El exjefe de la CIA y actual secretario de Estado de la administración Trump, el Sr. Don Pompeo, aceita la que parece ser su inagotable máquina de fabricar falacias Autor: Adán Iglesias Publicado: 11/06/2020 | 11:56 pm
El exjefe de la CIA y actual secretario de Estado de la administración Trump, el Sr. Don Pompeo, aceita la que parece ser su inagotable máquina de fabricar falacias. En medio de un par de muy graves problemas para Estados Unidos: la pandemia de la COVID-19, que ya les deja más de dos millones de contagios y más de 115 000 muertes, además de una «primavera genuinamente estadounidense» con cientos de miles de manifestantes multiétnicos contra la violencia policial y el racismo, se dedica con malsana fruición a denigrar a Cuba, como si no tuviera cosa más urgente que hacer.
En esa faena aporta lo suyo a la política aislacionista del trumpismo, y tal y como su jefe la emprendió contra la OMS (Organización Mundial de la Salud) para denigrar a China y su respuesta exitosa al SARS-CoV-2, él se sitúa en el escalón correspondiente y lo hace contra la OPS (Organización Panamericana de la Salud) y la colaboración con Cuba.
En ambos casos, como molesta el propio fracaso por negligencia letal en la detención de la pandemia, y temen a las respuestas responsables y humanas del adversario histórico que tienen «a mano» —es decir, a 90 millas—, ensayan diatribas contra otros, a los que acusan de complicidad o decisiones sesgadas contra Estados Unidos.
Antítesis de la razón y peor peligro para la humanidad es casi imposible de encontrar, cuando estos arrebatados que hablaron de la pandemia como de «una pequeña gripe sin importancia» amenazan primero y luego ejecutan sanciones irresponsables contra los organismos que, precisamente, coordinan las acciones mancomunadas para enfrentar la contingencia global que ha golpeado a todos.
Innaturales, ásperos, violentos desde su mismo origen como nación, así este equipo de la Casa Blanca exacerba las ínfulas de superioridad y gesta políticas que reivindican la preclara definición martiana sobre la monstruosa entraña del «norte revuelto y brutal que nos desprecia».
Indignan y repugnan las declaraciones de ahora, una vez más, por oportunistas y vengativas. Pompeo y su subalterno Mike Kozak arremeten fanfarronamente contra Cuba, mientras la señora que les sirve desde el edificio del Malecón de La Habana intenta inútilmente servir de caja de resonancia para los nuevos insultos a la capacidad, virtud y carácter del pueblo cubano, y en especial de sus médicos.
Diría, que también Pompeo y los otros, en una especie de salvavidas al socio brasileño Jair Bolsonaro y su también insensata mirada al nuevo coronavirus —que le ha costado hasta ahora al pueblo 800 000 infestados y 40 000 vidas—, «denuncia» en Twitter a la Organización Panamericana de la Salud «por facilitar el trabajo forzado de los médicos cubanos participantes en el programa Mais Medicos en Brasil».
Se trata de justificar la insana administración de la crisis y la carencia de un sistema de salud operacional destinado a salvar vidas y no a negociar con las vidas, de manera que, presuntuosamente, Pompeo esbozó un conjunto de acciones que la OPS —dijo— «debe tomar para explicar su papel como intermediario en un esquema de explotación de trabajadores médicos cubanos, a través del cual más de 10 000 trabajadores han sido presuntamente traficados».
Así habla de los integrantes de un Contingente Médico Internacionalista que lleva con orgullo el nombre de un estadounidense de honor que dio su joven vida a la causa de la independencia de Cuba como general del ejército mambí, que se fundó sobre la sólida base de dar la libertad a los esclavos negros.
Ya son 37 brigadas Henry Reeve las que sirven hoy en más de dos docenas de países, y cuya labor generosa y altamente profesional le ha valido que se extienda, junto con el agradecimiento, la propuesta de que se le otorgue el Premio Nobel de la Paz.
Pero, como Estados Unidos no quiere contribuir con lo que le corresponde a la financiación de la OPS y «retendrán las contribuciones asignadas», ha dicho el secretario de Estado que «los recursos de contribuyentes de EE. UU. deben apoyar esfuerzos que crean valor y apoyan nuestros valores».
Una se pregunta: ¿cuáles son esos valores? ¿Acaso los que muestran las cifras de la pandemia en su propio territorio, donde el pueblo negro y otras minorías ponen la mayor cantidad de infestados y víctimas mortales?, por no citar el descalabro en los hogares de ancianos y de veteranos, las cifras desconocidas en las cárceles, y en los campamentos y centros de detención de los inmigrantes… Imposible olvidar el estacionamiento al aire libre en Las Vegas cuadriculado para que los sin casa durmieran sobre el pavimento guardando distancia…
En Estados Unidos, reabriéndose a instancias de Trump y los egoístas intereses del capital, se teme una casi inevitable segunda oleada de la Covid-19 cuando esta primera no ha concluido.
Ineludiblemente, recordamos a José Martí y su Vindicación de Cuba, la enérgica y viril respuesta al diario que tildó al pueblo que luchaba por su independencia de ociosos, moral deficiente, incapaces por naturaleza, perezosos, inútiles y otros ultrajes semejantes.
A ese pueblo entonces, como ahora, le sobra valor y valía, humanismo y solidaridad. Virtudes y carácter que el equipo de la Casa Blanca desconoce hasta en su significado lingüístico.
Adicionalmente, el Departamento de Estado publicó su Informe sobre la Libertad Religiosa Internacional en 2019, que describe la situación de la libertad religiosa en todo el mundo, y la encargada de Negocios Mara Tekach, salió otra vez a cumplir su tarea y ha encontrado lo que nadie en Cuba ni sufre, ni ve. A su decir, el Gobierno cubano «impide sistemáticamente el libre ejercicio de la religión»… «Los agentes del Gobierno cubano acosan y difaman a los líderes religiosos. Y abogan por la discriminación religiosa».
El paquete del paquete del Departamento de Estado viene completo, tanto improperio les sirve como «justificación» al continuado reforzamiento del ilegal bloqueo contra Cuba, de manera que al comenzar junio anunciaron nuevas incorporaciones a la «Lista de entidades restringidas de Cuba», porque se utilizan «las ganancias de estos negocios para oprimir al pueblo cubano y financiar su interferencia en Venezuela, a expensas del pueblo cubano y de la empresa privada en Cuba». Son «propiedad militar», agregan.
Con infames mentiras, que reciclan una y otra vez, se aprieta el bloqueo y se difama de la cooperación médica internacional.
Al igual que no les interesa la vida de su propio pueblo, tampoco la del pueblo cubano, ni la de otros pueblos que cuentan hoy con la mano amiga y sanadora de Cuba. Lamentablemente, aquellos que se les asociaron en la afrenta y cerraron puertas a la cooperación médica cubana, resultan ahora entre los más afectados por la pandemia: Brasil, Ecuador, Bolivia…
Es el egoísmo y la mezquindad, desde una abierta injerencia para desacreditar la humana labor, la entrega, el altruismo y la solidaridad que ha cumplido 59 años desde su inicio por Fidel.
Trump y Pompeo, cuando exigen rendición de cuentas a la OMS y a la OPS, mejor deberían estar alertas ante la rendición de cuentas que le están pidiendo ya en las calles de America First y cuidarse de que esos contribuyentes norteamericanos les abran un saldo negativo el próximo noviembre porque les tomen las palabras y las repitan: «Nuestro dinero debe respaldar cosas que crean valor y respaldan nuestros valores».
A veces se va por lana y se sale trasquilado.