Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Crece la angustia de Gaza

La crudeza del bloqueo israelí deja a ese territorio palestino sin combustible, para incrementar la catástrofe humanitaria

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

Los niños en Gaza llevan días atrapados en un lodo pestilente. De las alcantarillas de pozos de registro brotan aguas nauseabundas que amenazan con colarse en sus hogares, llevándoles más enfermedades y penurias de las que ya padecen gracias al bloqueo que le impone el Gobierno sionista de Israel.

Esta nueva catástrofe comenzó a mediados de la semana pasada, cuando por falta de combustible, una de las mayores plantas de tratamiento de aguas residuales dejó de funcionar. Muchos alertaron, pero al Gobierno de Netanyahu no le era suficiente con los apagones de 12 a 16 horas diarias que sufren los habitantes de Gaza desde inicios de mes, cuando la única planta generadora de electricidad se vio afectada.

Para no tener apagones diarios, el enclave costero necesita 300 megavatios; pero solo logra 120 megavatios de Israel, 20 de Egipto y 60 de su planta de electricidad.

La factura energética se disparó desde que Egipto destruyó un 90 por ciento de los túneles en Rafah, desde donde los palestinos lograban burlar el acoso, y por donde les llegaba el diesel enviado con subvención desde El Cairo. Por tanto, Gaza debe comprar ahora el combustible a su enemigo, Israel, a más del doble del precio que pagaba a los egipcios.

No tiene otra opción. Desde junio de 2007, cuando el Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (Hamas), electo democráticamente, ocupó la administración de Gaza, Israel impone un férreo bloqueo terrestre, marítimo y aéreo a ese territorio, de modo que el derecho al trabajo, a la salud, la   educación, entre otros, resultan un lujo.

Gaza ya se encuentra en estado de alerta médica. El Ministerio de Sanidad anunció que en cualquier momento podrían dejar de funcionar 88 máquinas de hemodiálisis, 113 incubadoras y 45 quirófanos.

El bloqueo, como arma de guerra, busca el mismo fin que los bombardeos: borrar de la faz de la tierra, lentamente, a un pueblo que se resiste a la ocupación.

Y ninguno de los socios de Tel Aviv le da un parón al régimen sionista. Ellos también son culpables.

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