Y. C.: Desde pequeña jugaba con chicos, por lo que siempre fui poco femenina. Ahora tengo una relación con un muchacho, pero descubrí, o más bien acepté, que me gustan las chicas, y estoy confundida. No sé qué hacer. Un día me siento segura y otros no sé qué me pasa. Los tabúes de la sociedad me dan miedo. Ya tengo una relación con una chica, pero aún me gusta mi novio, por lo que pienso que soy bisexual. Por favor, qué hago. ¿Me pueden ayudar? Tengo 19 años.
Te sugeriría una consulta profesional para desentrañar aquello que está en la base de tus cuestionamientos. No precipites una respuesta sin dar lugar a esos «sin saberes» que aún te habitan. Anuncian que tu respuesta es otra y aún la estás produciendo.
¿Qué es ser una mujer? ¿Se puede serlo sin ser tan femenina como se espera? ¿Acaso gustar de otras mujeres impide elegir a un hombre para amar? ¿Cómo nombrarse si ningún calificativo resulta suficiente?
Durante la adolescencia nos invaden preguntas en torno a nuestras posibles elecciones eróticas que en algún momento han de despejarse, respecto al sexo y el tipo de pareja, los medios y comportamientos sexuales preferidos, qué lugar del ser (hombre o mujer) nos resulta más pertinente. Elegimos, aun sin saberlo. Luego el reto está en ser más o menos condescendientes con nuestras preferencias, que conllevan sus puntos problemáticos. No hay un solo modo de ser mujer; siempre puede aparecer algo más perfilando el enigma y aun así es posible encarnar un modo singular de ser una mujer.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista