Durante la inauguración del CDI se estableció un ameno intercambio entre directivos y pacientes. Autor: Ismael Batista Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
EL LIMÓN, estado de Vargas.— Otro entre los más de 500 centros de diagnóstico integral (CDI), sembrados en todo el territorio venezolano para dar salud y calidad de vida al pueblo, fue inaugurado este miércoles en el sector El Limón, en la carretera de Caracas a La Guaira.
Por ser casi un hecho cotidiano —43 han abierto sus puertas desde el pasado junio hasta la fecha—, podría pasar por debajo de la mesa y ser conocido y celebrado solamente por la población de la comuna Guaicamacuto, donde se alza el centro de salud en medio del barrio humilde, para atender 19 consejos comunales, que agrupan una población de 25 000 habitantes.
Pero este jueves se unieron aquí, junto al pueblo venezolano y sus voceros, gente venida de Cuba y de otros lugares de Venezuela: Fernando Soto Rojas, presidente de la Asamblea Nacional; la doctora Eugenia Sader, ministra de Salud; el embajador de Cuba, Rogelio Polanco; el jefe de las misiones cubanas en Venezuela, Roberto López; y el diputado por el PSUV, Freddy Bernal, entre otros.
Doctor Alberto Granado es el nombre decidido para el bautizo de este CDI, que ya presta servicio desde el 11 de junio. Granado, ese que nació en la Argentina, viajó en moto por toda Latinoamérica en compañía de un grande, Ernesto Guevara de la Serna, y culminó aquel periplo transformador de sus vidas en Venezuela, donde fundó familia y dio salud en un leprosorio que entonces existía en Catia la Mar, y dedicó más de 50 años de su vida a Cuba y su Revolución, cuando acudió al llamado de su amigo el Che.
Alberto Granado tuvo un deseo: que a su despedida de la vida sus cenizas fueran repartidas entre esas tres Patrias. En Cuba se esparcieron en la Escuela de Medicina de la Universidad de Oriente y depositadas en el Mausoleo al Che y su tropa guerrillera en Santa Clara; en Argentina fueron llevadas recientemente a la ciudad de Altagracia. Faltaba la porción de semilla para la tierra venezolana y hasta aquí llegaron Delia, su viuda; sus hijos Alberto, Roxana y Delia; su hermano Tomás; sus nietos y también los sobrinos que nacieron y viven en Venezuela.
Con sentidas palabras en un encuentro más íntimo y personal, y por igual en el acto público a la entrada del CDI, los familiares expresaron su emoción y gratitud, y recordaron la anécdota que nunca dejaba de contarles Granado sobre el Che y que compartía plenamente: luego del azaroso y aventurero periplo por el sur del continente, quien ahora conocemos como el Guerrillero Heroico, le dijo: No quiero ser solo médico de hombres, sino médico de pueblos.
El doctor Alberto Granado quedó en esta mañana de brillante sol, sembrado en un centro de salud obra de la Revolución Bolivariana, y acompaña así a un ejército de médicos cubanos, llegados desde hace ocho años para dar servicios humanos y gratuitos.
Una misión única e inédita, como afirmara el embajador Polanco: «Es la misión de paz más grande que se haya hecho en la historia de la humanidad, y no es exagerar, la mayor misión de paz por la salud, por la vida».
La doctora Eugenia Sader fue la conductora de esta asamblea de pueblo, donde estuvo presente la palabra de la comunidad.
En horas de la tarde, la ceremonia solemne y de vida eterna. La parte venezolana de las cenizas de Alberto Granado, como fue su voluntad, fueron dadas en custodia a la Casa de Nuestra América José Martí, ubicada en el centro de Caracas.
Allí, de nuevo, la emoción del momento, y el recordatorio de que otras ciudades en Venezuela también vieron la obra médica de Granado y piden rendirle tributo póstumo.