E. R.: Mantenía una relación con una chica que tenía su pareja. Nunca me eligió; aunque me enamoré, demostré mi amor y la esperé. Ahora está embarazada y no sabe de quién es el bebé. Su esposo fue operado hace poco para poder tener hijos. Antes de enterarme, sin que ella me comentara nada, tomé la decisión de terminar todo. Acepto la paternidad del niño con muchas ganas, pero no quiero que sea el puente para unirnos. Tampoco sé qué consecuencias traerá cuando se enteren que el padre no es el esposo. Yo la amo, aunque ya se ha apagado esa pasión que sentía. Mis amistades han hablado conmigo y creo que no volveré con ella aunque el niño sea mío. No sé si estoy haciendo lo correcto, por eso pido su consejo.
Sigues esperando una señal que ella no da. Esta imposibilidad de ser correspondido parece avivar tu ilusión. Podrías reintentarlo, pero asumiendo que tu goce te ata más que su disposición a elegirte. Supones que debes decidir sobre la situación de ella sin haber sido convocado al respecto. No te ha comentado su situación y continúa con su esposo, quien se operó para lograr este embarazo. Tal vez ella a solas dude, pero nada indica su intención de elegirte como el padre de su hijo ni su futuro compañero.
Nada apunta a que él vaya a dudar de su paternidad. Solo tú pareces interesado en saber si ese bebé podría ser tu hijo. Hay procesos médico-legales que se pueden iniciar para legitimar una paternidad no admitida por la madre. En ese caso no se trataría tanto de aceptar como de exigir el derecho de ser padre de un hijo engendrado por ti.
En este instante estás fantaseando con la posibilidad de reabrirlo todo, porque la amas. Quizá tuviste la ilusión de que ella recapacitara y te eligiera cuando en cambio profundiza el proyecto con su esposo.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en psicología clínica.