Crecí escuchando la historia de mi abuela, quien aseguraba que en la calurosa tarde habanera de aquel 13 de marzo de 1957 buscaba las novelas radiales, como era su costumbre, y se detuvo por casualidad en Radio Reloj. Así escuchó la alocución de José Antonio Echeverría. «Cuando cortaron su voz, supe que algo muy grave le iba a pasar», pensó entonces. Y lamentablemente no se equivocó.
Ahora que se acercan las elecciones nacionales para integrar el Parlamento, estoy tratando de configurar en mis deseos el diputado que, en mi consideración, necesita la Cuba de hoy, entre tantas complejidades y complicaciones. Y sin perder nunca la esperanza.
Tengo que confesar que no conocía a Félix Elmusa, ni que Elmusa se escribe con s, por consenso familiar. No imaginaba que trabajó en el periódico El Sol, y mucho menos que fue expedicionario del Granma, ultimado por la tiranía tras el bautizo de fuego de Alegría de Pío.
La prestigiosa Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) acaba de celebrar en su sede parisina una importante conferencia mundial a la cual tituló, significativamente, «Por una internet confiable», cuyo informe central estuvo a cargo de su directora general, la francesa Audrey Azoulay.
Vamos a confiar, aunque tampoco podemos aplicar la frase: a la tercera va la vencida. Sencillamente muchas veces,lo sabe hasta el Bobo de Hatillo, las regulaciones de los precios se han ido del aire en un abrir y cerrar de ojos. O quizá, más rápido aún.
«Nunca lo pensé, no estaba en mis planes. Cuando me percaté, ya tenía cuatro semanas, y a pesar de no sentirme apta para asumir la maternidad, decidí mantener el embarazo. Sabía que con esa decisión se obstaculizarían muchas de mis aspiraciones personales, pero bueno, es mi hijo: la gran bendición de mi vida. Luego continuaré estudiando porque quiero ser estomatóloga. Mis padres me ayudarán de vez en cuando y ya tengo un “trabajito” en una paladar para contribuir a su adecuada atención».
El país, su complejidad y añoranzas, aflora por estos días en los encuentros de los candidatos a diputados con el pueblo. En el verbo revolucionario, perspicaz y de mirada de águila, que se posa en los problemas desde dos ángulos esencialmente: los que dependen de recursos materiales y los que se arrastran más bien por desorganización, dejadez o desmedida benevolencia.
Desde hace 65 años Cuba discrepa y busca alternativas a los modelos tradicionales de democracia; ha pasado página de los defensores de la ilusión de que se pueden encarar los problemas nacionales y las crisis con salidas electorales y apuesta porque la gente sienta en su vida cotidiana la utilidad de la política.
Era un hombre de frases cortas y ademanes rápidos. Lo había visto cada día maquillando la jardinería simplona de edificios multifamiliares, pero no sabía su nombre.
Por estos días hemos visto cómo los candidatos a diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular intercambian con la población en cada uno de los municipios donde resultaron nominados. Este proceso, alejado de la demagógica campaña electoral que suele darse en naciones mayormente mercantilizadas, se afinca en los principios de lo que conocemos como democracia participativa.