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De temores y demonios…

Unos 110 000 californianos han comprado un arma como respuesta a la Covid-19 y casi la mitad de ellos se convirtieron por primera vez en dueños de los mortales artilugios

Autor:

Juana Carrasco Martín

Absurdo, pero real. Unos 110 000 californianos han comprado un arma como respuesta a la Covid-19. Casi la mitad de ellos, 47 000, se convirtieron por primera vez en dueños de los mortales artilugios.

Los expertos de la Universidad de California en Davis —dice el diario que publicó la información— temen por el riesgo de suicidios y lesiones accidentales. La preocupación tiene que ver con las ansiedades, desasosiegos, inquietudes, citadas por los compradores para explicar la adquisición: nerviosismo sobre disturbios civiles, recesiones económicas y la liberación de miles de personas de las prisiones estatales.

Son las aprensiones de un país que se ha forjado a sangre y fuego sobre la victimización de sus poblaciones originarias, el robo de sus territorios y de los países vecinos, la esclavitud de pueblos africanos, la utilización de ambiciosos e intolerantes migrantes europeos devenidos en nuevos conquistadores, la explotación de pobres inmigrantes de las naciones del sur americano y de la lejana Asia en busca de un sueño inalcanzable, horno que no logró la mezcla imprescindible para la armonía necesaria en la forja de cualquier nación, por tanto, el sedimento fue el racismo, la discriminación y la xenofobia estructurales, entre otros demonios.

No son los pobladores del oeste clásico los únicos en esa carrera armamentista personal, reforzando raíces de pistoleros  —ya sean los forajidos o los defensores de una dudosa ley y orden. Desde marzo hasta agosto, el National Shooting Sports Foundation afirma que cerca de cinco millones de personas a todo lo largo y ancho de EE. UU. han comprado por primera vez un arma. En total, hasta septiembre, los estadounidenses han comprado cerca de 17 millones de armas, más que en cualquier otro año de su historia y son estimados de la Small Arms Analytics, un investigador y consultante de los negocios y las economías de los mercados de armas ligeras y municiones.

A los expertos también les preocupa que un aumento de la propiedad y las compras de armas combinadas con desesperanza, miedos y aislamiento debido a la pandemia puedan conducir a un aumento de las muertes por suicidio. Sin embargo, cerca del 70 por ciento de quienes respondieron al estudio estaban más alarmados por los robos y el 50 por ciento por la violencia policial.

Estados Unidos vio el 27 de noviembre en su famoso Black Friday —que lleva las ventas al detalle a índices de magnitudes casi insólitas en la expresión del consumismo—, el cuarto registro más alto en verificaciones del FBI a compradores de armas, en un solo día: 186 645. En lo que va de año, según USA Today, el Buró Federal de Investigaciones ha realizado más de 32 millones de chequeos de antecedentes por ese motivo. Sí, en este historial a la violencia, están presentes temores y demonios.

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