Hace 30 años se escribió el Manifiesto GNU, documento que dio vida al Movimiento de Software Libre y se ha convertido en paradigma de los programas informáticos
¿Qué tienen en común la EcuRed, la Organización Europea para la Investigación Nuclear y la Estación Espacial Internacional? La respuesta a esta interrogante se resume en dos palabras: Software Libre.
El término fue acuñado hace 30 años por el estadounidense Richard Stallman con su famoso Manifiesto GNU, documento devenido paradigma para encauzar el uso de los programas informáticos.
En 1983 Stallman se desempeñaba como investigador y desarrollador del Laboratorio de inteligencia artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, cuando enfrentó un gran dilema ético.
Algunos de sus colegas en esta división pretendían crear empresas de software privativo, algo con lo que el hacker no estaba de acuerdo. Al pedírsele que firmara un contrato de confidencialidad sobre los productos que allí se desarrollaban Stallman no solo se negó a hacerlo, sino que anunció el inicio de un proyecto para crear un sistema operativo computacional completamente libre como alternativa al por entonces pujante Unix.
Así nació, en marzo de 1985, la base de un sistema operativo denominado GNU, acompañado de un Manifiesto como fuente filosófica para los programadores, que daría paso al Movimiento del Software Libre, un camino que no ha estado exento de dificultades y dista mucho de ser el de mayor uso en el mundo de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación.
Uno de los productos más conocidos, resultado de la aplicación de esta filosofía, es GNU/Linux, el sistema operativo creado por el finés Linus Torvalds en 1992.
El Manifiesto GNU plantea cuatro principios fundamentales para preservar la independencia de los usuarios de ordenadores, conocidos como libertades.
Estas se resumen en que el software sea ejecutado y usado de todas las formas y propósitos que el usuario quiera; que puedan estudiarse, transformarse y publicarse los cambios en el programa; que sea posible copiar y distribuir libremente para «ayudar al prójimo» y que se permita mejorar el programa y hacer públicos los progresos, de modo que se beneficie a toda la comunidad.
Con estos principios Stallman ha enfrentado a las empresas de software privado, pero no en el sentido económico —en cierta medida implícito— sino en cuanto a la dependencia y restricciones a las que quedan atados los usuarios cuando utilizan software con licencias particulares.
El documento de Stallman explica cómo todo el mundo se beneficiaría de contar con sistemas operativos computacionales totalmente libres. Esta idea le ha costado ser víctima de muchos cuestionamientos durante su vida, pues sin dudas enfrenta a las grandes transnacionales del software.
Y es que Stallman fue el primero en entender que un mundo donde solo las corporaciones dominen la tecnología y controlen todos los ordenadores crea usuarios dependientes, que de alguna forma son parte de la propiedad de esas entidades.
Su «premonición» acaso ya se hizo realidad, pues corporaciones como Google, Apple, Facebook o Microsoft, esta última enemiga acérrima de Stallman, usan software privativo y brindan servicios gratuitos a cambio de la información personal de sus usuarios.
La filosofía de crear Software Libre no significa que sea gratis. El mencionado Manifiesto explica que el sistema operativo GNU no forma parte del dominio público. Aunque todos tenemos permiso para modificarlo y redistribuirlo, nadie puede romper esta cadena con software privativo.
De esta iniciativa nacieron las licencias copyleft, que le permiten a los creadores liberar sus trabajos bajo protección de derechos de autor en una forma completamente opuesta a la del copyright.
Con una licencia copyleft cualquiera puede usar, estudiar, modificar y compartir el material, pero obliga a quien lo use a compartir cualquier derivado con la misma licencia, garantizando de esta forma la libertad del contenido. Así, esta licencia protege al usuario en lugar de al autor, pero no impide que el software sea comercializado. Si tomamos, por ejemplo, Libre Office, un producto ofimático totalmente gratuito y con las mismas funcionalidades de Microsoft Office, veremos que este último es el más utilizado en todo el mundo.
¿Por qué? Las respuestas pueden ser variadas. Está el hecho de la experiencia de usuario. Una persona común necesita ante todo usabilidad, aspecto exquisitamente desarrollado por las empresas privadas.
Muchas de las aplicaciones informáticas libres son a veces «inestables», aunque en los últimos años los avances han sido considerables en este aspecto.
Igualmente existe un dominio del mercado casi total entre dos compañías: la omnipresente Microsoft con su sistema operativo Windows, y Apple con OS (aunque este último muchas veces es regalado a los usuarios).
Otro aspecto a tener en cuenta es que en la historia de la computación el software llega a manos del usuario por voluntad propia. Una industria tan joven, con poco más de cuatro décadas de existencia, ha carecido de políticas públicas fuertes que estimulen la estandarización de los programas a utilizar (por ejemplo, basados en software libre), hueco que fue llenado por Microsoft y compañías similares.
En 2007, Richard Stallman estuvo en Cuba y fue entrevistado en exclusiva por Juventud Rebelde. Entonces «San Ignucio», personaje creado por el hacker para «bendecir» los ordenadores que usen Software Libre, consideró que usar este tipo de programas es de gran importancia para el futuro de las sociedades solidarias, las que solo pueden formar este tipo de conciencia si prescinden del software privativo.
Stallman aseguró en la citada entrevista que le gustaría que no solo Cuba, sino todo el mundo migrara por completo a Software Libre. «Para eso el mayor obstáculo es la inercia social. Pero Cuba tiene experiencia en luchar contra fuertes obstáculos. Entonces puede hacerlo», dijo.
«La mayoría de los usuarios en el mundo todavía emplean el software privativo, acotó. Es triste, pero nos demuestra que aún tenemos mucho por hacer. Espero que algún día esa situación cambie. Es mi esperanza, pero debe hacerse paso a paso. Y Cuba puede darlos».
Datos del sitio web StatCounter (gs.statcounter.com), refrendados por la consultora Pingdom, indican que Cuba encabeza la lista mundial de usuarios de Software Libre, seguida por Venezuela, Uruguay y Zimbawe. Empero, los números muestran que aún hay mucho por hacer. Solo el seis por ciento de los usuarios cubanos utilizaban un sistema GNU, mientras en Venezuela la cifra se reduce al tres por ciento.
StatCounter indica que Linux y otros sistemas operativos libres son utilizados por apenas el 2,38 por ciento de la población mundial.
Con solo analizar la importancia educativa del empleo del Software Libre, vemos la necesidad de su implementación. Si un profesor desea aplicar la informática en sus clases con la mencionada suite Office de Microsoft, no podrá hacerlo si no paga las licencias para cada uno de los ordenadores presentes en su aula (o instala copias piratas del programa). Con el Software Libre no solo se elimina este problema ético-financiero, sino que puede utilizar el software como base para demostrar el valor de la colaboración y la solidaridad.
Hasta la todopoderosa Microsoft ha empezado a abrir un poco su hermético Windows (mientras se centran en la economía de servicios y no de licencias), situación que hace pensar en este sistema operativo con su código abierto en un futuro no muy lejano. ¿Llegará ese día?