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Con Israel al margen, Trump amarra en Arabia Saudita multimillonarios negocios

Autor:

Leonel Nodal

EL príncipe heredero saudí, Mohammad bin Salman, ofreció el martes al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, una acogida propia de un monarca, con quién suscribió acuerdos de alcance estratégico.

El magnate inmobiliario y experto showman empleó a fondo todos los recursos a mano para embolsar —a favor de Washington y su propio clan de negocios— uno de los mayores botines de la Historia.

Trump garantizó un compromiso histórico de Arabia Saudita para invertir 600 000 millones de dólares en Estados Unidos.

Para empezar, el jefe de la Casa Blanca y el príncipe heredero del reino petrolero firmaron un acuerdo de armas por valor de 142 000 millones de dólares, el más grande de la Historia. La Casa Blanca afirmó que el acuerdo de defensa incluye entrenamiento y apoyo a las fuerzas armadas saudíes.

El anuncio de los acuerdos no mencionó ninguna condición relacionada con Israel, subrayó el diario Haaretz.

Al suculento entrante se sumaron, como platos principales, otra serie de acuerdos en los sectores de energía, defensa y minería.Trump y Bin Salman firmaron, además, un acuerdo de asociación estratégica económica.

La visita a Arabia Saudita es la primera escala de una gira de cuatro días que prosigue en Catar y los Emiratos Árabes Unidos; y según The New York Times (NYT), el presidente busca, por encima de todo, acuerdos comerciales.

Se espera que Trump utilice el dominio estadounidense sobre los chips de inteligencia artificial como palanca para obtener compromisos de inversión estadounidenses de los gobiernos de la región del Golfo.

Trump dijo antes de viajar que presionaría a los líderes saudíes para que inviertan un millón de millones de dólares en Estados Unidos, algo que según los economistas, es poco realista porque equivale al producto interior bruto anual de Arabia Saudí.

Por otro lado, expertos opinan que el dominio de Estados Unidos sobre la tecnología avanzada, desde las armas hasta la inteligencia artificial, ya no es lo que era.

«La realidad subyacente es que en muchas áreas de la tecnología, incluida la defensa, donde Estados Unidos cree que es líder, nosotros ya no lo somos», dijo Chas Freeman, ex embajador de Estados Unidos en Arabia Saudita, a Middle East Eye (MEE). Por ejemplo, Estados Unidos ya no es el productor más avanzado de drones; China sí lo es. El monopolio de la tecnología avanzada que el establishment de Washington dice que debe defender ya no existe como antes, afirmó.

Según el Instituto Australiano de Política Estratégica, Estados Unidos ha estado cediendo su liderazgo en tecnologías críticas como defensa, espacio y energía a China. Un informe de agosto de 2024 señaló que entre 2003 y 2007, Estados Unidos lideró en 60 de 64 tecnologías, pero su posición se redujo rápidamente a liderar en solo siete entre 2019 y 2023, mientras que China avanzó para liderar en 57 de 64 tecnologías.

Por otro lado, existen preocupaciones en el llamado establishment dominado por el lobby sionista judío, sobre el enfoque empresarial que Trump aplica en Washington. Algunos de sus voceros se preguntan si a Trump le importa la ventaja militar de Israel, una condición que muchos miembros del Congreso, comprometidos por aportes financieros del sionismo levantan ante cualquier sospecha.

Como Trump pone las cifras de ventas por delante de las consideraciones políticas tradicionales, está irritando a sus aliados de larga data, acostumbrados a tener un veto de facto sobre las ventas, comentó MEE.

La administración Trump indicó en abril que había dejado de considerar la venta de tecnología nuclear civil a Arabia Saudita como una estrategia para persuadir a Riad de normalizar sus relaciones con Israel. En cambio, se trata de una transacción comercial que podría proporcionar a las empresas estadounidenses una parte de los 80 000 millones de dólares que, según los expertos, costaría el programa nuclear del reino.

Lo mismo ocurre con la venta de cazas F-35 a Arabia Saudita.

El extravagante mandatario parece dispuesto a burlar todos los prejuicios y aceptar un avión de lujo que le ha ofrecido como regalo presidencial la familia real catarí para usarlo como el nuevo Air Force One.Según el NYT, posiblemente el mayor regalo extranjero jamás recibido por el gobierno estadounidense.

«El plan plantea importantes problemas éticos, pero Trump declaró que solo un "estúpido" rechazaría semejante oferta», comentó el diario neoyorquino.

Aunque parezca increíble, algo anda mal entre Trump y Netanyahu.

A juzgar por lo que dicen algunos de los medios mejor informados de Israel, el primer ministro de la entidad sionista se ha ido de rosca con el presidente de Estados Unidos.

Todo indica que el extremismo de Netanyahu y sus aliados ultraortodoxos de derecha, como el líder del Partido Religioso Sionista Bezalel Smotrich entorpecen cada vez más los planes de Trump para la región de Oriente Medio.

Tampoco se debe olvidar que Estados Unidos ha sido el principal impulsor de la creación de Israel, tras la victoria de la Segunda Guerra Mundial. Washington logró imponer la partición de Palestina a su gusto y el establecimiento de una entidad de autodefinición religiosa, amamantada por una emigración europea y el capital anglo estadounidense.

Si algo prueba la desconexión entre Trump y Netantyahu ha sido la liberación por parte de Hamas el lunes del último rehén israelí-estadounidense vivo, Edan Alexander.

A juicio de comentaristas israelíes, existe una clara brecha entre los dos líderes en un número cada vez mayor de cuestiones clave, tal como lo advirtió en octubre pasado J. D. Vance, el actual vicepresidente de Estados Unidos.

El presidente estadounidense también parece cada vez más en desacuerdo con el primer ministro por la inminente escalada intensa de los combates en Gaza aprobada por el gabinete y la determinación de la coalición de no poner fin a la guerra.

El acuerdo de tregua que Trump alcanzó con los hutíes, sin avisar a Israel, apenas dos días después de que un misil lanzado por los yemeníes aliados de los palestinos impactara en el aeropuerto Ben Gurion, obligando a la mayoría de las aerolíneas extranjeras a huir, sin que hayan regresado, provocó una profunda incomodidad en el gobierno.

Por otro lado, Trump ha declarado categóricamente que un acuerdo con Irán «va a suceder», haciéndose eco de la mentalidad de Vance en octubre y a pesar de la preocupación de Netanyahu sobre los términos.

La perspectiva de un acuerdo para ejecutar un programa nuclear civil en Arabia Saudita, al que se opone Israel, sin la menor perspectiva de un acuerdo de normalización de relaciones entre Riad y Tel Aviv evidencia que algo anda muy mal entre Trump y Netantyahu.

Cómo anticipó Vance, los intereses estadounidenses e israelíes no siempre coincidirán. Evidentemente, señaló el diario Times of Israel, ya no coinciden del todo en lo que respecta a Gaza, los hutíes ni, lo que es más preocupante, en lo que respecta a Irán; no para un presidente estadounidense impaciente por poner fin a las guerras, que lidia con un gobierno israelí dominado por expansionistas de extrema derecha.

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