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La Controversia del siglo en versión abeja

Con un montaje íntegramente en versos, en el que se imbricaron la actuación, el canto y el baile, el taller Los Meñiquitos de La Colmenita recreó  un momento cimero del repentismo cubano

Autor:

Cecilia Meredith Jiménez

Se termina la presentación y comienza un nuevo ajetreo. Unos revolotean vestidos de abejitas, otros encarnan los mambises y los demás exhiben sus trajes de españoles. En sus rostros se notan todavía los nervios y la euforia del espectáculo. Pese a que el cansancio se siente, predominan las sonrisas. Algunos disfrutan lo mismo actuar que cantar, que bailar; otros se decantan más por una manifestación en específico. Sin embargo, en todos se nota el disfrute en lo que hacen, la emoción se hace palpable en sus rostros.

A Guillermo López Cardona (Guille), director de Los Meñiquitos, se le nota ajetreado, pero feliz, como sus pupilos. Acaba de presenciar La Controversia del siglo según La Colmenita Los Meñiquitos, el espectáculo más complejo que ha montado con esta pequeña colmena. «La idea original y la concepción del guion fueron de Alex Díaz Hernández. Ha sido un privilegio tenerlo como parte del equipo, porque desde que llegó se ha convertido en guionista, codirector, asesor y para mí ha sido un aliciente.

«Alex ha sido una piedra angular en esto, al igual que todos los padres, que me ayudaron mucho con sus criterios. Con los niños trabajamos durante casi mes y medio para llegar a este estreno», comenta a Juventud Rebelde, tras el estreno de una función en la que el teatro, la música y la poesía se confabularon para revivir, desde la mirada de los más pequeños tal acontecimiento.

A siete décadas del diálogo poético considerado como el de mayor concurrencia y repercusión en la historia de Cuba, cuyos protagonistas fueron Jesús Orta Ruiz y Ángel Valiente, numerosas fueron las actividades que se organizaron para celebrar este hito de la improvisación en décimas, y ese espectáculo —uno de los más especiales por el importante suceso— se produjo el jueves último en el teatro de la Biblioteca Nacional.

La puesta en escena fue una inyección de cubanía. Los textos en su totalidad fueron escritos en versos y se utilizaron distintos tipos de estrofas (décimas, cuartetas, coplas y redondillas). El argumento tiene como trasfondo la historia patria y recrea escenas del popular personaje de dibujos animados e historietas Elpidio Valdés, que este 2025 cumple 55 años de creado.

La función se perfeccionará para su segunda presentación, el 27 de septiembre, en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, durante el 4to. Encuentro internacional de improvisación poética Oralitura Habana. Y de seguro también será fabulosa, porque, para Guille, esta obra ha representado una forma de educar a los niños en el arte del repentismo.

«Imagínese, desde la tropa del general Resóplez, de España, y la de Elpido Valdés, de los mambises, recordar la Controversia del siglo. Ello ha sido un reto, pero también un honor, un orgullo que desde los niños se recuerde y se demuestre que la historia no se puede perder. Cuando la historia sale desde los niños llega más al alma, llega más al corazón de todos los que la están presenciando, y eso es muy bonito», dijo.

Abejas felices

Para Luciano Borboña Hernández y Alex Daniel Rojas de La Grana, ambos con diez años, actuar en La Controversia del siglo… se sintió bien. Para el primero fue una linda experiencia, porque lo hizo acompañado de sus mejores amigos. Se sintió cómodo con los textos que le tocaron y percibe que el hecho de estar estudiando, además, en la Escuela de Improvisación Poética Indio Naborí le aportó para que asumir su personaje fuera más fácil.

El segundo afirma que los muchos días de ensayo valieron la pena, pues todo quedó muy bonito. Asimismo, reconoce que en La Colmenita ha aprendido mucho, como, por ejemplo, a ser más respetuoso y educado.  

Esta función contribuyó a que Emily Vera Bermúdez (nueve años) conociera el personaje de Elpidio Valdés. En tanto, Samantha Camacho Contreras (11 años) expresa que ella antes veía mucho ese animado, luego dejó de verlo y, cuando le dijeron que iban a hacer esa obra, lo retomó para asumir mejor su personaje.

