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¿Amigos o rivales?, he ahí el dilema

No anda todo bien entre Washington y sus aliados de la Unión Europea

Autor:

Juana Carrasco Martín

La pregunta es esencial porque se evidencian contradicciones frente a la realidad cuando uno gana y los otros van perdiendo… No anda todo bien entre Washington y sus aliados de la Unión Europea, y la visita que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha hecho a su par Joseph Biden, acompañado de directivos empresariales, aunque también personalidades tan diversas como cosmonautas y cineastas, es vista como la acción concreta para tratar de limar asperezas y evitar escaramuzas y hasta quizá una guerra comercial de envergadura.

El descontento europeo se explica fácilmente. Consideran que Estados Unidos se está beneficiando del conflicto ucraniano, mientras ellos están atravesando las puertas de una crisis energética y ya el invierno se hace sentir con amenazas de apagones y menos calefacción.

Lo increíble estriba en que la sagaz Europa se haya percatado ahora de la situación, cuando llevan meses haciéndole el juego a la peligrosa aventura armamentista y obligando a sus ciudadanos a pagar las consecuencias de una crisis económica globalizada, impulsada entre otros factores por las sanciones a Rusia, y de la cual las poderosas industrias militares y petroleras estadounidenses, entre otras, han obtenido ganancias fabulosas y continúan multiplicando beneficios.

Un alto funcionario de la UE fue explícito en un comentario hecho hace unos días a la publicación estadounidense Politico: «El hecho es que, si lo miras con sobriedad, el país que más se está beneficiando de esta guerra es Estados Unidos porque están vendiendo más gasolina y a precios más altos, y porque están vendiendo más armas».

Ha hecho saltar la liebre, cuando probablemente sea difícil escapar de la contingencia, el temor a perder inversiones como consecuencia de los subsidios y exenciones fiscales sin precedentes para industrias estadounidenses, incluidas en la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, firmada por el presidente Biden el pasado agosto.

El alto funcionario de la UE que habló a Politico hizo referencia a ese golpe bajo a la economía del Viejo Continente que ahora ve con mayor claridad la pérdida de comercio por los subsidios, así que advirtió la posibilidad de una riposta que puede ser impredecible y nada halagüeña para la línea político-económica belicista seguida por Washington.

«Estamos realmente en una coyuntura histórica», dijo el funcionario no identificado. «Estados Unidos necesita darse cuenta de que la opinión pública está cambiando en muchos países de la UE», y ello es evidente en las manifestaciones ocurridas en la Republica Checa y en Alemania, entre otras naciones, cuyos participantes protestan contra las consecuencias del conflicto, sobre todo la crisis energética, y consideran que sus gobiernos están sirviendo como un títere para los intereses exclusivos de Estados Unidos.

Desde el primer día de su visita oficial a Estados Unidos, Macron manifestó su preocupación y molestia y calificó a los subsidios de «superagresivos» para las empresas francesas.

Ni Francia ni buena parte de los europeos quieren convertirse en un simple mercado para los productos estadounidenses, y el mandatario galo advirtió que el programa de Biden pudiera «fragmentar a Occidente», lo que no conviene en  absoluto a Washington.

Esa ley incluye subsidios por alrededor de 370 000 millones de dólares para invertir en la construcción de turbinas eólicas, paneles solares y microprocesadores y, además, destina hasta 7 500 millones de dólares en subsidios para los compradores de vehículos eléctricos fabricados en territorio estadounidense, una actitud proteccionista que perjudica a los dos grandes productores de esos vehículos: Francia y Alemania.

La debilitada economía global ha visto en este 2022 importantes desbalances en el comercio y las crisis de los precios de los alimentos y los combustibles, lo que está contribuyendo a que aumente la inflación y se endurezcan las condiciones financieras mundiales, lo que no solo afectó a los más vulnerables, también lo hizo con los europeos.

Los productos de mayor consumo en Europa han sido particularmente afectados por la inflación. Fotos: Reuters

Sin embargo, el jueves en conferencia de prensa tras las conversaciones en la Casa Blanca, Biden y Macron reafirmaron su compromiso de «mantenerse tan fuertes como siempre» contra Rusia, reafirmando su condición de «hermanos de armas», y el francés, olvidándose de los problemas económicos de su gente, dijo en referencia a Ucrania: «Aumentamos nuestro apoyo militar. Aumentamos nuestro apoyo económico. Estamos aumentando nuestro apoyo humanitario».

Biden había expresado su confianza en que Estados Unidos y la Unión Europea podrían resolver sus diferencias sobre los nuevos subsidios masivos a la energía y le aseguró a Macron que «nunca tuvo la intención de excluir a las personas que cooperaron con nosotros. Esa no era la intención» de la Ley de Reducción de la Inflación. La administración Biden quiere crear nuevos empleos de fabricación, pero no a expensas de Europa, dijo Biden.

El cambio de actitud del mensajero europeo no elimina, sin embargo, que la UE ha tenido que comprar gas estadounidense por cuatro veces el
costo de como se vende en EE. UU., ni el hecho de que Estados Unidos ha comprado por debajo gas a Rusia a pesar de las sanciones.

Tampoco pueden ocultar que la industria armamentista de EE. UU. se llena los bolsillos reponiendo o fabricando las armas enviadas a Ucrania y vendidas a varias naciones europeas y entre sus aliados en Asia y el Oriente medio, por montos que superan decenas de miles de millones de dólares.

La verdad es una, el secretario de Defensa Lloyd Austin, miembro de la junta directiva de Raytheon, ha agotado los arsenales militares occidentales, lo que lleva a un aumento importante en los pedidos de equipos militares estadounidenses y occidentales, como decía un artículo de Politico.

Parece que Biden reconoció que hubo «fallas» en el paquete multimillonario de subsidios y dijo que «hay ajustes que podemos hacer que fundamentalmente pueden facilitar que los países europeos participen o estén solos, pero eso es algo que debe resolverse».

«Estamos de vuelta en el negocio, Europa está de vuelta en el negocio. Y vamos a seguir creando empleos de manufactura en Estados Unidos, pero no a expensas de Europa».

¿Se habrán «sincronizado» losintereses de la competición económica?

¿Serán las palabras vertidas en la Casa Blanca suficientes para llevar la calma?

¿Habrá un balance aceptable entre lo «Made in the U.S.A.» y lo «Made in Europe?».

A medida que avance el invierno sobre Europa y no cesen las dolorosas condiciones en la frontera de Occidente con Rusia, se irá conociendo la realidad.

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