Ángeles Diez, Carlo Frabetti, Carlos Fernández Liria, Santiago Alba y Pascual Serrano no son intelectuales que opinan desde una torre de cristal, sino personas que con una sólida obra practican un compromiso activo con las causas populares en todo el mundo, de ahí el valor de sus apreciaciones, avaladas además por su presencia en el lugar de los hechos.
Una grave crisis de legitimidad
Ángeles Diez
El sistema político español acumula desde hace años una grave crisis de legitimidad. El punto de partida de esta crisis está en el proceso de Transición que, en vez de enlazar con la democracia “asesinada” con la guerra civil, da continuidad a una parte importante del franquismo. En el momento de la Transición la izquierda social (movimientos de barrios, bases sindicales, bases de los partidos de izquierda, cristianos de base, movimientos nacionalistas…) cede, hace concesiones, se repliega o se va a sus casas. Todo ello para evitar una nueva confrontación civil. Al cabo de los años la “democracia española” no evoluciona hacia un sistema de mayor participación, de profundización de los derechos políticos y sociales, ni consigue una separación real de poderes ni disuelve la estructura de poder franquista -sólo lo consigue en parte en el ejército, pero no así en la judicatura, ni en la jefatura del Estado, ni en la iglesia-. El aparato franquista y las bases sociales franquistas continuan teniendo un gran poder e influencia política.
La alternancia en el poder del PSOE y el PP ha cerrado el espectro político bloqueando la posibilidad de una democracia real -o por lo menos sin las servidumbres al franquismo-. El PSOE ha tenido la tarea de desmantelar el sistema productivo a instancias de los requerimientos europeos (reconversión industrial en los 80s, desmantelamiento de los sectores públicos…). Cuando la crisis económica se expande se ha agitado el fantasma del franquismo y el PP ha tomado el relevo para avisarnos de que “todo puede ser peor”, es decir, que puede haber menos modales y más represión.
Esta situación se ha prolongado hasta ahora con un punto de inflexión: la crisis económica se ha agudizado y la mayor parte de la población joven y adulta no hemos vivido el franquismo ni sufrimos la transición. Se ha llegado pues a un punto de saturación.
El domingo había un cartel en la plaza que decía “yo voté por Sol”. Las venticinco mil personas que desafiaron la legalidad el sábado en la Puerta del Sol, las miles de personas que pacíficamente se resistieron ayer en la Plaza de Cataluña han introducido una variable independiente en la vida política: hay una parte cada vez más numerosa de la población que ha perdido el miedo y que quiere un cambio real.
Ángeles Diez (Madrid, 1965) Doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, donde ejerce como profesora titular. Miembro del AIRE Comunicación (Asociación de Educomunicadores). Miembro del Consejo Editorial de la revista Pueblos. Autora de numerosas investigaciones en el campo de las Ciencias Sociales y la Comunicación. Ha publicado más de una decena de libros sobre esos temas. Escribe sistemáticamente en numerosas revistas académicas de Europa y en sitios alternativos en Internet.
Ya podemos hablar de un gran triunfo social
Carlo Frabetti
Aunque es pronto para hacer un pronóstico político en el sentido estricto del término, creo que ya podemos hablar de un gran triunfo social. Decía Marx que el resultado más importante de una movilización es la manera en que transforma a quienes participan en ella. Y después de la movilización del 15-M, muchos jóvenes -y no tan jóvenes- no serán los mismos que antes. La confluencia de una serie de circunstancias ha permitido que los logros de anteriores experiencias (movimiento okupa, protesta contra la invasión de Iraq, foros sociales), potenciados por los medios alternativos y las redes sociales, alcanzaran un claro punto de inflexión (o de de ebullición) y dieran paso a una situación cualitativamente distinta y llena de posibilidades. La famosa conversión de la cantidad en calidad. Y viceversa.
Carlo Frabetti es italiano (Bolonia, 1945), pero vive en España y escribe habitualmente en castellano. Escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York, ha publicado más de cuarenta libros, muchos de ellos para niños y jóvenes. En 1998 ganó el Premio Jaén de Literatura Infantil y Juvenil con El gran juego (Alfagura, 1998). Ha creado, escrito y/o dirigido numerosos programas de televisión, como La Bola de Cristal, El Duende del Globo, Ni a Tontas ni a Locas y Tendencias, y ha estrenado varias obras de teatro. Ha creado y dirige las colecciones de divulgación científica para niños y jóvenes “El Juego de la Ciencia” y “La Aventura de la Ciencia” (Ediciones Oniro). También ha publicado numerosas obras para adultos -de ficción y ernsayo- que como las infantiles han sido traducidas a numerosos idiomas. Es presidente de la Asociación Contra la Tortura y miembro fundador de la Alianza de Intelectuales Antiimperialistas.
