En la casa con el número 2630 de la calle 16 será izada la bandera de Cuba, lo cual dará un toque especial al cambio de estatus de la instalación. Autor: Ismael Francisco Publicado: 21/09/2017 | 06:14 pm
WASHINGTON.— Domingo apacible en esta urbe, capital donde se dice que todo marcha a su ritmo y no precisamente el del frenesí enfermizo que caracteriza a otras ciudades norteñas. Se pasea, no se camina-corre, y a ese mismo paso pausado, aunque seguro, se ha llegado al punto de inflexión en que se encuentran las relaciones Cuba-Estados Unidos. Faltan muy pocas horas para que se inaugure aquí la Embajada de Cuba.
Sin embargo, se vive aquí, es este lapso dominical de especial calor donde se suda la camisa a lo cubano, otro frenesí, esta vez operativo, donde profesionales de las comunicaciones y las transmisiones de AP Televisión ponen sus equipos a punto para llevar al mundo las imágenes de una ceremonia que tendrá lugar en la mañana del lunes 20 de julio, mientras no hay un solo cubano, cualquiera que sea su nivel como funcionarios de la embellecida sede diplomática, que no esté enfrascado en tareas organizativas de último momento. Todo debe quedar perfecto, lo amerita la ocasión histórica.
Dos compañeras abren con elegancia las puertas de madera y cristal para que en un ensayo, pasen los integrantes de la Unidad de Ceremonia del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Hanoi, como si ya cargara la enseña patria, lleva sus manos junto al pecho y lo escoltan Giraldo y Yunieski, el oficial Mayor Argudín estará junto a la placa que reza en español e inglés Embajada de la República de Cuba.
En el interior, dos compañeros, desde el tercer piso de la casona, cuelgan con igual respeto una Bandera cubana en que el tejido de hilo muestra el paso de los años. Alguien la guardó con celo aquel día 3 de enero de 1961, cuando fueron rotas las relaciones entre Cuba y Estados Unidos durante la administración de Dwight Eisenhower, tras haber sido bajada del mástil que también dejó de existir.
El ajetreo ha sido mucho desde que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama ratificaran el 1ro de julio que el día 20 del propio mes se restablecían las relaciones. Cuba decidió que ese mismo día reabriría su Embajada, y para ello ya ha llegado a Washington una delegación de unos 30 representantes del Estado, del Gobierno, del Parlamento; ex diplomáticos y representantes de la sociedad civil cubana, encabezados todos por el ministro de Relaciones Exteriores Bruno Rodríguez Parrilla.
Rememorando a Fidel en Washington
Todo ya está a punto. La alegría y la emoción no pueden ocultarse ni en Estrella ni en la doctora Deborah, ni en Odín o Gretel, tampoco en Jacomino y Saylín, algunos de los amigos-compañeros que hemos hecho en estos meses de cobertura de las negociaciones que estuvieron presidiendo como contrapartes dos diplomáticas de altura, la cubana Josefina Vidal Ferreiro y la estadounidense Roberta Jacobson.
Ambas estarán presentes mañana en la ceremonia oficial que es colofón de la primera fase del proceso hacia la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Se tiene conciencia de que a partir del lunes comienza otra mucho más compleja, difícil y larga.
A más de uno de los cubanos con quienes hablé —también entre nosotros los de la prensa—, el momento histórico nos mantiene latente en el pensamiento y en el corazón a un hombre, a un nombre: Fidel.
Él está aquí, como lo hizo en abril de 1959, cuando se hospedó en la propia Embajada de Cuba en Washington como parte de un periplo que lo llevó también a Canadá. Paseó por las calles del barrio de Meridian Hill, saludó a todos, jóvenes y niños, conversó con el pueblo, choferes de taxi y vendedores de periódicos.
Mira si tiene historia esta casona casi centenaria, donde el escudo y los colores patrios dan luz desde el vitral que corona el techo en el mismísimo centro de la edificación donde se alza la majestuosa escalera de mármol blanco que da entrada al Salón de Recepciones, donde tendrá lugar mañana lunes 20 la ceremonia oficial de inauguración de la Embajada.
Con su cámara, Ismael Francisco ha recorrido Washington y se ha llegado hasta algunos de los lugares que anduvo Fidel en aquel abril.
Ha captado imágenes bucólicas y también cierta grieta en el espejo que nos reafirma que no todo está en el lugar que debiera, como el afroamericano que en una esquina enarbola un letrero que da vergüenza ajena: Soy un veterano discapacitado, ayúdenme»…
En sus alrededores todo sigue a su ritmo y con igual entorno —a excepción de los grandes camiones coronados con los platos-antenas de AP Televisión—: un anciano pasea a su perro, una pareja joven se ejercita corriendo por la acera, los carros van y vienen, un muchacho lee sentado en el banco de un parque, ondean las banderas en las sedes diplomáticas circundantes, un ciclista protegido con su casco pasa veloz, unas señoras de mediana edad que caminan displicentemente interrumpen ese placer de andar y compartir cualquier comidilla familiar del día cuando se dan de cuenta que algo inusual está aconteciendo y toman las imágenes con su celular… La noticia, sin embargo, será mañana, hoy es solo parte del preámbulo.