Por la forma en que algunos cubanoamericanos se expresan en español, cualquiera pudiera pensar que son medio bobos. Pronuncian dicir, hablal, celebro por cerebro, etc., pero cuando hablan en inglés uno se da cuenta de que son tremendos «lámparas» y que de bobos no tienen ni un solo pelo. El perfecto ejemplo de ese tipo de persona lo es el «flamante» presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano, el señor Robert Menéndez. Quien lo escuche hablar en español se puede llevar una impresión muy equivocada del personaje.
Menéndez, quien es hijo de padre y madre cubanos, nació en Nueva York pero se crió en Union City, una pequeña ciudad de Nueva Jersey que, desde mucho antes del triunfo de la Revolución en 1959, ya estaba llena de cubanos emigrados que habían venido a Estados Unidos en busca de una mejor vida. Bob, como lo conoce todo el mundo, desde muy jovencito estuvo metido en la vida pública. A los 20 años fue electo miembro de la Junta Escolar de la ciudad, comenzando así una larga carrera en la política y comenzando también una larga carrera de problemas y escándalos.
Cuando dejó lo de la Junta Escolar, el travieso Bob comenzó a trabajar como ayudante del alcalde de Union City, William Musto, con el que desarrolló una profunda amistad. Tan intensa fue, que muchos decían que Musto era como un padre para él. Parece que, al pasar el tiempo, las cosas no le fueron muy bien al alcalde y a sus ayudantes, ya que estaban enredados, hasta el cuello, en problemas de corrupción y gansterismo.
En el juicio que se llevó a cabo en contra de Musto, la estrella de los testigos en su contra fue, nada más y nada menos, que el controversial Menéndez. ¿Qué le habrán ofrecido los agentes federales a Bob para que testificara en contra de su protector y guía? Lo más probable es que fuera inmunidad, si no carece de sentido que se prestara a testificar en contra de alguien que lo había acogido como un hijo. Menéndez tiene que haber sabido mucho como para ayudar a que su jefe fuese a parar con sus huesos en la cárcel.
Conociendo como se conoce ahora que el personaje no es ningún santo varón, no hay quien pueda creer que sirvió como testigo solamente porque quería acabar con la corrupción en su ciudad. Por aquella época se corrió el rumor de que el hoy senador estaba metido hasta el cuello en las acciones del alcalde y que para poder salvarse de parar tras las rejas, le tocó hacer el papel de Judas en la obra teatral de Nueva Jersey.
Cuatro años después del juicio, Bob Menéndez fue electo alcalde de Union City. Si era verdad que estaba enredado en la corrupción y el gansterismo, fue algo así como haber nombrado al conde Drácula administrador de un banco de sangre. Aunque nunca fue acusado formalmente por la justicia, mucho se hablaba y se comentaba por aquel tiempo sobre Menéndez y sus oscuras relaciones.
Lo cierto es que a este hombre, mientras ha ido pasando de cargo en cargo, siempre se le ha visto relacionado con algún escándalo. Hay que recordar aquello que dice que cuando el río suena, es porque piedras trae. El último de los escándalos está en el candelero hoy. Él fue reelecto al Senado en noviembre pasado, pero desde unos meses antes de las elecciones venía escuchándose que se encontraba en problemas por su relación con un oculista dominicano que reside en el sur de la Florida, que es su amigo personal y uno de sus mayores contribuyentes.
Las oficinas del médico fueron allanadas por agentes federales, que se llevaron con ellos decenas de cajas de documentos en busca de pruebas para encausarlo por fraude al servicio de salud, el llamado Medicare.
Menéndez reconoció que hizo al menos tres viajes a Santo Domingo en el avión privado del oftalmólogo, y que dos de estos habían sido por asuntos privados. Después de haberse divulgado por internet que en esos viajes el senador había tenido relaciones sexuales con prostitutas, algunas de ellas menores de edad, fue que él declaró haberle pagado casi 60 000 dólares al médico por concepto de los viajes, y que no lo había hecho en los momentos en que viajó por falta de tiempo, además de olvido. Parece que Bob Menéndez padece de algún tipo de amnesia. ¿Quién le puede creer eso al senador?
Menéndez es un enemigo jurado de Cuba, a la cual ha acusado de todo lo peor. Recuerden que, en su época, quiso hacer ciudadano americano al niño Elián para que no fuera a reunirse con su padre. Esperemos que, por motivo de este último escándalo, por lo menos sea removido de su nuevo cargo como Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, desde el cual puede hacerle mucho daño a Cuba y a su pueblo.
*Periodista cubano radicado en Miami