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El ejército israelí cruzó otra línea roja en su genocida campaña contra el pueblo palestino, más allá de Gaza, al incursionar en un hospital de Yenín (Cisjordania), para asesinar a tres presuntos integrantes de Hamás y la Yihad Islámica.
El asalto, en el más puro estilo de la Gestapo nazi de soldados disfrazados y armados con fusiles de combate, marcó la contraparte de una andanada de amenazas de nuevas operaciones punitivas de Estados Unidos contra los presuntos autores de un ataque con un avión no tripulado a una base militar norteamericana en Jordania, cerca de la frontera con Siria, en el que tres soldados murieron y 40 resultaron heridos.
El Pentágono dijo que Irán «es responsable» del ataque, pero admitió que no tiene pruebas de que el Gobierno de Teherán estuviera directamente involucrado.
Por su parte, el presidente Joseph Biden dijo a los periodistas el martes que ya tenía decidido cuál sería su respuesta, pero no especificó cuál será.
Biden puntualizó que no busca una escalada. «No creo que necesitemos una guerra más amplia en Medio Oriente. Eso no es lo que estoy buscando», dijo, pero su conducta práctica indica lo contrario.
Incluso sin aprobación del Congreso, el mandatario ya ha lanzado una guerra más amplia en la región al bombardear a los hutíes en Yemen diez veces desde el 12 de enero y lanzar varias rondas de ataques aéreos en Irak y Siria.
Estados Unidos afirma que el propósito de los ataques es disuasivo, pero la situación empeora.
Bajo esta sombrilla protectora, Israel prosigue su operación genocida y de limpieza étnica sin el menor recato, en un abierto desafío a la opinión pública.
El asalto y asesinato de tres internados en el hospital de Yenín, filmado por alguna cámara indiscreta que lo hizo circular en el mundo entero pocos minutos después, provocó estupor y una airada respuesta de la ministra de Salud de la Autoridad Palestina, Mai al-Kaila, quien calificó la incursión israelí como un «crimen de guerra».
La funcionaria alertó, además, sobre la grave crisis humanitaria en Gaza, debido a la escasez de personal médico, equipos y medicinas. «Hay 36 hospitales en la franja de Gaza, pero de ellos solo 14 parcialmente operativos, nueve en el sur y cinco en el norte», dijo.
Mientras, las fuerzas israelíes continuaron bombardeando todas las zonas de la Franja de Gaza, particularmente en las zonas meridional y central.
Según el Ministerio de Salud de Gaza, hasta hoy 26 751 palestinos perdieron la vida y 65 636 resultaron heridos, en tanto más de 7 000 se encuentran desaparecidos bajo los escombros, desde el inicio de la campaña de tierra arrasada y exterminio masivo emprendida por el Gobierno sionista, en respuesta a la incursión armada de milicianos palestinos al interior de Israel, en la que tomaron más de 200 prisioneros civiles y militares.
Mientras el liderazgo de Hamás emprendió la víspera el análisis de su respuesta a una propuesta de una posible tregua que permita la liberación de rehenes, acordada en París por representantes de Israel, EE. UU. y Catar, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, rechazó las principales demandas de la Resistencia Palestina, como el fin de las operaciones militares, la retirada de las tropas y la libertad de más de 6 000 prisioneros encerrados en cárceles israelíes.
Netanyahu aseguró que no liberará a miles de presos que llamó «terroristas» palestinos a cambio de la entrega de rehenes.
