la cual no puedes dejar de insistirle, a pesar de haber pasado seis meses sin que él cambie de opinión. ¿Qué es lo que te mantiene en la misma posición a pesar de su distanciamiento? ¿Qué satisfacción encuentras en insistir?