La política israelí de «limpieza étnica» y la demolición de Khirbet Humsah en el Valle del Jordán Autor: Reuters Publicado: 21/11/2020 | 09:27 pm
Los rumores constituyen el modus vivendi de los análisis políticos en Estados Unidos en tiempo de transición presidencial y pueden ser banderas falsas puestas a ondear para ver si se transforman en realidad o cumplen el viejo proverbio de «si el río suena es porque piedras trae».
En esta ocasión, con Donald Trump negándose a conceder el triunfo al demócrata Joe Biden, no ha faltado ese condimento habitual, y la región del Oriente Medio está como uno de los platos principales en la agenda.
Dos prominentes lobistas o cabilderos de Israel aseguran que el mandatario saliente impulsará la anexión israelí de la Cisjordania ocupada antes del 20 de enero, y estiman que el Gobierno de Benjamín Netanyahu podría aprovechar esta oportunidad «única en la vida» de beneficiarse de más tierras.
La visión de Michael Koplow, director de Políticas del Israel Policy Forum, y de Aaron Weinberg, director de Relaciones gubernamentales de esa entidad, se hace eco de los deseos e intenciones de Trump y proponen aprovechar los dos meses caóticos que restan de la actual administración estadounidense en ese sentido, lo que también supondría quizá un «enfrentamiento» con el nuevo equipo casablanquino por quitarle liderazgo participativo en una región y con un Estado que es clave en los intereses de corto, mediano y largo plazos de EE. UU.
La decisión de Netanyahu se mantiene entre interrogantes, aunque su larga relación con Joe Biden le garantiza que no habrá quebranto en una sociedad de fortísimas y viejas ataduras ideológicas, políticas, económicas y geopolíticas; pero no «aprovechar» el escenario sería un tiro de gracia para el «plan de paz» de Trump y una «deslealtad» con quien le ha abierto las puertas a un mayor posicionamiento en la siempre caldeada región, y ha impulsado los asentamientos judíos «legalizando» esa política de rapiña.
El apuro trumpiano en llevarse los laureles de un Israel totalmente hegemónico y engrandecido es más que evidente —y con ello correspondería al sustento político y financiero que el magnate de los casinos y principal apoyo de las causas pro Israel en EE. UU., Sheldon Adelson, le dio en la carrera que lo llevó a la presidencia en 2016, convencido entonces de que Trump sería un «tremendo presidente cuando se trata de la seguridad de Israel».
El secretario de Estado Mike Pompeo ocupa sus días finales en visitar Jerusalén. El jueves anunció que el Departamento de Estado calificará de «antisemita» al movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), la campaña internacional que denuncia las violaciones consuetudinarias de los derechos humanos del pueblo palestino y árabe por parte de Israel. Llamó «cáncer» al BDS y dijo: «Estamos comprometidos a combatirlo».
Al parecer, esa etiqueta de «antisemita» se traduce en que perderán el financiamiento organizaciones no gubernamentales u otras entidades que apoyan ese llamado de justicia para el pueblo palestino y a la política de los dos Estados.
El poderoso lobby judío en el imperio norteño ha logrado que 32 de los 50 estados de esa nación hayan aprobado leyes anti-BDS, las cuales exigen que los contratistas estatales firmen juramentos comprometiéndose a no boicotear al Estado judío; una legislación a nivel federal, en las postrimerías del Gobierno de Trump, no sería nada excepcional, cuando dio el salto mortal para el pueblo palestino de mudar su Embajada de Tel Aviv para Jerusalén y reconocer a la ciudad —santa para las más importantes agrupaciones religiosas del mundo— como la capital del Estado de Israel, desconociendo acuerdos y resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad.
Pompeo vino por el vino y algo más
Para cerrar el círculo y compromiso, Pompeo dio otro paso
inédito para un alto funcionario del Gobierno estadounidense y jefe de sus Relaciones internacionales —que no deja resquicio alguno a ambigüedades—, visitó los territorios ocupados de los Altos del Golán y un asentamiento en Cisjordania el jueves, además de refrendar provocadoramente que cualquier producto fabricado en los asentamientos de Cisjordania pueden ser etiquetados como «Made in Israel».
