La complicidad de Biden en la masacre contra el pueblo palestino, acentúa la pérdida del respaldo de los votantes estadounidenses de cara a las elecciones presidenciales. Autor: Reuters Publicado: 21/05/2024 | 09:17 pm
No pasará nada. ¡Absuelto! Habló el máximo líder del «mundo libre» occidental, el juez supremo. No hay nada que investigar. El viejo amigo «Bibi» Netanyahu cuenta con el visto bueno del Gobierno de Estados Unidos.
A su juicio, deben quedar sin efecto las órdenes de arresto emitidas el lunes por el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. Biden lo considera inocente de toda culpa.
Claro, como la solicitud incluye al líder de Hamás, Yahya Sinwar, Biden también emitió su juicio: Sinwar, ¡Sí! No se pueden comparar, ni igualar. Lo dijo en un evento al que asistía en compañía de la vicepresidenta Kamala Harris, ante líderes, donantes y estrategas demócratas judíos, que en los últimos días expresaron su frustración porque Biden decidió anunciar una tibia amenaza de retener ayuda militar específica a Israel, unas poderosas bombas de 2 000 libras, utilizadas para matar en masa y derribar edificios completos.
La solicitud del fiscal jefe de la CPI, Karim Khan, «es escandalosa», dijo Biden. «Y permítanme ser claro: independientemente de lo que este fiscal pueda implicar, no hay equivalencia, ninguna, entre Israel y Hamás. Siempre estaremos junto a Israel contra las amenazas a su seguridad».
La orden de arresto podría tardar meses en emitirse, y Estados Unidos no está obligado a arrestar a Netanyahu si eso sucede —ni a tomar ninguna medida— ya que no es parte de la CPI, y tampoco lo es Israel.
Biden se puso furioso al saber de la iniciativa de la Corte Penal Internacional porque esa acción —aunque sea pura palabrería para las gradas— podría plantear nuevos problemas políticos al Presidente y candidato demócrata a la reelección en las próximas elecciones.
En las universidades rebeldes propalestinas muchos no se creen ni una palabra y no le darán su voto. Y como están las
tendencias de las encuestas, es posible que Netanyahu sobreviva y asista al funeral político de Biden, al lado de Trump en su probable regreso a la Casa Blanca.
El caso podría complicar los esfuerzos de Washington para poner fin a la impopular guerra de Israel contra Hamás o, por lo menos, a un acuerdo siempre posible de violar más adelante, que permita generar la ilusión en la opinión pública de que terminó el martirio palestino, y apenas quedan «las escaramuzas contra los terroristas».
El propio Secretario de Estado Antony Blinken dijo que «esta decisión no ayuda en nada, y podría poner en peligro los esfuerzos en curso para alcanzar un acuerdo de alto el fuego que sacaría a los rehenes y aumentaría la asistencia humanitaria». Ahí lo tienen. Cese del fuego, no es fin de la guerra. Y lo que interesa es rescatar o liberar a los prisioneros israelíes en poder de la Resistencia Palestina. Las operaciones de exterminio pueden seguir después.
Asimismo, la administración Biden también corre el riesgo de parecer hipócrita si ignora por completo la cuestión de la orden de arresto, afirman analistas de la prensa norteamericana.
«Parecer hipócrita», ¿nada más? El asunto es mucho más serio. Según el diario Politico, de Washington, «a pesar de la presión, la administración Biden seguirá rechazando la premisa de la CPI para las órdenes bajo el acápite crímenes de guerra. En un informe de principios de este mes, el Departamento de Estado no encontró que Israel haya violado el derecho internacional humanitario al utilizar armas estadounidenses durante su guerra en Gaza.»
El otro asunto que inquieta a la administración Biden y corre paralelo al alto el fuego en Gaza es su empeño —estancado desde el 8 de octubre pasado— en llegar a un acuerdo histórico para entablar relaciones estratégicas con Arabia Saudita, que para Washington también requiere la normalización de relaciones plenas con Tel Aviv, según dijo el asesor de seguridad nacional de EE. UU., Jake Sullivan, durante su visita a Israel esta semana.
Por su parte, el secretario de Estado Antony Blinken, informó al Senado que la normalización con Arabia Saudita «no podría avanzar si no suceden otras cosas... Los saudíes han dejado claro que esto requeriría calma en Gaza y un camino creíble hacia un Estado palestino».
A pesar del lenguaje sinuoso, que rehúye hablar claramente de creación de un Estado Palestino independiente, Blinken dijo que en este momento «Israel no puede ni quiere seguir este camino».
El ministro de Defensa, Yoav Gallant —citado por Haaretz— dijo a Sullivan que Israel está comprometido a ampliar sus operaciones terrestres en Rafah para desmantelar a Hamás y liberar a los rehenes. Gallant mostró a Sullivan «los ajustes realizados por Israel para evacuar a la población y poner en marcha una respuesta humanitaria adecuada».
El ejército israelí estimó que los combates en Gaza durarán al menos otros seis meses para acabar por completo con el cuerpo militar y el de Gobierno de Hamás, agregó el diario.
Unos 900 000 palestinos han abandonado Rafah, y según la propia fuente, aproximadamente entre 300 000 y 400 000 permanecen en la ciudad.
Mientras, crece el número de muertes de civiles en Gaza. Según informó este martes el Ministerio de Salud en la Franja, al menos 35 647 palestinos han muerto y 79 852 resultaron heridos desde el inicio de la guerra, de ellos más de dos terceras partes son mujeres y niños.
Por otra parte, las fuerzas israelíes llevaron a cabo nuevas masacres en diversas zonas de la Franja de Gaza, entre ellas Al-Bureij, en el centro, y Rafah, en el sur.
Según la agencia WAFA, se están produciendo feroces enfrentamientos entre la Resistencia Palestina y las fuerzas invasoras israelíes en Jabaliya, en el norte de Gaza. Decenas de palestinos murieron, en su mayoría niños y mujeres, y otros resultaron heridos en la madrugada del martes en varias partes de la Franja, que continúa bajo violentos bombardeos israelíes por aire, tierra y mar, desde hace 228 días.
La guerra de tierra arrasada israelí ha provocado una hambruna aguda, principalmente en el norte de Gaza, que provoca la muerte de muchos palestinos, en su mayoría niños, así como el desplazamiento forzoso de casi dos millones de personas de toda la Franja de Gaza.