Lo que debería ser excepción se mantiene como signo negativo en el comercio cubano actual: demasiados establecimientos niegan el derecho al cliente de usar las plataformas de pago electrónico. Y lo más lamentable es que sucede con impunidad pasmosa.
Para cada No hay un pretexto. Desde los verosímiles hasta algunos que sugieren una sonrisa para evitar reacciones bruscas después de caminar y caminar en busca de un bien o servicio y que te espeten que solo cobran en efectivo.
Y hay un detalle que deja entrever la existencia de violaciones: a partir del atardecer aumentan los comercios que rechazan el pago digital. ¿Será porque a esa hora hay menos inspectores en la calle?
Sé que hay estadísticas sobre la cantidad de sanciones aplicadas por violar lo establecido en ese sentido, pero dichos datos todavía no han tenido el impacto deseado. Al menos, en La Habana.
Siguen los «el dueño no está»; «ahora hay dificultades con la conexión»; «tenemos problemas con el Transfermóvil o el Enzona»; o los tajantes: «Aquí solo operamos con dinero en efectivo» o «aceptamos transferencia, pero con X (casi siempre diez) por ciento por encima del costo».
Son algunos ejemplos de las respuestas más comunes para evitar las transacciones sin billete físico de por medio.
Detrás de esas posiciones se esconden negocios ilícitos y evasiones fiscales, además de malestares a la población, obligada a largas colas en los insuficientes cajeros automáticos o dilatadas gestiones para acceder al efectivo en sucursales bancarias.
En el ordenamiento necesario e imprescindible para asegurar un sistema comercial eficiente, seguro y beneficioso para todas las partes, requiere total prioridad este tema, que además tiene implicaciones mayores para la economía cubana debido a las tensiones con la disponibilidad de efectivo para garantizar los flujos monetarios.
Y prioridad quiere decir mayor severidad con los incumplidores. Hace poco viajé a Nicaragua por cuestiones de trabajo y allí me explicaban las implicaciones que tenía para cualquier actor económico violar el fisco. «No levantas cabeza nunca más, con eso no juegan», me graficaban.
De un lado, los funcionarios públicos deben seguir insistiendo en el control, aumentar las inspecciones y aplicar lo estipulado para quienes cometan infracciones; del otro, los clientes también tienen la responsabilidad de exigir sus derechos, denunciar a quienes se los nieguen y recibir los beneficios existentes para las transacciones electrónicas.
En su cuenta de Telegram, el Banco Central de Cuba publicó el número telefónico 80022622 para denunciar irregularidades en los servicios de pago digitales.
Tampoco es lo mismo enviar el dinero a una tarjeta privada que hacerlo mediante pago en línea, mecanismo que otorga una bonificación al cliente. Dicho en palabras claras: usted ahorra dinero; sí, ese que muchos no saben cómo estirar a fines de mes en medio de una inflación que sigue sin tendencia a la baja.
Y lo otro, a mi juicio más importante: el peso que deje de ingresar al fisco implica menos presupuesto estatal para satisfacer los servicios públicos, como Salud, Educación, Deporte, Cultura... Se dice todos los días, pero no siempre se asume esa responsabilidad social.
El Estado resulta más solvente si recauda los tributos eficientemente, y los beneficios de esos montos son para todos los habitantes, sin distinción de ningún tipo, ni siquiera de ingresos personales.
Podrá crecer la lista de sancionados, pero la percepción popular es que muchos negocios están por encima de la ley en lo que a aceptar pago electrónico se refiere. Y eso en estos tiempos resulta muy perjudicial para la economía personal y la del país.