Un eclipse total de Sol, que se verá en Cuba como parcial, es una de las particularidades de estos meses estivales en nuestro país
Cuando las temperaturas comienzan a tornarse más calurosas de lo habitual, las jornadas se nos hacen más largas y los chubascos aislados signan nuestras tardes, no quedan dudas de que llegó el verano, la más cálida de las estaciones del año, delimitada entre el día del solsticio de verano (este año el 21 de junio a las 00:24) y el del equinoccio de otoño (previsto para el 22 de septiembre a las 16:02).
Es entonces la hora de correr a las playas y piscinas de la Isla para sofocar las altas temperaturas, de aventurarnos a explorar la naturaleza en busca de lo exuberante, para mitigar la incidencia directa de los rayos de sol, o de inundar salas de cines y teatros en busca de refrescantes ofertas culturales para disfrutar en familia.
Pero no solo en el espacio terrenal nos pueden atrapar los meses estivales con su magia. Más allá de nuestro alcance, todo un universo también experimenta cambios que son más visibles para los habitantes de nuestro país durante esta etapa. Aun cuando para los expertos en el tema esta de 2017 puede definirse como una temporada normal, de acuerdo con la actividad astronómica prevista, En Red te propone un acercamiento a uno de los fenómenos que nos trae nuestro verano astronómico.
El próximo 21 de agosto nuestro planeta será testigo de uno de los más atractivos eventos astronómicos que existen, y que podrá ser visto de forma parcial desde nuestro país en el horario de la tarde: un eclipse total de Sol.
Para acercarnos a este fenómeno que aturdió a los hombres en la antigüedad y aún desconcierta a los animales (los pájaros se van a dormir), En Red conversó con el máster Francisco González Veitía, integrante del Departamento de Astronomía del Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA) y especialista principal del Planetario ubicado en el capitalino municipio de La Habana Vieja.
Explicó que las ocultaciones totales del astro rey se producen cuando la Luna se interpone entre la Tierra y el Sol, para dar lugar a un oscurecimiento total del disco solar visto desde un punto de la faja de totalidad (área donde será visible la ocultación total del Sol). Además, ocurre a horas diferentes y es distinto desde cada lugar de observación, según esté más cerca o lejos del centro de la franja.
Como condición imprescindible para que ocurran, señaló, el Sol, la Luna y la Tierra deben formar una línea recta en ese orden, porque el diámetro del Sol es 400 veces mayor que el de la Luna, pero este se encuentra a su vez 400 veces más lejos de la Tierra, lo que permite que el Sol y la Luna se observen aproximadamente con el mismo diámetro aparente vistos desde nuestro planeta.
Secuencia de un eclipse total de Sol
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Sobre qué ocurrirá en apenas unos días, los datos astronómicos para Cuba 2017, recogidos en la Revista Cubana de Astronomía —única publicación del país dedicada en su totalidad y desde su fundación en 1982 a la ciencia de los astros—, reflejan que iniciará a las 11:46:08 y culminará a las 17:04:04 (de acuerdo con el horario de verano de la República de Cuba).
La ocultación solar será visible en su totalidad desde América del Norte, la parte meridional de América del Sur, Europa occidental, el extremo de África occidental, el extremo de Asia oriental, el norte del océano Pacífico y el norte del océano Atlántico.
La sombra de la Luna tocará la superficie de la Tierra en un punto en el océano Pacífico norte, después tierra en la costa noroeste de Estados Unidos, a la altura del estado de Oregón, y recorrerá todo el país terminando en el estado de Carolina del Sur, donde la sombra encontrará el océano Atlántico para desaparecer al sur de Cabo Verde en la tarde.
Con excepción de los territorios que crucen su faja de totalidad, acotan los expertos, el eclipse se verá de forma parcial en el resto del territorio de Estados Unidos y Canadá, y en el centro y norte de Sudamérica. Además, y tímidamente, la sombra de la Luna alcanzará a una pequeña parte del noreste de Rusia, la parte occidental de Europa y el norte de África.
En nuestro país, según los datos astronómicos para 2017 elaborados por el IGA, podrá ser visto parcialmente desde el comienzo de la tarde.
Desde Maisí, en el extremo más oriental de Cuba, a las 15:19:27, la simulación del máximo del eclipse de Sol —mayor nivel de ocultación del Sol visible desde Cuba— tendrá una magnitud de 0.769 que proporcionará un cubrimiento del 71,5 por ciento del disco solar por la Luna. Entretanto, desde el Castillo de los Tres Reyes del Morro, en La Habana, a las 14:58:25 solo podrá observarse un cubrimiento del 65,8 por ciento del disco solar debido a que, desde este punto, la fracción oculta por la Luna respecto al diámetro total del Sol es menor: 0.723.
