Las palabras que acaban de nacer en el Parlamento cubano corren imparables por la tribuna de la calle, matizadas por diversos criterios de modos de interpretar el ahora mismo y los caminos hacia un horizonte, dibujado por cada cual a su manera, pero eso sí, mayoritariamente con la Revolución y con ese espíritu perspicaz y potente de jinete mambí.
En los comentarios que transcienden en intercambios personales y en entrevistas predominan el «hablaron apegado a la realidad», y que la estrategia para ir hacia delante implica, como allí se expresó, desafíos y retos ante los cuales estamos obligados a estimular nuevas ideas y realizar las transformaciones que sean necesarias. Lo peor sería la inercia. ¡Sin dudas!
Así afloran las expresiones sobre lo acertado de reconocer los problemas que generamos nosotros mismos, arraigados en añejísimas deficiencias; el hecho de escuchar más al pueblo, una práctica de Fidel que sería fatal descuidarla, el vínculo con las comunidades, y de estar los responsables en el vórtice de los problemas y no a una distancia kilométrica, y siempre con la verdad a mano, sin titubeos e inventos que desacreditan.
Satisfacción ha causado la renovación del Parlamento con muchas caras jóvenes, unas más conocidas que otras, evidencia de que a allí se llega por méritos y nunca por mera popularidad.
Sobre nuestro Presidente proliferan los comentarios aprobatorios que aprecian su modo de aquilatar en su justa medida las opiniones, aunque en ocasiones no se coincida, pero con una respuesta adecuada, explicando la estrategia para progresar. E incluso, en qué se utilizan las cuentas del Estado y los por qué. Tampoco hay para más y cómo, sin milagros bajo la manga, se impone preservar ese sistema digno y humano que busca ser más próspero.
La gente le reconoce a Díaz-Canel la entrega, el empeño y su capacidad para aglutinar, exigir. Le expresan su pesar, pues por todo lo que sabemos bajo su mandato ha sido imposible avanzar a mayor prisa y sabe que le sirve a Cuba con pasión, compromiso, sin desgano… como acaba de reiterar él este 19 de abril.
La reacción positiva y hasta de suspiro se entiende perfectamente. Se ha convocado a un extra en todos los sentidos, pero no hacia un viaje a lo desconocido, debido a que mirando bien es muchísimo lo hecho por la Revolución, independientemente de todo lo que falta por hacer.
Hay un párrafo de su medular discurso en la Asamblea que, especialmente, pienso, atrapa lo que toca realizar de un modo sencillísimo y contundente: Ahora, concentrémonos en lo que nos toca y podemos hacer, incluso atados de pies y manos. Para pensar y trabajar juntos, pasando por encima de esas condiciones que no podemos cambiar.
Revertir la actual situación pasa por hacer cada cual lo que le corresponde con eficiencia y ser tan exigente consigo mismo como se suele ser con los demás.
Si nos quitáramos de encima esos añejos patinazos de inadecuado control, unido a una dañina benevolencia, estaríamos muchísimo mejor en todos los sentidos, que resultan palabras de mucho peso. ¡De acuerdo, respetable!