El Secretario de Estado visitó la bodega vinatera Psagot, establecida en parte en terrenos que fueron robados a los residentes palestinos locales.
Ubicada en Jabal al-Tawil, a las afueras de la ciudad cisjordana de Ramala, tiene como importante inversionista a la familia Falic, de Florida, propietaria de la muy propagada cadena de tiendas Duty-Free Americas, donante a las campanas de Trump y de políticos estadounidenses tanto republicanos como demócratas. Por cierto, una de sus líneas de vinos lleva por nombre «Pompeo».
Hanan Ashrawi, miembro del Comité Ejecutivo de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), al condenar la visita de Pompeo, la consideró «un último esfuerzo de la administración estadounidense saliente para afianzar su patrón de criminalidad, ilegalidad y complicidad directa en la colonización de Palestina y el despojo de nuestro pueblo».
La líder palestina agregó sobre el tour del secretario de Estado un punto esencial a tener en cuenta: «También es una explotación cínica del Sr. Pompeo para avanzar en sus propios objetivos políticos personales como la nueva cara de los ideólogos de extrema derecha en Estados Unidos», descubriendo intenciones tenebrosas que podrían traducirse en mantener el trumpismo y hacerlo regresar al poder político dentro de cuatro años.
A su vez, en estos días de «caos» pos electoral estadounidense, Netanyahu ha utilizado bien la cortina de humo para avanzar en su agenda ultraconservadora y genocida sionista. El mismo día 3 de noviembre, cuando el mundo entero miraba hacia EE. UU., las autoridades israelíes demolieron la aldea rural palestina Khirbet Humsah, también llamada Humsah Al Bqai’a, localizada en el Valle del Jordán, justificándolo con que era necesario el control permanente de esa área de valor estratégico porque limita con Jordania.
Más de 70 estructuras fueron destruidas, la mayor demolición individual en la última década y el mayor desplazamiento forzado de palestinos en Cisjordania en más de cuatro años, dijeron las Naciones Unidas: 73 personas, entre ellas 41 niños, vivían en esa comunidad de pastores, revelaba la National Public Radio (NPR) estadounidense.
Entre enero y septiembre, al menos 741 palestinos han perdido sus hogares, las cifras más altas desde 2016 y por añadidura este año también ha visto un número récord de planes aprobados para los asentamientos judíos en Cisjordania.
Bandeja de plata para Biden
Pero, ¿qué puede o quiere hacer Biden cuando tome las riendas políticas del imperio y existe esta máxima presión contra el pueblo palestino?
Aunque se ha opuesto a las construcciones israelíes en Judea y Samaria, en teoría podría retirar el apoyo a los asentamientos, lo que no significa que Israel deje de extender esos ilegales emplazamientos anexionistas de los cuales ya se cuentan más de 130 y docenas de puestos de avanzada ilegales más pequeños, que van desde grupos de casas móviles en colinas remotas hasta ciudades completamente desarrolladas. Más de
460 000 colonos israelíes residen en Cisjordania y más de
220 000 viven en Jerusalén Este.
Pero Biden también se opone al movimiento BDS, como está escrito en su plataforma de campaña. Sin embargo, dejar de financiar a entidades que apoyan el boicot a Israel, que incluyen a muchas organizaciones internacionales de derechos humanos, limitaría su promesa de devolver la ayuda retirada por Trump a los palestinos.
Por otra parte, Biden tendría que romper acuerdos firmados entre EE. UU. e Israel sobre la extensión de la cooperación científica en la Ribera Occidental o Cisjordania y estos son parte de esa anexión a cuentagotas.
En enero, quizá, se irán despejando incógnitas, por lo pronto, el presidente de Israel, Reuben Rivlin, le hizo una calurosa invitación a Biden, «un amigo de larga data de Israel», a visitar Jerusalén; y una fuente de defensa israelí dijo al Jerusalem Post que un nuevo paquete multimillonario de ayuda militar sería algo que quieren discutir de inmediato. El actual asigna
3 800 millones de dólares a Israel en ayuda militar cada año hasta 2027 y fue firmado bajo… Barack Obama.
El avance sionista continúa….