Para explicar la incidencia de este tipo de ocultamientos del Sol en nuestro país, los especialistas en astronomía del IGA se basaron en los datos contenidos en el libro Canon de los eclipses solares, publicado en 1966 por un colectivo de autores encabezados por el astrónomo belga Jean Meeus.
Tal cual los recoge en sus páginas la Revista Cubana de Astronomía, durante los siglos XIX y XX solo fueron visibles desde el territorio nacional tres eclipses totales del astro rey, y un eclipse anular (parcial) visible el pasado siglo.
El último eclipse total de Sol observado en Cuba ocurrió el 9 de julio de 1878 y cruzó sobre la mitad occidental del país. Tendremos que conformarnos, señalan los autores de la publicación cubana, con esperar hasta el 13 de junio de 2132 para observar el próximo desde la zona oriental del país, y hasta el 28 de junio del 2299 para disfrutar del interesante fenómeno en La Habana, justo a partir de las 08:09 o de las 09:09, si estuviera vigente el horario de verano.
Durante el siglo XX fue visible en casi toda la Isla un eclipse anular en la mañana del 22 de noviembre de 1919 y otro tanto acontecerá en este siglo XXI, cuando solo podremos observar un eclipse anular el 5 de enero del año 2038 al salir el Sol, en la mitad oriental de Cuba.
Por supuesto, destacan los especialistas, los eclipses observados como parciales fueron y serán mucho más frecuentes: uno cada dos años como promedio. Incluso, algunos de ellos han sido notables por cruzar el cono de sombra cerca de nuestro país, como sucedió durante el 10 de septiembre de 1923 y el 7 de marzo de 1970. En este último fenómeno, durante la magnitud máxima se llegó a un 88 por ciento de cubrimiento del disco solar para los observadores situados en la costa noroeste de Pinar del Río.
El eclipse solar del 11 de julio de 1991 tuvo durante su magnitud máxima un cubrimiento de 71,7 por ciento en la zona del Cabo de San Antonio. El cono de sombra cruzó en esa ocasión a solo mil kilómetros de nuestras costas.
Desde finales de los 90 hasta el 2016 hemos observado varios eclipses parciales de Sol, pero solo los que ocurrieron el 26 de febrero de 1998 y el 14 de diciembre de 2001 mostraron magnitudes máximas similares o ligeramente mayores a las del eclipse del 11 de julio de 1991, en ambos casos visto el suceso astronómico desde la costa sur de las provincias orientales.
Pero Meeus y los coautores del Canon de los eclipses solares no solo brindaron las herramientas para conocer las incidencias pasadas de ocultamientos solares visibles desde el territorio nacional. A partir de sus estudios expertos del patio han estimado la visibilidad de eventos similares en los próximos siglos.
Explican los especialistas en astronomía del IGA que la periodicidad y la recurrencia de los eclipses solares se rigen por el ciclo de Saros —conocido desde la antigüedad y cuyo sistema de numeración de las series fue creado por el astrónomo George van den Bergh en 1955—, un período de aproximadamente 6,585.3 días (18 años, 11 días y 8 horas), muy útil para organizarlos en familias o series.
Cuando dos eclipses están separados por un período de un Saros, comparten una geometría muy similar: se producen en el mismo nodo con la Luna a casi la misma distancia de la Tierra y en la misma época del año. Cada serie dura típicamente de 12 a 13 siglos, contiene 70 o más eclipses y comienza con una cadena de ocultamientos parciales cerca de una de las regiones polares de la Tierra. Esta cadena producirá varias docenas de eclipses centrales antes de terminar con un grupo de parciales cerca del polo opuesto.
Los eclipses solares del Saros 145 —serie a la que pertenece la familia del eclipse del 21 de agosto— ocurren todos en el nodo ascendente de la Luna y esta se mueve hacia el sur con cada ocultación del astro rey. Esta serie comenzó con un eclipse parcial en el hemisferio norte el 4 de enero de 1639 y terminará con un eclipse parcial en el hemisferio sur el 17 de abril del año 3009. Su duración total es de 1 370,29 años.
Además de esta particularidad, sobre los ocultamientos del Sol se han hecho notables descubrimientos y pronósticos en los últimos tiempos, como los que aseguran que los eclipses totales no se producirán eternamente, pues la Luna está separándose lentamente de la Tierra producto de las fuerzas de marea. En el futuro lejano, explican, el disco de la Luna no cubrirá completamente el disco solar por lo que los eclipses de Sol serán siempre anulares.
