Investigadores del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado apuestan por el uso de esta promisoria técnica en el diagnóstico y seguimiento de enfermedades
SANTIAGO DE CUBA.— Cuba pudiera disponer en próximos años de un método complementario para realizar un diagnóstico diferencial preciso de enfermedades cerebrovasculares en sus fases iniciales, y el monitoreo de su posterior evolución, utilizando la bioimpedancia eléctrica.
El empleo de la promisoria técnica, que se fundamenta en la medición de la oposición de las células, tejidos o líquidos corporales al paso de una corriente eléctrica, aportaría una valiosa herramienta a la asistencia médica, que hoy se ve ante el reto de diferenciar temprano si una afección es isquémica o hemorrágica para elegir la terapia adecuada.
En ese empeño de disminuir la morbilidad por afecciones con una alta incidencia en Cuba y el mundo, investigadores del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado (CNEA) y la Facultad de Ingeniería en Telecomunicaciones, Informática y Biomédica, pertenecientes a la Universidad de Oriente, trabajan con instituciones de Salud santiagueras.
Técnicas imagenológicas comúnmente usadas para confirmar el diagnóstico clínico, como la Tomografía Computarizada, son imprecisas en las primeras horas tras las isquemias, y la Resonancia Magnética Nuclear (RMN), aunque con mayores potencialidades, requiere tiempo para la evaluación y está contraindicada en personas con marcapasos, implantes metálicos, claustrofobia y otras condiciones especiales.
Otros métodos, como la medición de la presión intracraneal, son invasivos y entrañan riesgos; y todos son costosos y no están siempre disponibles en las primeras 24 horas.
Frente a tales realidades, los estudios en curso del CNEA —como muestran sus publicaciones— reafirman la posibilidad de aplicar una corriente eléctrica en tejidos biológicos para medir los potenciales generados por su circulación, lo cual sería una opción de monitoreo de daños cerebrales.
Como es una técnica no invasiva de gran precisión que en un corto período de tiempo permite obtener datos fiables, abre puertas al desarrollo de un nuevo método para diferenciar de manera rápida y oportuna las variantes isquémica y hemorrágica, y por ende mejorar los pronósticos, además de facilitar el monitoreo de cambios en las propiedades dieléctricas de la lesión en su evolución hacia el estado normal durante el largo período de rehabilitación.
Convencidos de la utilidad práctica de sus confirmaciones, desarrollan la tecnología que soporte su generalización (Biocop), que incluye el equipo médico y un software de alto nivel para el procesamiento de la información, a partir de un modelo computacional de la cabeza humana basado en el método de los elementos finitos, con resultados comparables con los obtenidos a nivel mundial.
El nuevo método complementaría la alta resolución espacial de las técnicas imagenológicas y eleva a planos superiores años de estudios de la institución científica santiaguera.
Como describe con pasión el máster Antonio García Leyva, estos logros son fruto de más de 20 años de investigaciones básicas del equipo multidisciplinario de físicos, médicos e ingenieros vinculados al Grupo de Bioimpedancia del CNEA, quienes volcaron sus saberes y vasta experiencia en un gran estudio poblacional para caracterizar los parámetros bioeléctricos de más de 4 000 pacientes de la región oriental, luego de medir su composición corporal.
En esa base de datos que atesora la institución —y exhibe con el orgullo del primer gran resultado—, están los cimientos de los actuales desvelos, asevera sin tapujos el joven director de Desarrollo Tecnológico del CNEA, quien llegó al centro en 2013 en un proyecto estudiantil, y después de transitar por diferentes etapas de la mano de su mentora, la Doctora Miriam Marañón, decidió hacer su tesis de doctorado sobre este tema.
Le anima lo conseguido en hospitales santiagueros, donde la bioimpedancia ha mostrado sus bondades en especialidades médicas como endocrinología, nefrología, pediatría, cardiología y oncología, entre otras.
Así pues, ha sido aplicada con éxito en pacientes con VIH/sida para predecir descompensaciones y medir eficacia de las terapias contra el síndrome de desgaste progresivo que origina; en el monitoreo de patologías cardíacas; como predictor de evolución de pacientes oncológicos pediátricos y como referente para la prescripción y corrección de tratamiento en pacientes sometidos a hemodiálisis.
Las potencialidades de la técnica les permitieron a estos investigadores sumarse al enfrentamiento a la COVID-19 durante el último pico pandémico vivido en la provincia. Un equipo multidisciplinario del CNEA se integró al servicio de terapia intensiva del hospital militar Joaquín Castillo Duany en aquellos días difíciles, para evaluar el uso de la bioimpedancia en la identificación de predictores de la evolución de pacientes graves. Allí, el registro de alteraciones bioeléctricas, indicativo de cambios a nivel celular y molecular, fue útil pronóstico que ayudó a respaldar conductas terapéuticas y medir su efectividad.
Los resultados de la indagación, única en el país y hoy en fase final de procesamiento, son alentadores y han marcado pautas para médicos e investigadores.
Con la bioimpedancia, precisó García Leyva, también han estudiado las características eléctricas de tejidos de origen animal y preparan una tecnología que pudiera extender la indagación a humanos, buscando optimizar terapias como la ablación por radiofrecuencia (RF), en aras de minimizar daños a tejidos circundantes en tratamientos de células tumorales. Asimismo, planean introducir la técnica en la evaluación de gestantes de alto riesgo.
Pero no es esta la única línea de investigación del CNEA. Constante en el propósito de demostrar efectos terapéuticos de los campos electromagnéticos, el importante centro santiaguero —que el 16 de enero cumplió tres décadas de fecundo andar— ha conseguido desarrollar tecnologías como el Estimulador Magnético Local (NaK), equipo genérico de magnetoterapia con utilidad probada en la rehabilitación física, que obtuvo registro sanitario para el tratamiento de la psoriasis vulgar y la inflamación pélvica.
Igualmente lograron el Oncoced, destinado a la terapia electroquímica de tumores sólidos para disminuir su volumen y convertirlos en operables. Ambos resultados continúan perfeccionándose en busca de nuevas prestaciones y el aumento de su seguridad y eficacia.
Como reconocimiento al intenso quehacer científico e innovador del centro, con resultados en los tres programas priorizados para el país (salud, producción de alimentos y soberanía energética), han sido incorporados a la Comisión de Equipos, Muebles, y Dispositivos Médicos.
En esa estructura renuevan sus bríos e impulsan el modelo 03 del Estimulador magnético Local NaK, y de conjunto con el Centro de Biofísica Médica y la Empresa de Equipos Médicos (Retomed), progresan en el desarrollo de una cama magnética, para incorporarlos al paquete tecnológico destinado a las salas de rehabilitación física.
Tejer alianzas estratégicas y encadenamientos productivos abre camino a sus equipos y facilita renovar los registros sanitarios que avalen su introducción en el sistema de Salud; además de concretar la apertura de una Planta de Servicios Integrados en Ingeniería Electromagnética, que pueda contribuir con productos de alta calidad al quehacer socioeconómico cubano.
La versión 03 del estimulador mangnético local NaK, otro de los grandes logros del CNEA, ha demostrado su utilidad en la rehabilitación física.