Científicos estudian los extraños sonidos que emite nuestro planeta
Contrario a lo que se pudiera pensar, no vivimos en un planeta silencioso y pasivo. La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) detectó desde hace 60 años un silbido que se emite desde la Tierra, el cual no es audible para los humanos. Hasta ahora se desconocía la fuente que lo provocaba.
Investigadores de la Universidad de Liverpool, en Londres, Inglaterra, recientemente determinaron que el misterioso sonido lo originan las olas del Mar Caribe, según un artículo publicado en la revista Geophysical Research Letters.
Concretamente se trata de «la ola de Rossby», que viaja de este a oeste a través del Mar Caribe. El recorrido dura unos 120 días y cuando desaparece en la costa occidental, aparece en el extremo oriental para atravesar nuevamente la región.
El fenómeno fue bautizado desde hace varios años como Rossbywormhole. Pero ahora se confirmó que la masa de agua interactúa en el suelo marino, haciendo que se produzca ese zumbido.
«En lugar de encontrar un suelo marino tranquilo, descubrimos unas grandes e inexplicables oscilaciones», declaró el líder del estudio, Chris Hughes, quien agregó que el descubrimiento permite descifrar el comportamiento de los océanos ante el cambio climático, especialmente en la manera que afectan a las costas cercanas.
Todo empezó como una anomalía en los modelos de presión oceánica que llevó a los científicos a examinar con más detalle esa porción de océano comprendida entre Las Antillas al norte y Venezuela al sur. Porque el Mar Caribe presenta unas oscilaciones características que no deberían estar ahí.
Con ese propósito el equipo de Hughes utilizó modelos ya existentes y analizó las corrientes del Caribe. Rápidamente notaron que estos no funcionaban. Desconcertados, decidieron cambiar el rumbo de la investigación y resolver el enigma.
Los oceanógrafos analizaron entonces los niveles del mar y las lecturas de presión tomadas desde el fondo marino por medio de cuatro modelos diferentes de la actividad del océano durante el período de 1958 a 2013. También utilizaron información de mareógrafos y mediciones por satélite de la gravedad. Para su sorpresa, las oscilaciones no eran resultado de un error, sino que estaban sucediendo en tiempo real.
Una gran ola que se propaga lentamente hacia el oeste en el océano interactúa con el fondo marino. Solo ondas de longitudes particulares pueden sobrevivir a este proceso sin anularse mutuamente, pero estas ondas se refuerzan, produciendo una oscilación con un período de gran nitidez.
Como resultado, el agua fluye dentro y fuera de la cuenca cada 120 días. Este cambio de masa es suficiente para provocar variaciones en el campo gravitatorio de la Tierra que pueden ser medidas por satélites, afirman los expertos.
Las oscilaciones generaban un sonido muy parecido al de una vibración eléctrica, alrededor de 30 octavas más bajo que el sonido más bajo de un piano, a una frecuencia que no puede ser captada por el oído humano, pero tan poderosa que es percibida desde el espacio por el satélite Grace, de la NASA.
«Podemos comparar la actividad del océano en el Mar Caribe a la de un silbato. Cuando soplas en un silbato, el chorro de aire se vuelve inestable y excita la onda de sonido que encaja en la cavidad del silbato. Debido a que el silbato es abierto, el sonido se irradia hacia fuera, de forma que puedas oírlo», argumentó Chris Hughes.
Debido a que el Mar Caribe es parcialmente abierto, esto provoca un intercambio de agua con el resto del océano que nos permite «escuchar» la resonancia usando mediciones de gravedad.
Aparte de lo raro que resulta la idea de que un mar emita un sonido tan intenso que pueda detectarse desde el espacio, lo cierto es que el particular sonido puede ser de mucha utilidad. Sus descubridores pretenden monitorizarlo y creen que sus variaciones pueden usarse para predecir las mareas (y posibles inundaciones costeras) con más exactitud.
«Este fenómeno puede variar el nivel del mar en hasta diez centímetros a lo largo de la costa de Colombia y Venezuela, por lo que entenderlo puede ayudar a predecir la probabilidad de inundaciones costeras», subrayó el especialista.
Pequeños cambios en el nivel del mar pueden aumentar en gran medida la probabilidad de pérdidas por inundaciones. Barranquilla, en Colombia, ha sido identificada como una ciudad en la que las pérdidas por inundaciones aumentarán drásticamente con un mínimo de 20 centímetros de aumento del nivel del océano.
Los científicos creen que el «silbido de Rossby» también puede tener un impacto en todo el Atlántico Norte, ya que regula el flujo de la Corriente del Caribe, que es la precursora de la corriente del Golfo, un importante componente del motor climático del océano.
Durante años, los radioaficionados han captado un sonido que produce nuestro planeta, conocido como la «canción» o el «coro» de la Tierra. Pero nunca han podido percibirlo con suficiente nitidez.
Este murmullo radioactivo se asemeja al chasquido de un delfín o al sonido que genera una alarma lejana y fue captado recientemente por las sondas gemelas RBSP (Radiation Belt Storm Probes), de la NASA, que contienen un instrumento llamado Emfisis (Electric and Magnetic Field Instrument Suite and Integrated Science), construido por la Universidad de Iowa.
«Es más fácil escucharlo por la mañana, por lo que a veces se refieren a estos ruidos como coro del amanecer», comentó Craig Kletzing, investigador de la Universidad de Iowa y uno de los científicos que construyó el instrumento utilizado para captar el sonido.
El equipo de expertos logró confirmar que este coro no procede de ondas acústicas que se desplazan a través del aire. El sonido, en realidad, es resultado de ondas de radio que oscilan a frecuencias acústicas entre 0 y 10 kHz.
En realidad, se trata de un fenómeno electromagnético que es provocado por las ondas de plasma de los dos cinturones en forma de anillo que protegen al planeta. Los cinturones, que llevan el nombre del científico que los descubrió, James Van Allen, son áreas en las que las partículas se mueven en espiral entre los polos magnéticos.
«Así sonarían los cinturones de radiación a un ser humano si en lugar de oídos tuviéramos antenas», dijo Kletzing.
«Se cree que las ondas de radio cumplen un papel crucial en energizar los electrones que constituyen los cinturones de radiación», añadió.
Kletzing espera divulgar grabaciones estéreo del canto de la Tierra, algo sin precedentes.
Una de las misiones de las sondas gemelas es determinar si el coro es responsable por los llamados «electrones asesinos», que representan serios riesgos para los astronautas y los satélites que orbitan la Tierra.
Se cree que la mayoría de los electrones en el espacio son inocuos, con niveles de energía demasiado reducidos como para causar perjuicios a los seres humanos o a los sistemas electrónicos.
No obstante, aquellos electrones que entran en contacto con las ondas de radio del coro experimentan un gran aumento de energía que podría ser riesgoso, según una de las hipótesis que la nueva misión espera investigar.