Única, irrepetible, insustituible, la persona humana tiene un valor inconmensurable por los registros de contabilidad. Defenderla a cualquier precio, considerar su protección como prioridad absoluta, constituye la expresión tangible de la definición conceptual de justicia social. Implica no solo procurar la mayor equidad posible en la distribución de bienes materiales, sino también favorecer el acceso creciente al disfrute de una espiritualidad más rica, afirmación del respeto debido a la plena dignidad del hombre. Así se traduce, también en términos concretos, la lucha emancipadora en favor de una vida, tal como lo entendieron los fundadores de la nación, nunca «en afrenta y oprobio sumido».
Asomarse a la ruta de su vida es como un choque. Saber que aquel hombre de la cama de espuma y el manjar en el plato murió en soledad y pobreza provoca inevitablemente un torbellino en los ojos o un salto en el alma.
Otra campaña sucia, irresponsable y mezquina se teje desde las redes sociales contra la Revolución Cubana. Impotentes ante la capacidad de resistencia de un pueblo que defiende y empuja hacia adelante su proyecto social, los que ordenan desde la distancia, pero carecen de valor para dar la cara, gestionan ahora nuevas operaciones en las que el centro de atención son los niños y jóvenes cubanos.
Siempre tengo que estar creando algo porque no sé cómo es que se hace para descansar, por eso decidí llenar uno de mis espacios de esta cuarentena con un proyecto sin patrocinio: armar el árbol genealógico de la familia.
«Ruptura», dicen. «Nueva etapa», escriben. Y en las aparentes simples palabras van ganchos lanzados a la cabeza que no son tan fáciles de ripostar, como a veces creemos.
Para forjar la Patria libre e independiente que tanto se anhelaba en Cuba, José Martí tenía clara la idea de que ningún método era más digno en la utopía histórica por la emancipación, que luchar a expensas de la muerte. Quizá fue esta una de las reflexiones invariables del Apóstol y también del pensamiento criollo que se hizo insurgente al poder colonial español desde octubre de 1868.
Han transcurrido seis décadas desde que la Biblioteca Nacional acogió las decisivas jornadas de diálogo de Fidel con los intelectuales cubanos. El paso del tiempo ha ido borrando de mis recuerdos muchos detalles anecdóticos, pero conservo viva la memoria de la atmósfera epocal.
Gente de Zona, Descemer Bueno y Yotuel Romero nos llaman a la rendición desde Miami. Hablan de Patria y Vida en una canción que ha empezado a circular en las redes sociales de internet, acompañados del individuo que hace apenas tres meses le pidió a Donald Trump una invasión contra Cuba. Defendiendo su espacio en las disqueras de ese enclave, que controla el ultrarreaccionario matrimonio Estefan, intentan legitimar una construcción simbólica de tinte anexionista. Vale recordar cómo construyó nuestra nación la frase que tanto temen, a pesar de sus rostros y gestos belicosos.
Cuando más apretada se ha puesto la data, Cuba jamás se ha pasado con fichas para ganar el juego por una vida digna para sus hijos. Ni se agacha para que le pasen por encima implacable, ni bota la gorda para simular lo que no es, y su opción tampoco ha sido, ni va a ser...
Suele ocurrir que en vez de despejar el horizonte para llevar a feliz desenlace una regla, algunos enredan su aplicación por patinazos sustentados en interpretaciones a la ligera o falta de alternativas al alcance de la mano.