Al ingeniero australiano David Warren debemos la existencia de las cajas negras en los aviones. ¿Cuándo comenzaron a usarse? ¿Cómo funcionan? ¿Qué queda grabado en estas? ¿Por qué no se destruyen en un accidente?
Todos sabemos que después de las vidas humanas, lo más importante que hay que recuperar en un accidente aéreo son las cajas negras del avión, las cuales tienen el propósito de registrar (grabar) las operaciones del sistema de la aeronave, para que las causas de los siniestros o las averías puedan ser descubiertas, y así prevenirlas para el futuro.
De esta forma, muchas de las respuestas del siniestro del 18 de mayo último, de la aeronave tipo Boeing 737-200, perteneciente a la compañía aérea mexicana Aerolíneas Damojh S.A. de C.V. (Global Air), en el vuelo DMJ 0972 entre La Habana y Holguín, podrían hallarse en esos dispositivos que se investigan en Estados Unidos, con la participación de especialistas cubanos, para conocer los problemas que pudo presentar el avión.
Pero a pesar de ser tan famosa, poco se habla del funcionamiento de la caja negra, dispositivo que se empezó a colocar en los aviones en la década de los 60, como respuesta al alto número de accidentes aéreos que provocó el crecimiento acelerado de la aviación comercial en los años 40 y 50.
Se trata de un invento del ingeniero australiano David Warren, quien después de investigar en 1953 el accidente de un Comet —el primer avión comercial de pasajeros a reacción—, diseñó un sistema de dos partes que evolucionó a la par de las últimas tecnologías hasta dar forma al que conocemos hoy.
Cuentan que inicialmente el Departamento de Aviación Civil de Australia despreció el místico objeto considerándolo como un invento inútil. Sin embargo, en 1958, después de que un funcionario aeronáutico británico viera el dispositivo, Warren recibió el dinero necesario para su fabricación comercial.
Entrando en el tema, lo primero que debemos apuntar es que las cajas negras como tales no son negras; están pintadas de un color naranja para facilitar su búsqueda. Lo del nombre solo es una referencia, porque cuando hay un accidente de avión, se considera un día negro para los familiares de las víctimas.
Para que la caja negra pueda realizar el registro de lo que pasa en una aeronave en el momento de un accidente, se utilizan, como ya hemos dicho, dos tipos de aparatos. Uno es el registrador de datos de vuelo Flight Data Recorder (FDR), una especie de disco duro que graba todas las operaciones realizadas por el sistema del avión. El otro es la grabadora de voz de cabina Cockpit Voice Recorder (CVR), que tiene la función de registrar las voces del piloto y el copiloto.
Estos objetos se valen de sensores para poder monitorear lo que pasa en un avión, y entre todas las características recogidas que se guardan en la memoria, está la presión, la altitud, velocidad del aire, aceleración vertical, estabilizador horizontal e incluso la posición de algunos elementos del panel de control, todas pistas muy necesarias para los investigadores de un siniestro.
Estos dispositivos están diseñados para sobrevivir a impactos absurdamente violentos: son capaces de soportar una presión equivalente a más de 3 000 atmósferas terrestres, temperaturas superiores a mil grados Celsius, colisiones a velocidades de 750 kilómetros por hora, y pueden sumergirse hasta 6 000 metros. Para proteger la memoria de los sistemas, se construyen con capas de varios tipos de materiales como aluminio, silicio y titanio, o con metales inoxidable.
¿Cómo se encuentran las cajas luego de un accidente? Para hallarlas están cubiertas con pintura brillante y cinta reflectora, y provistas de un faro localizador ultrasónico para que los encargados de recuperarlas puedan ubicarlas. En caso de que la unidad se sumerja en el agua, emite cada 30 segundos una señal que puede ser detectada a más de cuatro kilómetros.
La principal razón para que no exista un contacto permanente entre las cajas negras y un sistema en tierra es el volumen de datos. Los dispositivos actuales registran varios terabytes de información por vuelo y almacenar los datos de miles de vuelos implica una infraestructura compleja y un costo prohibitivamente alto.
Sin embargo, se está poniendo a prueba en Estados Unidos un sistema que transmitiría 30 parámetros básicos (entre ellos la posición, dirección y velocidad) a una red de satélites, que a su vez crearía un soporte en «nube» para la información más importante.
Sobre el precio de las cajas negras, varios sitios reportan que depende del modelo, pero por lo general el costo de cada uno de los dos dispositivos a bordo se estima entre los 12 000 y los 15 000 dólares. Y, según las diferentes normativas internacionales, estas deben ser sustituidas y comprobadas de forma periódica para asegurar su correcto funcionamiento.
La tecnología avanza en todos las ramas y es de esperarse que la caja negra evolucione también. Ahora se está desarrollando un tipo que funcionaría del mismo modo que la CVR, registrando todo lo que pasa en la cabina, pero en formato audiovisual, es decir, grabaría un video de lo que ocurre en el avión antes del accidente.