Otros se han encargado de estudiar su frecuencia en un período determinado de tiempo, para llegar a la conclusión de que no hay ningún año sin eclipses de Sol: anualmente se producen por lo menos dos. Los años sin eclipses de Luna, sin embargo, son bastante frecuentes, ocurre aproximadamente uno cada cinco años.
También plantean que el número total de eclipses de Sol y de Luna a lo largo de un año no puede ser mayor de siete ni menor de dos. Por ejemplo, en 1935 se contaron siete eclipses: cinco solares y dos lunares. Según González Veitía, un caso similar ocurrió en 1805 y se repetirá dentro de 189 años, en 2206.
A la par de muy atractivos, los eclipses de Sol son de gran importancia para los estudios de Física Solar, la relación Sol-Tierra y la Geofísica, puntualizó el máster en Ciencias Francisco González Veitía.
Una de las ramas de la astronomía más beneficiadas con el estudio de estos eventos es la mecánica celeste, que tiene por objeto los movimientos de los cuerpos celestes en virtud de los efectos gravitatorios que ejercen sobre ellos otros cuerpos masivos.
«Como esta permite determinar con mucha exactitud los puntos del Sol que son ocultados sucesivamente por la Luna, gracias a los eclipses de Sol se puede saber con gran precisión la situación y características de distintos fenómenos solares como las llamadas regiones activas: sus dimensiones, alturas, localización, relación entre las regiones emisoras de radio ondas y las fuentes ópticas», dijo.
Entre otras ventajas, agregó, estos atractivos eventos permiten estudiar la cromosfera y la corona, hacer mediciones de la distribución del brillo en el limbo solar y sus dimensiones a partir de diferentes frecuencias de observación; hacer mediciones del contenido de ozono en la atmósfera terrestre y su relación con las radiaciones ultravioleta y X (gamma) del Sol; analizar la ionosfera y la variación de su contenido electrónico durante el eclipse, e indagar en la corona solar (los más abundantes).
«Realizar mediciones de alta precisión del diámetro solar —que también pueden ser referenciados por los contactos de inicio y final de la fase total del evento—, y permiten responder a la cuestión de si el tamaño del Sol varía con el tiempo; estudiar el espacio y la materia que rodea al Sol (posible anillo de polvo), y comprobar la teoría de la relatividad general.
«Evaluar las perturbaciones gravitatorias en el sistema Tierra-Luna, cuyo estudio permite una mejora de la precisión en las efemérides astronómicas, así como las alteraciones meteorológicas (presión, temperatura, humedad relativa, conductividad del aire) y las medioambientales (cambios en el color y brillo del cielo, aparición de las bandas de sombra, estudios de la radiación solar y su relación con capas atmosféricas).
«Asimismo, estudiar los efectos químicos en la atmósfera terrestre, ya que una parte de la radiación solar es absorbida por partículas (moléculas y átomos), que cambian sus características según sea día o noche; las reacciones y alteraciones en el comportamiento de la fauna y flora; los aspectos históricos (los eclipses han sido utilizados como elementos de datación para fechar hechos históricos) y aspectos etnográficos (leyendas, mitos y creencias en la cultura popular y local)», concluyó.
Posiciones del satélite natural de la Tierra
Luna en perigeo: punto de la órbita elíptica que recorre la Luna alrededor de la Tierra, en el que se halla más cerca de su centro:
21 de julio, 13:11:56, 361 271.046 kilómetros de distancia
18 de agosto, 09:18:28, 366 144.859 kilómetros de distancia
Luna en apogeo: punto de la órbita elíptica que recorre la Luna alrededor de la Tierra, en el que se halla más lejos de su centro:
6 julio, 00:28:10, 405 914.766 kilómetros de distancia
2 agosto, 13:54:51, 405 000.734 kilómetros de distancia
Mercurio: Podrá ser visto a baja altura sobre el horizonte hacia el oeste desde la puesta del Sol hasta que su altura sea seis grados por debajo del horizonte, aproximadamente desde el 29 de junio y hasta el 20 de agosto, siendo más brillante a principios de cada uno de estos períodos. Las mejores condiciones para su observación ocurrirán en las latitudes del sur, desde mitad de julio y hasta mediados de agosto.
Marte: Estará en una posición aparente muy cercana al Sol para su observación desde el comienzo de la segunda semana de junio, pues su conjunción con el Sol ocurrirá el 27 de julio.