Esta última y Jessica López Naranjo (14 años) insisten en que todos están muy contentos con el resultado de la función, que ha sido la más compleja y completa que han hecho, porque tenía bastante texto y lo que normalmente montan en el taller son canciones. Asimismo, cuentan que fue duro, ya que a última hora casi todos los personajes se enfermaron y entonces tuvieron que volver a repartir y aprenderse los textos.

No obstante, disfrutaron mucho el proceso y, aunque fue su primer acercamiento al repentismo, esperan que esta experiencia se repita muchas veces más. Idea que igualmente comparten Isabella Gutiérrez Carillos (seis años) y Alan Rodríguez Serrano (siete años), quienes desean además poder presentar esta puesta en otros lugares o teatros, para rememorar el gozo que experimentaron al actuar y ver cómo el público aplaudía y se regocijaba.  

Por su parte, Alexa Díaz Hernández (tres años), una de las más pequeñas del taller, dice que le gusta mucho recitar poemas y que hace videos para las redes sociales con la ayuda de sus padres, lo cual la ha ayudado para la interpretación de personajes, a pesar de ser tan pequeña.

Y Antoinette Díaz Ramírez (seis años) tímidamente expone que La Colmenita la ha enseñado a cantar, a bailar, a hacer el bien, a ser más responsable y disciplinada, y que fue lindo representar a los mambises, porque estos defienden a Elpidio Valdés y representan a Cuba.

El placer de sentirse útil

Cada logro en la vida tiene por detrás muchas manos. Por eso, para Guille no puede faltar el agradecimiento oportuno, que en este caso es para La Colmenita central de Cuba, por su apoyo con el vestuario, la escenografía y el asesoramiento; para su equipo de trabajo y los padres de los niños, por el tremendo sacrificio que hacen, puesto que a veces los ensayos duran hasta la noche. Además, los talleres requieren estudio, permanencia, perseverancia y sin el apoyo de la familia esto no se logra.

Pero tampoco puede faltar el reconocimiento a las niñas y niños. «Sin su presencia no somos nada. Por eso, mi mayor agradecimiento va para ellos y el esfuerzo que hace su familia para que tengan un espacio que les permita en el futuro ser mejores seres humanos», resalta.

Y con la pasión de quien encuentra un inmenso placer en lo que hace, concluye: «Esto es lindo, lo disfruto mucho. Ser útil a la patria hasta el último instante es uno de los orgullos, de los principios y de las misiones que tiene mi alma para con Cuba».

El germen de una colmena

Guille fundó el taller Los Meñiquitos de La Colmenita el 24 de febrero de 2017. Su nombre se debe a que la esencia del proyecto es que está destinado a infantes menores de cinco años, o sea, para ingresar a este, los pequeños no deben pasar de ese rango de edad.

La idea es formar a las «abejitas» desde chiquitas y, aunque el papá colmenero reconoce que es más difícil el trabajo cuando son niños, él lo disfruta más, ya que en la medida en que van creciendo percibe el resultado, que es maravilloso. Si bien se pueden encontrar meñiquitos más grandes, la edad promedio del taller oscila entre los seis y siete años.

«Aunque lo que el público ve es la función, La Colmenita no es una escuela de formación artística. Nosotros enseñamos a cantar, a bailar, a actuar, pero la esencia son los valores. Antes de comenzar los ensayos, lo primero que hacemos es un taller de media hora que se llama Crecer con Martí, donde se aprenden los Versos sencillos y las principales frases martianas, para ser mejores seres humanos en la vida. Ese es el objetivo fundamental de La Comenita: los valores, y el gancho es cantar, bailar y actuar, que lo vean como un juego», expone Guille.

Para integrar esta colmena «hay exigencias, sobre todo de perseverancia, de permanencia; no se busca actitud. La Colmenita no forma talento, es comunitaria; aquí admitimos, también, niños con atenciones especiales. Lo que pasa es que no caben todos. Lo quisiéramos.

«En La Habana hay 14 colmenitas y están casi todas saturadas, pero siempre tenemos las puertas abiertas. Ya le digo, tengo 82 niños en plantilla en estos momentos y una lista de espera de casi 200», responde Guille apenado por la imposibilidad de que no poder aceptar a todos los meñiquitos que quisiera.

 

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