Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Las tres del domingo

Escuchar la Traviata una y otra vez, o rescatar a un loro que dice groserías son cosas insólitas que les ocurren a algunos

Autor:

Marylín Luis Grillo

Rudos modales

Algunas personas necesitan tiempo para estar solos, y algunos animales, también. Fue ese el caso de Jessie, un loro guacamayo de color azul turquesa y amarillo, que escapó de su hogar en Enfield, Londres, y subió al tejado. Cuando los bomberos llegaron, poco le importó al ave que le dijeran «te amo» y le subieran agua y comida, pues solo se alejó otra vez y les dijo que se fueran… en la mayor grosería posible que sabía imitar. A los tres días, finalmente bajó y desde un video, grabado por el dueño, mirando de un lado y como a quien no le queda remedio, Jessie murmuró «Gracias».

Insistente La Traviata

Luego de 16 años, los vecinos de Eva decidieron tomar riendas en el asunto del «ruido ambiental» y la han denunciado ante la policía por acoso y persecución maliciosa al obligarlos a escuchar una y otra vez, a todo volumen y durante todo este tiempo la misma obra musical: La Traviata, de Giuseppe Verdi. Para la mujer eslovaca era una cuestión de amor a la ópera; para sus cercanos, se trataba de una verdadera locura que tenía que terminar. «Amo a Plácido Domingo— dijo una de las vecinas al referirse a la versión reproducida— ¡Pero no así!». Eva se enfrenta a seis meses de cárcel si la encuentran culpable de los cargos. Ella dice que valió la pena.

Perdido y encontrado

¿Qué puede causar una intensa inflamación en un ojo? La misma pregunta se realizaban un grupo de cirujanos oftalmólogos británicos al operar a una paciente, y la causa fue sorprendente: un lente de contacto que se había perdido cornea adentro 28 años atrás. La señora solo comenzó a sentir molestias hace seis meses y había olvidado el lente, que ella dio por extraviado hacía mucho tiempo y bien fuera de su ojo. Sin embargo, tras la hinchazón sus doctores encontraron el extraño objeto, que se las había arreglado para permanecer asintomático por casi tres décadas.

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