Recientemente los mensajes de texto entre celulares cumplieron 20 años de existencia, y pudiera ser que no lleguen a su próxima década
El 3 de diciembre de 1992, el ingeniero británico de 22 años Neil Papworth envió desde su computadora un corto mensaje de texto al teléfono móvil del entonces director de Vodafone, Richard Jarvis, que solo decía «Feliz Navidad».
Nacía así el primer SMS, como es conocido por las siglas en inglés el Short Message Service o Servicio de Mensajes Cortos, uno de los hitos en la revolución de las telecomunicaciones que se ha vivido en los últimos años.
A pesar de su lento crecimiento al principio, cuando un año después la telefónica Nokia lanzó su móvil 2110, uno de los primeros que permitía el envío de SMS, el servicio comenzó a popularizarse rápidamente.
Según datos de la consultora Sybase, solo en 2011 se enviaron más de siete billones de SMS, cifra que Ericsson sitúa en diez billones, un incremento con respecto a números inferiores de otros años, si bien muchos expertos aseguran que este aumento puede ser pasajero, ya que apenas cumplidas sus dos décadas, los mensajes de texto están llamados a desaparecer.
Desde los comienzos de la década de los 80 muchos investigadores trabajaban en los innumerables servicios que ofrecería la plataforma GSM para los celulares, entre los cuales estaban los SMS.
El mismo Jarvis, uno de los que debió defender posteriormente la adaptación de este sistema por las operadoras de móviles, confesó a medios de prensa que nunca pensó que los mensajes de texto alcanzarían tal popularidad.
En la mente de sus creadores estaba la idea de que los SMS servirían para avisar al usuario cuando tuviera una llamada perdida o en el buzón de voz, y si acaso tendrían un uso eminentemente corporativo.
Una de sus limitantes, aseguraban, era que las condiciones de baja conectividad imperantes en aquel momento obligaron a utilizar una codificación de siete bits, la cual solo permitía mensajes de hasta 160 caracteres.
Esa síntesis impuesta fue precisamente una de las claves del SMS, pues además de servir para evitar una llamada sustituyéndola por un texto preciso, hizo que el servicio fuera mucho más barato que el tiempo de conversación, y por ende se extendiera aún más.
Según la Enciclopedia Virtual Wikipedia, en su acápite referido a los SMS, solo en 2006, uno de los años de mayor crecimiento de esta tecnología, se recaudaron por este concepto más de 80 000 millones de dólares a escala mundial.
La cifra es todavía más significativa si se tiene en cuenta que el precio medio global de los mensajes es de 11 centavos de dólar, aunque así y todo deja pingües beneficios, calculados en 90 por ciento a favor de las telefónicas, tanto por el bajo nivel de ocupación de la red, como por el hecho de que alrededor de 4 000 millones de personas envían o reciben SMS a diario, lo que indica su amplia extensión.
A pesar de ello es posible que los SMS tengan los días contados, especialmente por la extensión de otros servicios asociados con la Internet móvil y otras plataformas como WhatsApp, un sistema de mensajería instantánea para teléfonos inteligentes, que además del envío de texto, permite la transmisión de imágenes, video y audio, así como la localización del usuario y su consulta del correo electrónico.
De hecho esa aplicación utiliza la red de datos del dispositivo móvil en el que se esté ejecutando y por lo tanto funciona conectada a Internet, a diferencia de los servicios tradicionales de mensajes cortos, y ha llegado a ser tan popular que Movistar, Orange y Vodafone han decidido unir sus fuerzas para lanzar una solución conjunta muy parecida bajo el nombre de Joyn.
Todo indica que el tiro de gracia a los SMS pudiera venir de estas conexiones móviles a la red de redes, de la posibilidad de consultar el correo electrónico, e incluso mantenerse conectado a redes sociales como Facebook o Twitter a través de los celulares.
Estas últimas opciones, si bien requieren un mayor ancho de banda en la conectividad móvil, se han desarrollado y extendido tanto en el mundo, que las telefónicas se han visto obligadas a adoptarlas tarde o temprano ante la demanda creciente de los clientes, pero también porque si es verdad que requieren fuertes inversiones, también lo es que dejan grandes beneficios.
Más allá de hitos tecnológicos y facilidades comunicativas, los SMS han marcado toda una era e incluso a las nuevas generaciones, que han adoptado por su influencia una especie de lenguaje «corto» y hasta una jerga propia.
Muchos lingüistas han mostrado en varias ocasiones su preocupación por este fenómeno, al cual acusan de empobrecer las respectivas lenguas, y por ende influir de forma negativa en el aprendizaje de los más jóvenes.
Otros en cambio sugieren que se trata de convivir con la situación y adoptar estrategias alternativas, como fomentar mayores hábitos de lectura, así como la buena ortografía en el lenguaje, que no tiene necesariamente que estar reñida con la tecnología.
Una cara diferente del asunto está en quienes consideran a los SMS como un método especial de comunicación, que ha contribuido a salvar personas en situaciones de riesgo, acercar a seres queridos, comunicar a grandes masas con eventos determinados, organizar movimientos sociales e incluso es ideal para felicitar a los amigos y amores en fechas señaladas como el fin de Año.
Lo cierto es que la tecnología en sí misma no es la responsable de su mal uso, sino que, por el contrario, bien aplicada puede ser de una alta utilidad.
Sin embargo, no faltan quienes la usan sin tener en cuenta que, más allá de las bondades, su incorrecta aplicación puede acarrear molestias a las personas, como sucede con quienes se dedican a recopilar números de celulares para después inundarlos con múltiples mensajes promocionales.
Esta práctica, que se ha extendido mucho en Cuba en los últimos años, y que es usada lo mismo para anunciar un concierto que un restaurante, en ocasiones se vuelve muy molesta, ya que interrumpe al propietario del móvil con mensajes no deseados, en ocasiones a las horas más insospechadas.
Lo más fastidioso es que muchas veces uno no visualiza la forma de detener este bombardeo mensajístico, y se pregunta una y mil veces de dónde obtuvieron el celular propio quienes se dedican a esa práctica.
Esa situación requiere que se apliquen con más rigor las medidas de preservación de la privacidad de los usuarios de la telefonía móvil, y a su vez se garantice el derecho que tienen las personas de decidir qué SMS reciben.
Regular el mal uso de una tecnología no se trata de eliminarla de un plumazo, como a veces se interpreta incorrectamente, pues también es un servicio que bien aplicado puede ser muy útil, como lo demuestran las múltiples opciones que ofrece el sitio www.entumovil.cu para acceder a diferentes informaciones a través de los SMS.
Igualmente deberán irse abriendo espacios y nuevas posibilidades de conectividad a través de los móviles, como los ya existentes MMS o Multimedia message Service, que permiten el envío entre celulares de pequeños archivos multimedia.
Esas facilidades, si bien requieren inversiones, indican un camino en la conectividad mundial que se extiende cada día más. El positivo impacto que tienen en el desarrollo de los países, explica el porqué al final terminarán enterrando en el pasado a los actuales SMS.