El escritor aseguró que para el próximo verano saldrán sus poemarios Poemas nocturnos para L. y Oscuros guerreros
Terminal de Placetas, seis de la mañana, veo por encima del hombro la figura silenciosa de Pedro Llanes (Diario del ángel, Sibilancia, Icono y ubicuidad, Sonetos de la estrella rota, Balada con sinsonte, El fundidor de espadas y Del Norte y del Sur). Los pasajeros se aglomeran, intentan abordar el camión y apenas los puedo controlar con algunos pases mágicos, le hago un ademán para que me espere en la parte delantera, tengo para los próximos 30 kilómetros la seguridad de una conversación signada por el esplendor de la imagen, y por la búsqueda permanente de la cita sorpresiva. Comienzo el viaje, doy los primeros cambios y asciendo los elevados de la ciudad del centro, el pueblo que vio nacer en 1962 al poeta, ensayista y narrador, se queda atrás.
—Maese Pedro, ¿qué sedimentos persisten en tu obra de esas callejuelas desembocando en el verdor de los sembradíos?
—En una entrevista reciente respondí acerca de la provincia, acerca de la topicidad. Virgilio, Séneca, eran uno mantuano; otro de Hispania; Dante, florentino; Homero, de siete ciudades. Poe nació en Boston, Faulkner en el sur, Hemingway en Idaho, T. S. Elliot en Saint Louis. La Avellaneda había nacido en Puerto Príncipe. Milanés y Plácido no pasaban de ser unos provincianos. Ballagas, profesor de la Escuela Normal de Santa Clara, nació en Camaguey. Ahora el asunto hay que reformularlo porque las tecnologías y la hiperfluidez de las comunicaciones han cambiado todo. En lo concerniente a mercado —para quienes se interesen por el mercado— el topos no tiene importancia, sino el libro, el producto sujeto a estandarización. La casa editorial no pregunta de dónde vienes, pregunta adónde.
—¿Cómo equilibras las cargas entre los diferentes géneros?
—La poesía me interesa en la medida en que sus mecanismos sean más inestables, más sensorializados. Ella intenta la unidad a través de la pluralidad, pero su medio es el de las cosas físicas, al contrario del aserto de Poe de que «la materia en sí carece de importancia». El relato varía por constitución su finalidad (acontecimientos, personajes, trayectoria), utiliza los elementos dinámicos tensionando de alguna manera los estáticos (más presentes en la poesía). El resultado comunicativo, digamos, es más eficiente. Me gustan las diferentes posibilidades.
—En la mansedumbre familiar, aún blandiendo el caramillo provocador, ¿qué descifra ahora el copista para entregar al asombro de sus lectores?
—Para el próximo verano habrán salido mis Poemas nocturnos para L. y Oscuros guerreros (poemarios), además de una antología por Unión (aún no se ha confirmado). Este año publiqué un libro de teatro: Del Norte y del Sur. Escribo dos novelas, una de ellas para niños.
Entramos a Santa Clara, ya amanece, invito al café, pero antes quisiera para el discipulado una fragmentación de la estrella, sus lecturas y otros consejillos para resistir el olvido.
«Ahora leo a Rodrigo Fresán, Philip Dick, Gramáticas de la creación de Steiner. He traducido textos de Pilar Vélez y Vicente, Marçal Olivar, Kelly Comfort, Marina Pompei, Angelo Rizzi; El ángel y el niño, de Rimbaud, un artículo del portugués sobre las ideas antropológicas de Moisés Espírito Santo. Resulta difícil proponer nuestros conceptos y modelos como verdades. Carpentier tradujo este pensamiento de Hesse que te propongo para terminar. “Cuando se busca, ocurre a veces que solamente se busca el objeto apetecido, lo que nos impide ver cosa alguna. Buscar quiere decir ‘perseguir un fin’. Mientras que ‘saber hallar’ quiere decir: permanecer libre, quedar abierto a todo; en suma: no perseguir un fin”».
Pedro Llanes (Placetas, 1962) tiene publicados los siguientes libros: Diario del ángel (1993), Sibilancia (1996), Icono y ubicuidad (2000), Sonetos de la estrella rota (2001), Balada con sinsonte (2001), El fundidor de espadas (2003) y Del Norte y del Sur (2008). Ha sido incluido en más de una docena de antologías: Mapa imaginario, (1995); Las palabras son islas (Panorama de la poesía cubana del siglo xx) (1999); La estrella de Cuba (Inventario de una expedición) (2004); Antología de los Premios de Poesía Nosside-2004 (2004); La madera sagrada (2005). Ha publicado textos en revistas como Unión, La Gaceta de Cuba, El Caimán Barbudo, Umbral, Videncia, Ariel, Matanzas, El cocodrilo poeta (México) y Viceversa (México) y Alhucema (España). Poemas suyos han sido traducidos al italiano. Tiene varios libros inéditos. Es director de la revista Umbral y miembro de la UNEAC desde 1996. También miembro de honor de la AHS. Ha obtenido los siguientes premios: de la Crítica (1994), Frónesis (1999), Abril (1995), Calendario (1999), Sed de Belleza (1999), de Poesía de Amor de Varadero (2000), Dador (2004), Ser en el tiempo (2004), Internacional de Poesía Absoluto Nosside Caribe (2005), Fundación de la Ciudad de Santa Clara en teatro (2008) y Fundación de la Ciudad de Santa Clara en poesía (2009). Posee la Distinción por la Cultura Nacional y la Medalla XX Aniversario de la AHS.