Estas madres, en medio del temor, comprendieron mejor que nunca la importancia de la lactancia materna para la salud, porque su aplicación les pudo evitar la amarga experiencia que viven.
En el Hospital Infantil José Luis Miranda, de Santa Clara, hubo que ingresar a niños, casi todos menores de seis meses, que comenzaron con diarreas en sus casas y llegaron a deshidratarse, o presentaron infecciones respiratorias o sepsis urinaria.
Contra esas enfermedades resulta una garantía la lactancia materna y, sin excepción, ninguno de los ingresados la recibía, debido al abandono precoz de esa práctica que asumen en la actualidad muchas madres.
Es incomprensible que haya mamás que no la apliquen, de manera exclusiva, hasta los seis meses, y luego complementaria hasta los dos años, razona la doctora Belkys Lorenzo González, jefa del Programa Materno Infantil en Villa Clara.
A diferencia de lo que muchas piensan, la lactancia a libre demanda del niño tampoco deteriora los senos, más bien contribuye a que sean más saludables, aunque sí exige una mayor entrega de ellas en la crianza.
La falta de la leche materna determina que el organismo esté inmunodeprimido y, consecuentemente, disminuye sus defensas, quedando más sensible a los padecimientos.
Luego hay menores que para resolver los problemas causados por la dolencia mantienen una larga estadía hospitalaria. Y esto implica días de tensión para la familia y del personal médico, además de los gastos en que incurre la institución.
Cuando ocurren la deshidratación u otras complicaciones, a las madres que abandonaron la lactancia les sobreviene un sentimiento de culpa que las lacera y solo desaparece camino a la casa con el hijo recuperado.
Casi siempre la atención médica logra que el desenlace no resulte fatal, pero ¿por qué exponer a los niños a un riesgo para sus vidas?