Al despertar ante un mundo desconocido, en cuanto empiezan a tener conciencia de sí y a adquirir un rudimentario dominio del idioma, las criaturas interrogan a sus familiares inmediatos acerca del porqué de las cosas. Tan pertinaces son en su indagatoria que, a veces, resultan exasperantes. De esa curiosidad espontánea dimana la fuente original de todo conocimiento, de la aspiración a transformar la realidad, del talento innovador y de la creatividad que, a través de los milenios, nos han convertido en lo que somos.
A veces, cuando hablamos de la Cuba que amamos o de la que nos duele, caemos en el espejismo de referirnos a un país ajeno, como si no pudiésemos mover una sola partícula del entorno de nación, como si sobre nosotros gravitaran, inexorablemente, las decisiones que toman otros seres lejanos, ubicados en dimensiones intocadas.
ME plagio el título a «mí mismo»; y no ya frente al espejo, como un popular personaje humorístico televisivo, sino frente a las emergentes redes sociales, esas nuevas cofradías o «solares» de la comunicación, hasta donde me sumergí agitado por los inesperados y recientes anuncios gubernamentales en Cuba.
Cuando los acordes muy propios de la Parranda Típica de Arroyo Blanco Los Sánchez, portadora del punto cubano más antiguo de la Isla, suenan, las manos desafían la artrosis. Los dedos buscan el acomodo en la pose del violín y las melodías brotan naturales.
El Primer Foro de Gobernanza de Internet en Cuba, en mi modesta opinión, dejó claro cuatro aspectos importantes: la voluntad política del país, la capacidad cognitiva, técnica y profesional que existe, la necesidad de establecer una conducta social apropiada en las redes y que el tiempo sigue siendo el principal enemigo de estos eventos.
No se conoce otro caso de un patriota que haya creado un movimiento revolucionario conversando individualmente con cada uno de los miembros de los grupos constituidos, pueblo a pueblo, en el país que iba a liberar, y que en un año y dos meses haya organizado y entrenado a unos 1 200 hombres. Eso hizo el joven abogado Fidel Castro Ruz.
Me cuenta todo y sé que le duele hacerlo. Sus ojos se marchitan desde el mismo instante en el que comienza a explicarme qué ha pasado en los últimos días, cuáles han sido los progresos, qué es lo que le preocupa… A veces no sabe cuáles son las palabras exactas para describir esa mezcla fatal de culpa y de sensibilidad que siente al hablar del tema. No sabe qué paso, dónde faltó, cuándo…
Todo indica que no serán suficientes las comprometedoras conversaciones reveladas por el sitio The Intercept Brasil, y que demostraron lo que Lula y el PT denuncian desde hace meses: la condena al expresidente por supuesta corrupción se erige sobre un juicio manipulado y con intereses políticos, que buscó sacarlo de las elecciones de 2018 y convertirlo en cadáver político junto al Partido de los Trabajadores.