Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Fidel y su ingreso a la historia

Hace ocho décadas el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz ingresó a la Universidad de La Habana. Entre sus muros y espíritu de lucha, donde se hizo revolucionario, quedó impregnado para siempre, en cada generación, el ejemplo rebelde del líder histórico de la Revolución

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

Escalón por escalón asciende un joven inquieto a la majestuosa Universidad de La Habana. Es 4 de septiembre de 1945. Frente a sus ojos desprovistos aún del carácter revolucionario, un Alma Mater con los brazos abiertos lo cautivaba, mientras, a su espalda, toda una ciudad como reflejo de la Isla, veía pisoteada por la corrupción y el crimen las esperanzas más elementales.

Aquel país no era el sueño martiano y mucho menos lo que deseaba un pueblo digno. Eran tiempos convulsos donde, los contrastes y la ebullición de lucha marcaban entonces a La Habana y su única universidad en toda la geografía nacional. Sin embargo, el empuje desde dentro siempre era insuficiente para el cambio radical.

Fidel, que provenía de la educación jesuita en el Colegio de Belén, irrumpió por la Escalinata en medio de ese contexto para adentrarse, afortunadamente, en el corazón de la Revolución. Fue un primer ascenso de 88 escalones hacia la conciencia y la formación del líder que marcaría, de manera irremediable, los destinos más luminosos que conocemos.

Su espíritu, ciertamente, no se radicalizó de inmediato, porque, como reconociera el Comandante en Jefe muchos años después, llegaba a la Universidad con «un pensamiento ávido de ideas, pero también de deseos de conocer; un espíritu tal vez rebelde, lleno de ilusiones, de ilusiones no puedo decir revolucionarias, habría que decir lleno de ilusiones y de energía, también posiblemente de ansias de lucha».

El joven que cambiaría el curso de nuestra historia de sometimiento, se inspiró en la justicia para dar a amor, para devolverle la fe a millones. No por casualidad el destino final de la Escalinata lo llevó en 1945 hasta la Facultad de Derecho. Allí, entre anchas columnas y ajetreo de lucha, radicalizó su formación ideológica y se declaró, desde la conciencia, como un revolucionario.

Poco a poco a Fidel le resultaba imposible la parquedad política dentro y fuera de los muros universitarios. ¿Cuántas veces como estudiante no ascendió la Escalinata, luego de aquel 4 de septiembre, para mostrar su liderazgo cargado de rebeldía, e incluso, a prueba de balas?

En el Alma Mater de Mella, de José Antonio... alcanzó el Comandante un escalón superior, pues, según escribió el 27 de enero de 2015 en mensaje a los universitarios: «En esa universidad (...) me hice marxista-leninista y adquirí los valores que sostengo y por los cuales he luchado a lo largo de mi vida».

Rodeado por paredes y plazas de clamor juvenil, el Líder cubano fue descubriendo su verdadero destino, ese que le deparó años de luchas, acción coherente y que no se detuvo con la hidalguía de proclamar junto a millones una Revolución Socialista en las narices del imperio. Su destino, que continúa siendo hoy nuestra esperanza, lo ha llevado siempre a ascender, una y otra vez, la escalinata del tiempo, de la sobrevida.

 

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