A. P.: Tengo una relación con un hombre maravilloso, padre de tres hermosas niñas. Yo tengo una beba de otro matrimonio que él quiere como si fuera suya. Somos muy felices, pero a veces lo noto triste y cuando conversamos se refiere a la añoranza de sus hijas. Me dice que me ama pero ama más a sus hijas, que está indeciso, que no sabe qué hacer con su vida. La madre de sus hijas lo presiona demasiado en cuanto a la manutención de las pequeñas y cada vez que nos ve juntos impide que él vea a sus niñas. Le aconsejo buscar asesoría legal, pero él prefiere quedarse contra la pared, acorde con la exigencia de la madre de sus hijas. ¿Qué me aconsejan? No sé qué pensar.
Tendrá que admitir que su esposo se está cuestionando la decisión actual. Él tendrá que decidir si finalmente asume su vida de hoy; o si después de todo, prefiere lo que tuvo antes. Asimismo, usted puede elegir si acepta esta situación de indeterminación.
Por incómodo que resulte, esta situación forma parte del proceso de cambio en el que están inmersos. La decisión no se asume en verdad hasta que finalmente las nuevas circunstancias sean valoradas al punto de asumirlas con sus ganancias y costos consustanciales.
Está claro que él no quiere acudir a las leyes para legitimar sus derechos y deberes respecto a sus hijas. No es ese su problema fundamental. De modo que él tendrá que analizar cómo arreglárselas con esa tristeza que usted percibe, pero no puede transformar por sí misma.