Para las naciones que se construyen a contrapelo de la herencia colonial y neocolonial, con el añadido de las formas contemporáneas del poder hegemónico, la reafirmación de la propia identidad constituye un factor determinante de supervivencia y crecimiento.
Creció casi salvajemente, enfrentando durante más de cinco años la ferocidad del clima, de la sed y de ciertas y desdeñables conductas humanas. Verlo casi muerto, ahora que se empinaba con fuerza, es un hecho muy doloroso.
Imagine que se queda solo en medio del mar. Que sus amigos no pueden ayudarle. Que no tiene cómo sobrevivir más allá de su capacidad de bracear, de respirar a pesar del hundimiento. Imagine que alguien prohibió a los demás ayudarlo, estar de acuerdo con su manera de pensar. Que solo usted defiende lo que siente y el resto, con algunas excepciones, lo incrimina, lo mira nadando contra las corrientes y sigue de largo.
África y Cuba tienen un mismo corazón que late con ritmo solidario y de amistad fraterna desde que en la Mayor de las Antillas triunfó la Revolución del 1ro. de enero de 1959, y su líder eterno, Fidel Castro, decidió, acompañado de sus compatriotas, ayudar desinteresadamente a los pueblos del llamado continente olvidado.
¿Qué ocurre cuando una mujer besa a otra mujer? ¿Cuánto importan unos centímetros en la vida de un hombre? ¿Qué rumbo toma la vida de una persona que, de pronto, pierde la visión? ¿Quién es quién en una familia de mujeres insumisas? ¿Cómo tocar detrás de la burla, el nombre de la Patria?
Seguramente Donald Trump no ha leído la historia de Abraham Lincoln, y no debe saber que este, para poder asistir a la toma de posesión como Presidente de su país, tuvo que pedir dinero prestado.
Como suele hacer cuando prepara sus clases, hace unos días mi madre instaló sobre la mesa del comedor todo un arsenal de libros y notas. Hurgando por curiosidad entre los materiales, reparo en el ensayo martiano Nuestra América. Lo tomo y releo su idea inicial: «Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal…». Y de pronto me sorprendo bebiendo el texto de un solo sorbo, una vez más.
Cuando cayó en Dos Ríos había cumplido obra de gigante. Poeta visionario, se echó sobre los hombros del cuerpo frágil la tarea de hacer patria. Desde el dolor compartido aprendió a conocer con profundidad las contradicciones de los seres humanos concretos.
Ocurre como en las profecías. Ahora que el país evalúa al detalle cada paso y maneja con guantes de seda las riendas de lo cotidiano, resulta que ya tú habías alertado: «Un error en Cuba es un error en América y en la humanidad moderna».
Más de cien veces —y no exagero— he leído la confirmación de la muerte de José Martí en Patria, semanario que él había fundado en Nueva York en marzo de 1892. Y cuando repaso una y otra vez la escueta nota publicada el 17 de junio de 1895, me perece que es mentira lo que en ella se informa.