Entender por qué todos los rostros son diferentes y predecir algunas de las malformaciones más frecuentes, es la intención de una investigación desarrollada recientemente y publicada en la revista Science.
A partir de una pesquisa realizada con ratones, científicos del Instituto Joint Genome del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (California), identificaron pequeñas regiones de ADN que influyen en cómo se forman los rasgos faciales e intentaron descubrir cómo se insertan las instrucciones en el ADN para construir el rostro humano.
Gracias a esta labor, se identificaron más de 4 000 «potenciadores» en el genoma del ratón que parecen desempeñar un papel en la apariencia facial.
Estas secuencias cortas de ADN actúan como interruptores que activan y desactivan los genes. Los expertos identificaron cómo y dónde trabajan 200 de estos en el desarrollo de los ratones.
Los científicos también detectaron lo que sucedía cuando se retiraban tres de estos interruptores genéticos de los animales, y a través de una tomografía axial computarizada estudiaron las formas de sus cráneos.
Al comparar a los ratones transgénicos con los que no fueron modificados, los expertos descubrieron que los cambios eran muy sutiles.
Eso hace pensar a los estudiosos que esos interruptores juegan un papel en el desarrollo del cráneo y pueden afectar la apariencia de este.
Si bien la investigación se hizo en animales, los expertos aclararon que es muy probable que la cara de los seres humanos se desarrolle de la misma manera.
Según ellos, entender cómo se forma el rostro puede ayudar a deducir cuándo algo va mal en el crecimiento de los embriones y por qué, lo que luego termina ocasionando defectos de cara al nacer, que en el futuro podrían evitarse.