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La otra cara del genocidio israelí en Palestina (+Video)

Tras las montañas de escombros provocados por los bombardeos israelíes en Gaza, la ofensiva colonial sionista se completa con asesinatos, expulsiones, quema de viviendas, encarcelamientos y tortura de miles de palestinos en Cisjordania y el sector oriental de Jerusalén

Autor:

Leonel Nodal

La venganza declarada tras la sorpresiva y humillante acción militar de la Resistencia el pasado 7 de octubre, contra el despojo territorial y la ocupación sionista emprendida desde 1948, se desarrolla con una violencia sin precedentes en todos los territorios palestinos.

A más de siete meses, la destructiva ofensiva israelí sobre Gaza provocó hasta este lunes al menos 35,091 muertos y 78 827 heridos. La mayoría de las víctimas son civiles, entre ellos más de 14 000 niños y una cifra igual o mayor de mujeres, a los que se añaden un estimado de 10 000 desaparecidos y una destrucción masiva de viviendas, hospitales, escuelas, comercios y cultivos, lo que provoca una hambruna que mata a niños y ancianos, según datos de fuentes palestinas e internacionales.

Israel continúa su guerra de exterminio –es preciso recordarlo— a pesar de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pide un alto al fuego inmediato, tras una votación en la que Estados Unidos facilitó su adopción al abstenerse, para luego anunciar que a su criterio no sería de obligatorio cumplimiento.

Una verdadera burla al derecho internacional que ilustra la complicidad sin límites de la Casa Blanca con su privilegiado aliado de Oriente Medio.
Tel Aviv también enfrenta cargos de «genocidio» en la Corte Internacional de Justicia, lo que tampoco ha sido tomado en serio por el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, quien en la actualidad corre el riesgo de recibir una orden de arresto por parte de la Corte Penal Internacional, a lo que Washington también se opone.

Desde el 7 de octubre y tras los ataques múltiples de Hamás, Israel mantiene una campaña de arrestos masivos en Cisjordania ocupada, que ronda ya los 10 000 palestinos en prisión. Sin espacio carcelario y bajo un «estado de emergencia», Tel Aviv ha endurecido las ya difíciles condiciones de los presos, a quienes ha vetado visitas de familiares, de abogados y de organizaciones como la Cruz Roja. Pese a la incertidumbre sobre su estado, cada vez más grupos, familias y liberados dan cuenta de los maltratos físicos, psicológicos y médicos que ocurren tras las rejas.

El otro escenario de la limpieza étnica

En lo que se considera un récord de asesinatos, arrestos y maltratos, Israel libra «una guerra de venganza» en la Ribera Occidental del río Jordán y en el sector oriental de Jerusalén, los territorios ocupados en la guerra árabe-israelí de junio de 1967, y que constituyen el espacio geográfico de un Estado palestino independiente.

Más de 8 200 palestinos de Cisjordania ocupada habían sido arrestados después del 7 de octubre, según las cifras disponibles más recientes, difundidas el 24 de abril de este año por la Sociedad de Prisioneros Palestinos (PPS en inglés), entre ellos 275 mujeres y 520 menores de edad. A día de hoy, más de 9 500 palestinos sobreviven hacinados en las cárceles israelíes.

De este modo, en poco más de seis meses, los palestinos encarcelados se han casi duplicado en comparación con los 5 200 que había hasta septiembre de 2023.

Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional y líder del movimiento de extrema derecha religiosa Otzma Yehudit, es el hombre a cargo de las prisiones israelíes. Político de conocida y proclamada ideología anti-árabe y supremacista judía, desde su asunción al cargo en 2022, dentro de la coalición ultraderechista de Netanyahu, ha abogado por acabar con lo que llama «beneficios e indulgencias».

El Gobierno israelí, que mantiene redadas casi diarias, en una reciente decisión aprobó construir unas 1 000 nuevas celdas. En medio del debate sobre el tema, en una publicación en la red social X, del 17 de abril, Ben-Gvir celebró la medida, pero consideró que «la pena de muerte es la solución correcta a la sobrepoblación en las prisiones».

«Hay cientos de prisioneros heridos porque los están golpeando, no les dan comida suficiente, han duplicado el número de reclusos por habitación, no les dejan salir de sus celdas, no reciben ninguna medicina a pesar de tener necesidades serias», denunció Qadoura Fares, líder de la Sociedad de Prisioneros Palestinos a France 24.

Un reporte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU indicó este año que los arrestos brutales «a veces, constituyen tortura», pues los concreta en «patadas, bofetadas, puñetazos y golpes con rifles», prisioneros obligados a permanecer «desnudos, vendados e inmovilizados durante largas horas con esposas y las piernas atadas, mientras soldados les pisan la cabeza y la espalda, los escupen, los estrellan contra los paredes, amenazan e insultan».

Los prisioneros de Jerusalén Este y Cisjordania ocupadas son claves para un eventual intercambio entre Israel y Hamás, un tema condicionante de un alto al fuego o una tregua duradera y sostenible, a la que Netanyahu pone reparos cada vez que las propuestas negociadas por los mediadores se aproximan y parece que permitirán un acuerdo.

Sin embargo, tal como ocurrió en días recientes, el jefe del Gobierno sionista lo consideró inaceptable. A más de siete meses de su despiadada guerra y a pocos días del aniversario 76 de la proclamación del Estado de Israel, el 14 de mayo, sigue sin poder anunciar su prometida victoria total sobre el Movimiento de Resistencia Palestina Hamás, el exterminio de sus tropas y la eliminación física de sus líderes, así como el rescate de los prisioneros en su poder.

El año pasado fue el más mortífero para los palestinos en la Cisjordania ocupada. Según Naciones Unidas, al menos 507 palestinos fueron asesinados en Cisjordania en 2023, de ellos 299 por las fuerzas y colonos israelíes entre el 7 de octubre y el 31 de diciembre.

Cuando el gobierno israelí lanzó su guerra genocida en Gaza, llamó a más de cinco mil colonos reservistas militares, los armó y les asignó «defender» Cisjordania, dándoles rienda suelta para aterrorizar y asesinar palestinos con impunidad y los colonos llevaron a cabo cientos de ataques, desplazando a más de 1 200 palestinos en más de una docena de comunidades diferentes.

«Estamos en una batalla en la que no nos detendremos hasta la victoria total», señaló Netanyahu durante una reunión con soldados del Ejército en Cisjordania, según informó el canal de radiodifusión pública israelí KAN. «Debemos lograr la victoria. Para hacerlo, debemos prestar atención a otros frentes, y este (Cisjordania) es de suma importancia», agregó.

«Ya hemos eliminado a 500 terroristas aquí, incluidos los de hoy en Jenín, y hay más por seguir», dijo. Ese día, 30 de enero de 2023, soldados israelíes estremecieron la opinión pública mundial al penetrar en el hospital Ibn Sina de Jenín, disfrazados de médicos, enfermeras y civiles, para asesinar a tres presuntos guerrilleros palestinos.

Según declaró a Al Jazeera el jefe de derechos humanos de la ONU, Volker Turk, la violencia de los colonos israelíes corre el riesgo de eliminar cualquier posibilidad de establecer un Estado palestino.

Se trata de la otra parte de su guerra más amplia de aniquilación del pueblo árabe, cristianos o musulmanes, en toda la Palestina histórica, por parte de un gobierno de extrema derecha liderado por el Partido Likud, de Benjamín Netanyahu, en una alianza racista con los partidos ultraortodoxos, que preconizan a viva voz la limpieza étnica, el exterminio o la expulsión de la población nativa palestina.

 

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