Medidas al alcance de la mayoría minimizan que la combinación entre las altas temperaturas típicas del verano y la necesidad de ahorro energético puedan causar daños a los equipos de cómputo
Un fuerte pitido precedió al apagado inexplicable de la computadora, lo cual le hizo perder el trabajo adelantado.
Pero la culpa no es de la computadora; ella solo respondió a su propia seguridad apagándose, como está configurado en la mayoría de estos equipos, cuando su temperatura interna se eleva por encima de los 65° Celsius.
En ocasiones esta situación provoca daños irreparables en los componentes internos, fallando o deteriorándose, lo cual obliga a cambiarlos a un costo elevado, dado no solo por su alto precio sino por el hecho de que muchas veces estas ofertas no se encuentran disponibles de inmediato en el mercado.
Casos como el mencionado pueden ser frecuentes cuando se combinan las altas temperaturas del verano y las medidas de ahorro energético que se ha visto precisado a adoptar el país, aunque algunas acciones, al alcance de la mayoría, harían posible minimizar los posibles daños a los equipos de cómputo.
Como norma, un ordenador siempre tiene una temperatura interna entre los 12 y 25° Celsius por encima del clima ambiental, como resultado del calor que generan sus componentes. Por encima de los 65° Celsius estos equipos ya pueden comenzar a fallar.
La solución tampoco es solo «refrigerar» el local, aunque resulte lo ideal, ni esta debe ser la fórmula mágica que solucione todos los problemas. En muchas ocasiones, incluso en ambientes de temperaturas bajas, los componentes también pueden colapsar debido a la suciedad interna del gabinete o de ellos mismos, que impide un correcto flujo de aire por el interior de la PC.
Además, mientras más avanzado sea el equipo y mayor su velocidad de procesamiento y la cantidad de dispositivos que posea, léase desde microprocesador, tarjeta de video y memorias hasta DVD-ROM, estos generan fuentes adicionales de calor que influyen en la temperatura interna.
Fallos de componentes, aumento del ruido interior, pitidos insistentes, distorsiones de la imagen en pantalla y rendimiento muy bajo, entre otros indicadores, señalan que la computadora está sufriendo un exceso de calor y se debe apagar y ventilar adecuadamente.
Junto a los aspectos ya señalados sobre la velocidad del procesador y los dispositivos interiores, también debe tenerse en cuenta el voltaje de la fuente que utilice la máquina, el cual debe ser superior a los 250 V para manejar con la adecuada potencia todo lo instalado.
A veces la fuente de los «calentones» puede estar en algo tan simple como el polvo acumulado en las diferentes entradas de ventilación que tiene el gabinete de la máquina, en su interior y hasta en los ventiladores y disipadores de calor que esta posee.
Un problema fundamental lo constituyen los mismos gabinetes o chasis, en especial los más pequeños y vistosos de moda últimamente, pero que son por dentro un verdadero invernadero, debido a lo cual son los menos recomendables para ambientes calurosos.
El más aconsejable es aquel de diseño vertical, con la fuente colocada en su parte superior, y que dejan un amplio espacio para la circulación del aire, siempre que esta no sea entorpecida con un reguero de cables y cintas en el interior, que bien pueden agruparse con una presilla o cinta adhesiva.
El gabinete cuenta con varias aberturas para la entrada/salida del aire, la mayor parte de las veces obstruidas por el polvo, que bien pueden ser limpiadas cotidianamente con una brochita seca.
Algo similar debe hacerse con los ventiladores y fanes o disipadores instalados en la caja y aun con el de la fuente misma, que por funcionar como un colector/extractor de aire tiende a ensuciarse rápidamente.
La mayoría de las personas olvidan que el polvo actúa como un aislante térmico, ayudando a incrementar en varios grados la temperatura y contribuyendo decisivamente al colapso de la máquina.
Otra inversión mínima pero muy efectiva es agregar algunos ventiladores al gabinete e incluso al disco duro, siempre teniendo en cuenta que el voltaje de la fuente lo permita, no vaya a ser que tratando de solucionar un problema creemos otro.
Más allá de agregar nuevos, que siempre vienen bien, lo fundamental es velar por que los ventiladores instalados funcionen adecuadamente, estén limpios, y los fanes no hagan ruido o vibren en exceso.
Ante esa situación no es recomendable tratar de repararlos o aceitarlos, sino cambiarlos por otros nuevos, ya que en general su precio es bastante bajo, y comúnmente la reparación lejos de solucionar el problema lo empeora, al ser unidades selladas que una vez abiertas resultan muy difíciles de volver a armar.
En el mismo medio de la placa madre o motherboard de la computadora hay un chip generalmente grande, denominado Northbridge, el cual es uno de los componentes que más se calienta en una máquina.
Tocarlo y no lograr sostener el dedo encima de él puede ser un excelente «termómetro» que indica la elevada temperatura a la cual están trabajando el resto de los chips de la máquina, especialmente los procesadores, los que más se calientan, aunque generalmente vienen con su propio ventilador y disipador de fábrica.
Un error muy común es que los procesadores, ya sea por haber sido mal ensamblados o por abrirse una y otra vez, no tengan la cantidad suficiente de pasta térmica aislante, aplicada como una delgada capa, que algunos neófitos por desconocimiento incluso «limpian», creyendo que es suciedad acumulada.
Cuando el conjunto de chipset se calienta demasiado, uno de los indicadores más visible es el reinicio inexplicable de la máquina, así como su lenta capacidad de procesamiento, ante lo cual debe revisarse a fondo el indicador temperatura.
También el o los discos duros sufren lo suyo, especialmente los que trabajan a más de 7 200 RPM (revoluciones por minuto), y más aún si se tienen instalados varios en la computadora, pues por lo general se «pegan» demasiado entre sí, contribuyendo a aumentar el calor interno e impidiendo que sean instalados dispositivos de ventilación en ellos.
¡Ojo con los ventiladores! El aumento de su número puede traer un indeseado inconveniente: el ruido, que se hace mayor mientras más cantidad haya, aunque en su mayoría son silenciosos. No obstante, y siempre que el zumbido sea más tolerable que el de las vuvuzelas sudafricanas, este es un problemilla que vale la pena aguantar con tal de mantener la máquina aireada.
Computadoras colocadas directamente bajo el sol, arrinconadas en esquinas donde apenas circula el aire, con la parte trasera totalmente pegada a la pared, así como con papeles y plásticos encima, a los lados, delante o por detrás, que le impiden la toma de aire, son escenas cotidianas que hacen «sudar» a estos delicados y sin embargo bastante resistentes artefactos.
Otro error común es dejarles las fundas plásticas protectoras a monitores, torres y hasta el teclado, creyendo que así no cogerán polvo, lo cual no es menos cierto, pero contribuye a que no entre ventilación ninguna.
A todo lo anterior agréguele la falta de mantenimiento, el atiborramiento de los locales donde generalmente se encuentran las computadoras, así como el hecho de que permanezcan encendidas durante muchas horas sin hacer nada o usándose en ver películas o para jugar, y tendremos una fórmula mortal pero efectiva de cómo reducir sensiblemente la vida útil de estos equipos.
Una brocha para quitar el polvo, un poco de organización y un técnico preocupado con el mantenimiento y limpieza interior de las computadoras también son fuentes de ahorro insustituibles.