Veremos muchas Puertas del Sol
Carlos Fernández Liria
Soy de la opinión de que la crisis actual es una fase más de otra crisis que viene de lejos. Desde los años setenta del siglo pasado, el capitalismo no ha cesado de buscar la manera de contrarrestrar el callejón sin salida de su sistema productivo: un sistema obligado a crecer y acumular, en un planeta finito, en el que se van agotando los recursos energéticos y las materias primas. El capitalismo no puede mantener su tasa de ganancia más que acelerando el proceso. Para ello, comenzó en los años ochenta una revolución contra las clases más pobres del planeta, al tiempo que se iniciaba el proceso para desmantelar el Estado del Bienestar y proletarizar a las clases medias. Luego vino la huida hacia adelante del capital financiero y lo que Naomi Klein ha llamado el capitalismo del desastre. El capitalismo no es que ya no se pueda permitir el Estado del Bienestar, es que ya no se puede permitir, ni siquiera, una sociedad que se pueda llamar tal. Funciona mejor en condiciones de desastre social generalizado, por ejemplo, en Iraq. Lo que Galbraight llamó la revolución de los ricos contra los pobres lleva camino de devastar el planeta desde el punto de vista social y ecológico. Estamos al borde de un abismo, pero la única solución capitalista a los problemas del capitalismo es más capitalismo, es decir, acelerar el proceso que nos ha de precipitar en un desastre humano sin precedentes. Se dice pronto: tras un millón de años de existencia, el ser humano, en cuatrocientos años de capitalismo, está a punto de reventar el planeta. El capitalismo ha sido apenas un parpadeo, un abrir y cerrar de ojos, pero está resultando fatalmente suicida.
En fin, lo que está ocurriendo en España es un capítulo cualquiera de este panorama. Vamos a ver muchas Puertas del Sol, muchas Qasbas, muchas Plazas Tahir en lo que se avecina. Los pueblos presentarán batalla, resistirán a esta locura, a esta canallada.
Y esta es mi valoración de la spanish revolution y del resultado de las elecciones. Todo viene a demostrar que se han invertido los términos: los antisistema de la Puerta del Sol son en realidad conservadores, entre otras cosas porque quieren conservar el planeta. También quieren conservar el sentido común, la dignidad, la sensatez, la prudencia. Los que han votado al PP masivamente en las elecciones, en cambio, son los partidarios de la revolución neoliberal, la más cruel, la más destructiva y la más radical que jamás se haya producido en la historia. Hay que pararles los piés, detener esta insensatez, este delirio. Cada vez hay más gente que lo comprende así. Y por eso, pienso que después del verano, se comproborá que la llamada “spanish revolution” no ha hecho más que comenzar.
CarlosFernández Liria (Zaragoza, 1959) Filósofo, escritor, guionista, ensayista y profesor de filosofía Profesor Titular de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, en el Departamento de Metafísica y Teoría del conocimiento. Durante los años ochenta trabajó como guionista televisivo, destacando su participación en el programa La bola de cristal. Además de su labor docente como profesor de filosofía ha publicado varios libros de ensayo -difundidos en España y América Latina- sobre disciplinas como filosofía, antropología y política, además de colaborar en varias revistas y medios de comunicación como Gara, Público, la revista Archipiélago, entre otros.
La repolitización es una revolución
Santiago Alba Rico
Creo que básicamente habría que tratar de responder a tres preguntas:
¿El movimiento 15-M, ¿es una revolución?
Obviamente no lo es: ni ha transformado el sistema ni derrocado un gobierno; ni siquiera ha producido una verdadera confrontación. Y sin embargo, hay contextos históricos en los que el único cambio al que se puede aspirar -y es enorme- es al muy sencillo e inesperado de que ocurra algo. Un milagro es simplemente un hecho que se produce, no contra las leyes de la naturaleza, sino contra las expectativas de la gente y, en este caso, contra la no-esperanza de la gente. El hecho de que no sea ni la derecha ni la Iglesia la que tome las calles, como venía ocurriendo en los últimos años, el hecho de que “demócratas salvajes” se apoderen de las plazas y las conviertan en centros de alfabetización política, es un suceso tan pequeño en sí mismo, tan grande en su contexto, que podemos decir de un modo muy preciso que es la casi-nada en la que empieza -o puede empezar- todo. Y desde el punto de vista subjetivo, hay algo muy sintomático: no es una revolución pero sus protagonistas hablan públicamente de revolución, un término confinado en los libros de historia y en el lenguaje publicitario. La repolitización es una revolución; así lo viven los manifestantes. Y los nombres también introducen cambios, al menos a nivel de la conciencia.
¿El movimiento 15-M es de izquierdas?
