Ho Chi Minh durante la batalla de Dong Khe en 1950. Autor: Jean Chesneaux Publicado: 21/09/2017 | 05:55 pm
Sabiduría, sencillez e integridad, tres componentes de una personalidad que marcó la lucha anticolonial del siglo XX y sigue siendo legado en el combate de las naciones pequeñas por su independencia y soberanía; alma de un pueblo, y símbolo innegable de su valentía y amor por la libertad.
A ese hombre, que vivió parte importante de su vida en la clandestinidad, se le conoció por muchos nombres. El que obtuvo al nacer el 19 de mayo de 1890, Nguyen Sinh Côn o Nguyen Sinh Cung, y los que se fue dando en los años duros de quehacer revolucionario: Nguyen Tat Thánh y Nguyen Ái Quac. Cuando murió, el 2 de septiembre de 1969, hacía ya mucho tiempo que el mundo entero lo respetaba y admiraba, y lo conocía y llamaba Ho Chi Minh, pero para su pueblo era más natural, espontáneo y familiar nombrarlo: Tío Ho.
En esa encarnación que fue de los anhelos y la determinación de los vietnamitas hay acciones de todo tipo, textos, reflexiones y poemas —como los breves y tiernos recogidos en el cuadernillo verde de su Diario de Prisión—; sin embargo, bien pueden quedar resumidos en la carta a Lyndon B. Johnson. Este texto expresa muchísimo más todo lo que podríamos decir de Ho Chi Minh y de su pueblo:
A su excelencia Lyndon B. Johnson
Presidente de los Estados Unidos de América
Excelencia:
Recibí su mensaje el día 10 de febrero de 1967. Ésta es mi respuesta.
Vietnam se encuentra a miles de kilómetros de Estados Unidos. Los vietnamitas nunca han hecho ningún daño a EE.UU., pero EE.UU. ha intervenido de forma continuada en Vietnam, en abierta contradicción con las promesas realizadas por su representante en la Conferencia de Ginebra de 1954, y ha intensificado la agresión militar contra Vietnam del Norte para prolongar la división de nuestro país y convertir a Vietnam del Sur en una colonia y en una base militar. Desde hace dos años, el gobierno de Estados Unidos mantiene una guerra contra la República Democrática de Vietnam, un país independiente y soberano, con el apoyo de sus fuerzas aéreas y navales.
El ejército de Estados Unidos ha cometido crímenes de guerra, crímenes contra la paz y contra la humanidad. En Vietnam del Sur, medio millón de soldados de EE.UU. y de sus aliados utilizan el armamento más inhumano y las estrategias militares más bárbaras posibles. Usan napalm, armas químicas tóxicas y gas para masacrar a nuestros compatriotas, destruir las cosechas y arrasar pueblos enteros. Miles de aviones de EE.UU. han arrojado cientos de miles de toneladas de bombas sobre Vietnam del Norte, destruyendo ciudades, pueblos, industrias y colegios.
En su mensaje parece lamentar el sufrimiento y la destrucción que sufre Vietnam. Permítame entonces que le pregunte quién ha cometido esos monstruosos delitos. Ha sido Estados Unidos, y sus aliados. El gobierno de Estados Unidos es el único responsable de la gravísima situación que se vive en Vietnam.
La agresión militar de EE.UU. contra el pueblo de Vietnam constituye un desafío a todos los países, una amenaza para el movimiento de independencia nacional y un grave peligro para la paz en Asia y en el resto del mundo.
Los vietnamitas aman profundamente la independencia, la libertad y la paz. Pero se han levantado como un solo hombre ante la agresión de Estados Unidos, sin temor a los sacrificios ni a las penalidades. Están decididos a seguir resistiendo hasta conseguir la verdadera independencia, la libertad y la paz. Nuestra justa causa despierta el apoyo y un fuerte sentimiento de solidaridad entre los ciudadanos de todo el mundo, incluidos muchos sectores de la sociedad estadounidense.
El gobierno de Estados Unidos ha desatado una guerra contra Vietnam y la agresión debe cesar. Es la única forma de restaurar la paz. El gobierno de Estados Unidos debe detener sus bombardeos y todos los demás actos de guerra contra la República Democrática de Vietnam, definitiva e incondicionalmente. Debe retirar de Vietnam del Sur a todas sus tropas, propias y aliadas; reconocer al Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur, y permitir que sean los ciudadanos vietnamitas quienes solucionen sus propios asuntos.
Esta es la base de los cinco puntos que mantiene el gobierno de la República Democrática de Vietnam, y que incluyen los principios esenciales de los Acuerdos de Ginebra de 1954 sobre Vietnam. Es la base de una solución política adecuada al problema de Vietnam.
En su mensaje sugería el establecimiento de conversaciones directas entre la República Democrática de Vietnam y Estados Unidos. Si el gobierno de EE.UU. desea realmente dialogar, debe detener en primer lugar y de forma incondicional sus bombardeos y todos los demás actos de guerra contra la República Democrática de Vietnam. Sólo después de un cese incondicional de los bombardeos y de todos los demás actos de guerra contra la República Democrática de Vietnam, podrán los dos países iniciar conversaciones y dialogar sobre las cuestiones que nos afectan.
Los vietnamitas no se rendirán nunca ante la agresión, y no aceptarán conversaciones bajo la amenaza de las bombas.
Nuestra causa es absolutamente justa. Sólo cabe esperar que el gobierno de Estados Unidos actúe de forma racional.
Atentamente,
Ho Chi Minh