BUCAREST, abril 14.— Pese a las denuncias de Rusia de la violación por Estados Unidos de la convención de Montreux, el destructor norteamericano USS Donald Cook atracó este lunes en el puerto rumano de Constanza, informa PL.
Bajo el argumento de garantizar la seguridad de los socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ante la posición asumida por Moscú en la crisis ucraniana, el navío dotado con el sistema antimisil Aegis permanecerá operativo en la zona.
De acuerdo con la prensa local, el USS Donald Cook deberá relevar a su similar USS Taylor, que ya había prolongado su estancia en la región.
Moscú demandó a Washington respetar lo estipulado en la mencionada convención de 1936, que limita a 21 días la estancia de buques de guerra en el mar Negro de países fuera de esa cuenca.
La Casa Blanca mantiene, además, un portaaviones cerca de las costas de Grecia desde hace varios días con igual argumento, en medio de los planes de la OTAN de incrementar sustancialmente el número de sus uniformados en Europa del este.
El presidente rumano, Traias Basescu, declaró que la presencia del destructor era una reacción de la alianza atlántica por los sucesos en Crimea, donde el pasado 16 de marzo casi el 97 por ciento de la población apoyó en un referendo una reunificación con Rusia.
Moscú respaldó el citado proceso de pronunciamiento popular y de inmediato creó condiciones para insertar a Crimea en la Federación de Rusia, a la cual perteneció hasta 1954, en tiempos de la Unión Soviética, lo que desató una reacción negativa de Occidente.
La presencia del USS Donald Cook en el mar Negro se suma a los planes de despliegue de tropas estadounidenses en Europa del este, declaró Basescu, tras visitar la embarcación de guerra.
El destructor es el primero de una serie de cuatro navíos de ese tipo que serán desplegados para 2015 en la región con sistemas Aegis, el cual permitiría interceptar en la fase temprana de vuelo a misiles balísticos intercontinentales rusos, denuncia Moscú.
La crisis en los nexos entre Rusia y Occidente se agudizó tras el apoyo mostrado por el país euroasiático al proceso de soberanía en Crimea, cuyas autoridades desconocieron el gobierno formado en Kiev en febrero pasado, como resultado de una ruptura constitucional.
Como parte del empeoramiento de las relaciones entre Rusia y las potencias occidentales, el pacto noratlántico trasladó a repúblicas exsoviéticas con costas en el Báltico a al menos seis cazas F-16, mientras reforzó con militares bases en Polonia y Rumania.