Los eventos hidrometeorológicos son parte del ciclo de regulación natural de los ecosistemas del archipiélago cubano, tanto en las costas como en las montañas
Matthew desoló numerosos ecosistemas protegidos que existen en el extremo más oriental del país. Todos juegan un papel crítico en la salud ambiental de la región y constituyen una riqueza natural e histórica a preservar para hoy y el futuro.
Equipos de científicos de Guantánamo y del Centro Nacional de Áreas Protegidas evaluaban por estos días las pérdidas y daños causados por este huracán Categoría 4 allí. Serán ellos quienes ofrezcan la información local más fidedigna.
No obstante, en los últimos 20 años, cuando alrededor de 1996 recomenzó la actual etapa ciclónica activa en la cuenca del Atlántico, el Golfo de México y el Mar Caribe, muchos han sido los ciclones y los pasos de estos por los ecosistemas que con más esmero cuida la nación.
Los estudios sobre los impactos de los eventos hidrometeorológicos en áreas naturales bajo alguna categoría de protección y en otras zonas, ya son numerosos y vastos, y han involucrado a un alto número de especialistas.
Uno de ellos es el máster José Manuel Guzmán Menéndez, director del Centro Nacional de Biodiversidad del Instituto de Ecología y Sistemática, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).
Con una experiencia científica de dos décadas, en su haber está una investigación de tres años sobre los efectos de los huracanes en los bosques de manglar, y la experiencia de vida única que es ser hijo de la doctora Leda Menéndez Carrera, quien constituyó una de las mentes más lúcidas en los estudios ambientales en nuestro país.
Larga, tenaz y fructífera fue la labor de Leda, una de cuyas investigaciones emblemáticas versó sobre la adaptación de nuestros bosques, su dinámica de resiliencia, ante los efectos de los huracanes, conocimiento que también marca el hacer y el pensar de José Manuel, según nos comentaba él mismo.
—¿Cómo «enfrentan» los bosques de Cuba a los huracanes?
—Nuestros bosques son bosques de huracanes; están adaptados a ellos, están conformados por ellos, desde las costas hasta las montañas, y su recuperación tras el paso de uno es rápido; según su nivel de conservación, en seis meses pudieran restablecer su fisionomía.
«Lo más deletéreo —lo que más hace daño— es el derribo de los árboles por los fuertes vientos. La defoliación, el quedarse sin hojas, sin flores, sin frutos, es temporal. Nuestros bosques están adaptados a épocas de lluvia y a épocas de seca, por lo que están preparados para el desprendimiento de hojas.
«En 2008, cuando los huracanes por Pinar del Río, muchos hubieran pensado que la provincia se había quedado sin bosques; no fue así, en seis meses recuperaron la parte foliar».
—¿Por qué están preparados para los huracanes?
—Los bosques de Cuba tienen un dosel (la parte superior) bien definido y homogéneo para poder resistir los embates del viento. Los huracanes son aquí parte del ciclo de regulación de la naturaleza, tanto en la costa como en la montaña. Eso es algo que nos diferencia, por ejemplo, de los bosques del Amazonas, que no son atravesados por ciclones.
«La armonía de nuestros bosques para sobreponerse al efecto de un huracán solo se rompe donde hay especies introducidas, que tienen una altura superior al dosel natural, y se caen, como ocurre con las casuarinas y otras especies exóticas».
—Los huracanes pueden terminar siendo desastres para la población, para los seres humanos, pero son sucesos naturales, lógicos, digamos que hasta necesarios.
—Para la naturaleza, son varios los efectos positivos que producen, como la remoción de energía, de nutrientes, de elementos vegetales. Propician, por ejemplo, la germinación de especies de un lugar a otro, debido al traslado —por los efectos del viento— de semillas, polen o cualquier otra parte vegetativa con capacidad de reproducirse. También eliminan los individuos más viejos o los enfermos. Es decir, aceleran algunos procesos de remoción del bosque.
—¿Efectos negativos?
—Uno es la acumulación de materia orgánica, lo cual sirve de combustible para los incendios forestales, pero las áreas protegidas del país tienen bastante bien definido el plan de acción para este escenario. Otra secuela es la muerte de fauna, pero eso forma parte del ciclo natural de autorregulación.
«Los huracanes también afectan los servicios que brinda el bosque, como la calidad del agua —se enturbia, pierde ca-lidad por un tiempo—; la captura de gases de efecto invernadero; la emisión de oxígeno a la atmósfera; la polinización; la obtención de materias primas; la producción de miel...
«La magnitud de estos daños, empero, está en dependencia de cómo esté preparado el bosque, y son limitaciones temporales, hasta que el sistema se autorregule, con o sin ayuda humana».
—A mí lo que más me preocupa a corto plazo, ya que apenas faltan unos días para el inicio de la temporada seca o de pocas lluvias (de noviembre a abril), son los incendios forestales que podrían ocurrir en los próximos meses, especialmente por negligencias humanas, en zonas de las Cuchillas del Toa y dentro de ella, del Parque Nacional de Humboldt, debido a la gran cantidad de materia orgánica que ha quedado «desparramada» por aquellos lugares.
—Los huracanes dejan suficiente materia orgánica en los bosques tras su paso, y esta es el combustible ideal para los incendios forestales, por eso es tan importante la ordenación y tratamiento silvicultural del bosque. Como decía, las áreas protegidas tienen un plan de acción para estas situaciones. Esta fue una de las prioridades en Pinar del Río cuando los huracanes de 2008. Hay experiencia en cómo hacerlo.
Duramente abatidos por Matthew, los bosques caracterizan al extremo oriental de Cuba, recursos que no solo son valiosos económicamente, sino también, y primero, para la salud ambiental en la zona, la región y el país.
En 2015 la superficie cubierta de bosques en Guantánamo ascendía a 284 500 hectáreas, para el 46,7 por ciento de la superficie territorial, sin contar las aguas interiores, por lo que constituye la segunda provincia más boscosa del archipiélago. Sus bosques naturales son, además, el 79,9 por ciento del total, según se informa en la publicación Panorama ambiental. Cuba 2015. Edición julio 2016, de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (en www.onei.cu).
El Alto Oriente constituye también el segundo territorio con la mayor superficie forestal (incluye no solo bosques, sino también plantaciones), estando los municipios más afectados por el reciente huracán Categoría 4, entre los más reforestados de esa provincia, como puede observarse en la tabla.