Eventualidades como el cambio climático, elevadas temperaturas y la falta de la infraestructura necesaria pueden incidir en la salud de los más ancianos
En países como Cuba, con un marcado índice de envejecimiento poblacional, los factores medioambientales deben ser tomados muy en cuenta a la hora de desarrollar las políticas sociales y crear la infraestructura necesaria para los adultos mayores.
Sobre esta poco difundida arista de un problema tan apremiante para el país, dialogamos con el investigador Enrique Rodríguez Loeches Diez-Argüelles, del Instituto de Geografía Tropical, perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
El especialista señaló que los problemas del medio ambiente pueden incidir en la salud y el desenvolvimiento de quienes transitan por edades avanzadas, pues estas personas son más vulnerables, por ejemplo, ante eventos naturales y desastres asociados a estos.
Significó que los ancianos constituyen también un grupo de riesgo ante fenómenos como el cambio climático, que origina temperaturas cada vez más elevadas, fuertes precipitaciones, sequías y eventos meteorológicos más frecuentes como ciclones y huracanes.
El investigador alertó que en el caso de los ancianos estos acontecimientos no solo pueden ocasionarles una afectación física en su salud, sino que pueden dejarles secuelas psicológicas, pues las personas de edad avanzada se estresan y deprimen con más intensidad.
«Ante la ocurrencia de ciclones, penetraciones del mar, precipitaciones, los ancianos se tensionan más que una persona joven, pues se sienten incapacitados de poder actuar con rapidez frente al peligro», destacó.
Otro de los elementos relacionados con el entorno del anciano es la infraestructura creada en la sociedad. El estudioso subrayó que caminar por aceras rotas, sin árboles para guarecerse del fuerte calor y el sol, y la necesidad de más servicios de atención para el adulto mayor son situaciones que urge mejorar.
Se trata de crear las condiciones para afrontar el envejecimiento, desde todos los sectores y elementos del medio circundante, apuntó. Ello impone pensar también en cómo acercar los servicios médicos, gastronómicos y recreativos, especialmente en el sector urbano, que es donde se concentra la mayor parte de la población envejecida, valoró.
Por otra parte —señaló—, debemos incentivar las actividades acordes con las necesidades emocionales que puede tener una persona de la tercera edad, y hacerlo en los horarios más cómodos para ellos.
«Tenemos que pensar también en los productos de todo tipo que respondan a las características de este segmento poblacional, desde la ropa, el calzado, los perfumes, los alimentos y su cocción, servicios de peluquería y barbería, sistema de cobro…».
Es importante insistir en el respeto de los espacios en los que conviven las personas de la tercera edad, y no afectarlos con agresiones como el ruido y la contaminación, y potenciar un ambiente saludable, con parques y recursos naturales, comentó.
Destacó que en ese sentido Cuba es un ejemplo, pues tiene el privilegio de contar con programas especializados para personas longevas, como son las cátedras del adulto mayor y las propuestas de ejercicios en la comunidad, entre otros.
Insistió en que los contaminantes ambientales deben ser atendidos desde la sociedad, en una estrategia integrada que permita una ancianidad saludable y feliz.