El herpes genital simple es la infección de transmisión sexual de mayor incidencia en el mundo y para ella no hay cura
La mejor medicina de todas es enseñarle a la gente cómo no necesitarla.
Hipócrates
El herpes genital simple (HGS) es la infección de transmisión sexual (ITS) de mayor incidencia en el mundo y para ella no hay cura. Es causada por dos tipos de virus: el tipo 1 (HSV-1) y el tipo 2 (HSV-2). En el 90 por ciento de los casos la enfermedad transcurre de manera asintomática. Luego de adquirido, el virus se mantiene presente en algunas células nerviosas de la columna vertebral.
Los síntomas más frecuentes en las mujeres son ampollas o llagas y comezón en los genitales, puntos rojos en la vulva, ganglios inflamados en la ingle, flujo o secreción vaginal y dolor al orinar. La vía de transmisión más usual es a través de relaciones coitales desprotegidas o a través de la práctica de sexo oral si tu pareja tiene herpes bucal, aunque no muestre ampollas o llagas visibles.
El herpes neonatal (HN) es adquirido por el recién nacido durante el parto si el virus está activo, aunque la madre se haya contagiado mucho tiempo antes. Resulta muy rara la infección a través de la placenta, a menos que el contagio ocurra durante el primer trimestre del embarazo.
Según la revista especializada británica Thelancet global health, uno de cada 10 000 neonatos contraen la enfermedad durante el alumbramiento. El riesgo es más alto si la madre fue contagiada en el tercer trimestre del embarazo.
El HN puede aparecer en el momento del parto o no manifestarse hasta el segundo mes, pero por lo general las lesiones se hacen visibles entre la primera y la segunda semana. Las lesiones o ampollas pueden aflorar en cualquier parte de su cuerpo.
Con frecuencia, aparecen en la zona de la piel donde el bebé tuvo alguna raspadura o irritación durante el trabajo de parto. Síntomas como somnolencia, irritabilidad, inapetencia y enrojecimiento o inflamación de los ojos, también son señales de alerta.
Si la mujer contrae el HGS antes del tercer trimestre del embarazo o incluso antes de quedar embarazada, y no presenta síntomas al romper la fuente o comenzar el trabajo de parto, podría intentar dar a luz por la vía natural, previa consulta con el equipo de obstetricia y neonatología que la atiende, pues por lo general se desarrollan anticuerpos contra el HGS poco tiempo después del contagio, y esa inmunidad se transmite al bebé por medio de la placenta. En cambio, si hay una erupción o síntomas de un brote inminente cercano a la fecha de parto, es preferible practicar una cesárea.
Alrededor del diez por ciento de los casos de HGS ocurren después del nacimiento, y pueden resultar tan peligrosos como el herpes contraído durante el parto. Algunas medidas profilácticas muy sencillas ayudan a evitarlo. Toda persona que toque al bebé se debe lavar las manos antes.
No permitir que ninguna visita o persona que ayude en el cuidado con herpes labial bese, acaricie o tenga en brazos al bebé. Cualquier tipo de herpes puede ser peligroso para un recién nacido, incluso el labial. Tampoco le cortes las uñas a tu bebé con los dientes, aunque no tengas ninguna lesión de herpes visible.
Si tienes una erupción en cualquier parte del cuerpo, cúbrela bien para evitar que roce la piel del bebé. Si tu pareja tiene HGS, no mantener relaciones coitales desprotegidas. Adquirir esta ITS durante las últimas semanas del embarazo, puede provocar el aborto espontáneo o un parto prematuro, con daños cerebrales para la criatura.
Amamantar mientras tienes un episodio de HGS no supone riesgos, siempre y cuando no tengas lesiones en el pecho. Si estas aparecen en uno de los senos, puedes amamantar con el otro. Si notas alguna llaga o ampolla en la zona genital, los glúteos, muslos, parte inferior del abdomen o la columna vertebral, pide una consulta lo antes posible para que puedan hacerte un cultivo y determinar la causa de la infección.