Las luces traseras de Washington enfocaron en Cuba con imprudencia e irresponsabilidad. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 01/10/2017 | 06:44 pm
WASHINGTON, octubre 4.— La representante demócrata por Florida, Kathy Castor, utilizó la red social Twitter para comunicar que la suspensión del procesamiento de todos los visados en La Habana ha creado incertidumbre entre las familias cubanas tanto en la Isla como en Estados Unidos, y calificó de irresponsable a la administración Trump por no haber presentado un plan alternativo para que las personas obtengan visado y puedan visitar a sus familiares.
«El Departamento de Estado debe desarrollar rápidamente planes de contingencia para continuar permitiendo a las familias viajar desde la Isla. Muchos de mis vecinos, que han estado esperando la oportunidad de reconectarse con sus seres queridos, enfrentan barreras innecesarias y desgarradoras», había manifestado el viernes tras la reducción del 60 por ciento del personal estadounidense en la Embajada en La Habana.
Por su parte, el senador Ben Cardin, demócrata por Maryland, dijo en un comunicado que EE. UU. no debería tomar medidas que pudieran socavar las relaciones bilaterales con Cuba y las políticas estadounidenses encaminadas a promover intereses estratégicos nacionales en el hemisferio.
Cardin llamó a la administración y al Departamento de Estado a consultar con el Congreso antes de tomar nuevas medidas, y afirmó que una reunión informativa prevista para la mañana de este miércoles en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado debía proporcionar a los miembros una clara comprensión del asunto.
Patrick Leahy, senador demócrata por Vermont, al mismo tiempo que exponía el derecho y el deber de la nación de proteger a los estadounidenses de servicio en el exterior, sostuvo que antes de tomar represalias contra otro país expulsando a sus diplomáticos «deberíamos tener pruebas de que ellos, y no un tercer país o partido, dañaron a nuestros ciudadanos».
Agregó que castigar a los cubanos «…no ayudará a resolver el misterio de esta seria ofensa, y no hará que nuestros diplomáticos estén más seguros», con lo que hacía referencia a los alegados daños a la salud de diplomáticos y sus familiares en La Habana.
Leahy recordó que los vínculos entre ambas naciones están «en las primeras etapas» en la mayoría de los asuntos, y reconoció que «el Gobierno cubano ha mostrado una voluntad de discutir preocupaciones que no se habían abordado antes».
Asegura Prensa Latina que un trabajo de la agencia Associated Press publicado este miércoles por el diario The Washington Post indica que la mayoría de los diplomáticos en La Habana no quería marcharse, y que buena parte del personal del Departamento de Estado también se oponía a tal opción.
La exjefa de la Sección norteamericana de Intereses en la Isla, Vicki Huddleston, escribió en Twitter que las buenas relaciones entre estos países van en interés nacional de Estados Unidos, mientras las malas responden a la obsesión del senador Marco Rubio con Cuba.
Las advertencias y el rechazo a la medida de expulsión tuvieron además expresión en algunas organizaciones como Engage Cuba, cuyo presidente James Williams dijo en un comunicado: «Los diplomáticos y sus familias que sufren de problemas de salud inexplicados merecen respuestas, y si el Gobierno estadounidense se toma en serio la resolución de este misterio, no deben dificultar la cooperación con el gobierno cubano durante este tiempo crítico de la investigación».
Williams señaló que ha sido una medida «puramente política, impulsada por el deseo de un puñado de individuos en el Congreso para detener el progreso entre nuestros dos países».
Coincidió con otros en que expulsar a los diplomáticos cubanos no resolverá el misterio ni mejorará la seguridad del personal de EE. UU., pero hará más difícil para cientos de miles de cubanoamericanos visitar a sus familias en la Isla.
Emily Mendrala, directora ejecutiva del Centro para la Democracia en las Américas, lamentó que la expulsión se anuncie en medio de una investigación en curso y esa decisión es miope y dañará los intereses de Estados Unidos pues «las embajadas con poca cuantía de personal en ambas capitales debilitarán el compromiso en asuntos de interés mutuo y complicarán el procesamiento de visas, sirviendo únicamente para dividir a las familias cubanas».