Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Solo 18 primaveras

Autor:

Edel Alejandro Sarduy Ponce

«Nunca lo pensé, no estaba en mis planes. Cuando me percaté, ya tenía cuatro semanas, y a pesar de no sentirme apta para asumir la maternidad, decidí mantener el embarazo. Sabía que con esa decisión se obstaculizarían muchas de mis aspiraciones personales, pero bueno, es mi hijo: la gran bendición de mi vida. Luego continuaré estudiando porque quiero ser estomatóloga. Mis padres me ayudarán de vez en cuando y ya tengo un “trabajito” en una paladar para contribuir a su adecuada atención».

Esas fueron las palabras de Gabriela, una habanera de 18 años. Su historia no es singular. Es el reflejo de un fenómeno que ha ido en aumento en la sociedad cubana durante los últimos años: los embarazos y la maternidad temprana. Según datos del Anuario Estadístico de Salud, durante 2021 nacieron 18 297 niños de madres con un rango de edad entre 14 y 19 años.

Un estudio de la Oficina Nacional de Estadística e Información corrobora que el 15,5 por ciento de los nacimientos anuales proceden de embarazos de adolescentes, a pesar de las estrategias del Sistema Nacional de Salud, el desarrollo de programas dirigidos a la juventud y el nivel de instrucción de la población sobre estos temas.

Lo paradójico es que la Mayor de las Antillas sigue siendo la nación de Latinoamérica con la tasa global de fecundidad más baja, pero este parámetro no ha descendido en las adolescentes en la misma proporción que en la población total de mujeres en edad fértil.

El embarazo en edades prematuras posee un carácter multifactorial, como demuestran investigaciones del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana y del Centro de Estudios Sobre la Juventud. Primeramente lo propicia el contexto en el cual se desenvuelven esas adolescentes, con predominio de relaciones eventuales no protegidas, fenómeno que se valida desde procesos socioculturales como el consumo de reguetón desde la infancia.

Por otra parte influyen un desajuste en los valores de la sociedad y la ausencia de relaciones intrafamiliares adecuadas, factores agravados por la falta de percepción de riesgos propia de esta etapa. También la existencia de padres jóvenes es un elemento que influye en la decisión de asumir una paternidad o maternidad temprana, pues constituyen un patrón con el que interactúan diariamente, sobre todo si esos adultos no poseen un grado de madurez suficiente para velar por el bienestar de su prole y asegurarles un futuro distinto.

Un embarazo a temprana edad acarrea consecuencias en varios ámbitos y es un cambio total en la vida de ambos adolescentes, que al convertirse en padre y madre adquieren una responsabilidad para la que no estaban listos. Generalmente, se frustran sus aspiraciones de superación (sobre todo para la muchacha) y desaparece parcial o totalmente el tiempo para la recreación y el compartir con amistades, que suelen ser prioridades en esa etapa de la vida. O sea, que renuncian a uno de los períodos más bellos en la vida del ser humano.

Además, cabe destacar que en la mayoría de los casos se produce una desvinculación escolar e iniciación en el ámbito laboral por parte de uno o de ambos, pero en empleos de poca especialización (para sustentar a esa criatura no pueden darse el lujo de escoger). Sin mencionar los cambios drásticos generados en los núcleos familiares implicados, que deben acoger al inesperado integrante.

Resulta imposible ignorar la incertidumbre en el futuro de esos bebés, sobre los cuales recaen, en la mayoría de los casos, las consecuencias de un acto inmaduro de sus progenitores. Lamentablemente, a veces no llegan a conocer a sus papás porque estos se niegan a asumir la responsabilidad por una relación que catalogan de eventual, con altos grados de alcohol y solo por una noche.

Casos como el de Gabriela pueden prevenirse con una mayor toma de conciencia por parte de los jóvenes y sus familias; encargadas de un diálogo que naturalice el conocimiento y uso responsable de múltiples métodos anticonceptivos. La comunidad, la escuela y la sociedad juegan también un rol importante. A todos nos toca velar por el bienestar de las madres y padres del futuro, para que planifiquen mejor ese momento y no desaprovechen la vida con tan solo 18 primaveras. O menos…

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