Sin tregua, Agostinho Neto lideró la lucha anticolonial y también contra el intervencionismo del apartheid. Foto: Archivo de JR Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 06:25 pm
Angola es, para muchos cubanos, el más próximo de todos los países africanos. Lo sentimos casi aquí, adyacente a nuestra tierra a pesar del Atlántico, y se entrelaza en la memoria histórica nacional para crear un testimonio común que no tiene océanos de distancia.
Los motivos de conexión son evidentes. En la nación subsahariana murieron 2 077 cubanos, en tanto cerca de 300 000 lucharon y regresaron con el recuerdo de la madre África, de la que un día salieron, a la fuerza, nuestros ancestros negros.
Varios siglos después, angolanos han venido a estudiar a Cuba, en especial Medicina. Al tiempo que, por otro lado, cada vez es más frecuente que entre los de la Isla haya alguien que tenga un amigo, familiar o simple conocido que ha viajado o trabaja allí.
Por eso se impone acortar el espacio geográfico, «disminuir» el agua de por medio y conocer mejor a Angola; mejor aún.
Rememorar, por ejemplo, que el 4 de febrero de 1961, mientras la Mayor de las Antillas luchaba contra el analfabetismo, la entonces colonia de Portugal se levantaba contra la dominación.
En la madrugada de ese día, hombres y mujeres provenientes de las clases menos favorecidas y militantes del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA) atacaron la casa de recluidos y la prisión de São Paulo en Luanda, para liberar a los presos políticos, condenados a muerte. El combate era contra el colonialismo, la discriminación racial y el tribalismo.
La respuesta de la metrópoli fue la de apretar con mayor fuerza el «brazo de hierro» —como aquel con que nos gobernaba España en 1868, según describía Carlos Manuel de Céspedes—. Los portugueses recrudecieron la represión e incluso asesinaron a personas indefensas, lo que exacerbó el sentimiento nacionalista y dio paso a que se organizasen para luchar por la liberación.
El 4 de febrero fue el inicio de la lucha armada por la liberación nacional de Angola, y constituye un hito significativo en la resistencia al régimen colonial portugués. Incentivó el ímpetu independentista que se habría de extender a otras colonias, pues aunque el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel dijo en una ocasión que los grandes hechos de la historia universal aparecen dos veces, cuando se trata de la emancipación, los sucesos se han de repetir cuanto sea necesario.
Quedémonos sin mares de distancia. No solo con el pueblo angolano, sino con todo el continente. África y América tienen siglos de dolor y explotación en común que no se pueden acallar y tenemos también días en los que se dijo basta, como el 4 de febrero, que merecen ser recordados en todo el planeta.