Solo potencialmente lo es. Como ocurre en el mundo árabe con las fuerzas izquierdistas e islamistas, este movimiento coge un poco a contrapié a todo el mundo. Que no es de izquierdas lo demuestra el hecho de que a nivel electoral ha perjudicado menos al PP que al PSOE y ha beneficiado a UPyD, un partido autoritario y ultranacionalista, con un discurso democratico muy populista, pero completamente vacío de contenido económico y social. También la fuerte represión -y autocensura- de la terminología política, la insistencia en el consenso, el caracter festivo-autorreferencial dominante en asambleas de composición abigarrada que buscan a toda costa evitar la confrontación (con el sistema al que han desafiado y desafían).
El movimiento 15-M, ¿debe ser apoyado desde la izquierda?
Sin duda. Es una ocasión única, inesperada, felicísima. Porque todo lo dicho en el punto anterior es menos relevante que el hecho de que las calles se han convertido en escuelas; la espontaneidad se ha organizado enseguida en comisiones de trabajo muy serias y muy activas donde todo ese capital de militancia y conocimiento acumulado por la izquierda en las peores condiciones encuentra ahora un auditorio de desconocidos dispuesto a escuchar y aprender. Lo que el movimiento 15-M ha puesto en marcha es un gigantesco proceso de aprendizaje político y organizativo que ahora habrá que radicalizar. Las bases están dadas: pues la reivindicación de democracia real choca objetivamente, no con fraudes, manipulaciones o mentiras (o no sólo) sino con una estructura económica que desactiva el carácter democrático de las instituciones al mismo tiempo que produce efectos sociales y laborales devastadores. La intuición esta ya presente: la idea de que el enemigo de la democracia es el capitalismo. Desmarcarse de todo eso, en las condiciones en que la izquierda anticapitalista se encuentra en estos momentos, minoritaria y casi vencida, sería un grave error. Todo esto no ha hecho más que empezar y tenemos que empezar con ellos; uno no elige las ocasiones, se presentan históricamente en un formato construido a partir de malestares, errores y hasta alucinaciones. Este movimiento es una ocasión; no la que hubiéramos querido nosotros sino la que la combinación de trabajo, azar y descontento nos ofrece. Si el agua de pronto se convierte en vino, contra todas las previsiones, no pidamos además que sea de Rioja; alegrémonos y pongámonos a trabajar para mejorar la cosecha.
Santiago Alba Rico (Madrid, 1960) estudió filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Entre 1984 y 1991 fue guionista de tres programas de televisión española (el muy conocido La Bola de Cristal entre ellos).). Desde 1988 vive en el mundo árabe, habiendo traducido al castellano al poeta egipcio Naguib Surur y más recientemente al novelista iraquí Mohammed Jydair. Fue asimismo guionista de la película Bagdad-Rap (2004) y es autor de una obra teatral, “B-52″, estrenada en 2010. En los últimos años viene colaborando en numerosos medios, tanto digitales como en papel (la conocida web de información alternativa Rebelión, Archipiélago, Ladinamo, Diagonal etc.). Es autor de numerosos libros publicados en España y América Latina, por los cuales ha recibido importantes reconocimientos y premios.
Indignarse no basta
Pascual Serrano
Las protestas que se han desarrollado en España el 15 de mayo suponen un punto de inflexión en la, a mi entender, impresionante capacidad de soportar agresiones sociales de los ciudadanos españoles. Por tanto, son algo muy positivo, sin embargo, sólo muestran la indignación. Es verdad que no es poco, pero, como han señalado desde Pietro Ingrao a Stephane Hessel, indignarse no basta. Hay que organizarse, combatir con un plan preconcebido y adecuado, y mantener la lucha durante el tiempo necesario. Ninguna de estas cuestiones están suficientemente avanzadas, si bien, la fase necesaria e impresindible de indignación se acaba de mostrar.
Cuando Franco intentó dar un golpe de Estado en 1936, los españoles no sólo se indignaron se movilizaron y se enfrentaron. Los indignados deben ahora proponer vías de resolución de sus demandas, no valen las cartas a los reyes magos que cuelgan en las paredes. Deben identificar y abatir a las fuerzas que se oponen a que se cumplan sus justas reclamaciones. Deben establecer formas organizativas que sean operativas. Deben mantener la unidad y deben prepararse para una lucha larga. Nadie les dijo que fuese fácil, sólo es imprescindible para sobrevivir con dignidad.
Pascual Serrano (Valencia, 1964) es periodista y ensayista español. Fue uno de los fundadores y redactor jefe de Voces, una revista editada por Izquierda Unida, desaparecida en la actualidad. En 1996 participó en la creación de Rebelión, sitio web y medio alternativo de información. Durante 2006 y 2007 fue asesor editorial de Telesur y en la actualidad es miembro del consejo de redacción de las revistas Mundo Obrero, El Otro País y Pueblos. Sus artículos aparecen en el diario Público, el quincenal Diagonal y el mensual Le Monde diplomatique. Su libro Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo recibió una mención honorífica del Premio Libertador 2009, otorgado por el Ministerio de Cultura de Venezuela. Es autor de numerosos libros de ensayo publicados en España y América Latina.
Tomado de CubaDebate