Hoy se cumple un mes desde que 33 mineros chilenos fueron atrapados por un derrumbe en la mina San José, en el desierto de Atacama. Autor: Cubadebate Publicado: 21/09/2017 | 05:01 pm
Hoy se cumple un mes desde que 33 mineros chilenos fueron atrapados por un derrumbe en la mina San José, en el desierto de Atacama. Un ejército de médicos y psicólogos batallan con ardor para atenuar los efectos del aislamiento que durará hasta el rescate final, en unos tres meses, según Cubadebate.
Con un calor que supera los 30 grados, una humedad que no baja del 90%, expuestos a posibles accidentes y sin luz natural, el escenario en que se hallan encerrados poco tiene que envidiarle a una representación medieval del Infierno. Para peor, no pueden recibir del mundo exterior más ayuda que la que pueda ser mandada por un tubo de 16 centímetros de diámetro .
“Es un desafío fenomenal”, reconoce Jaime Mañalich, médico y ministro de Salud de Chile. En un apartado del campamento Esperanza nos cuenta que lo primero que hicieron fue dividir las amenazas que enfrentan los mineros en cuatro. Primero las enfermedades de barrera : lesiones cutáneas, oculares y dentales. “Tenían muchas y por eso los vacunamos contra tétanos”, explica.
Las segundas son las gastrointestinales , por la calidad del agua, por la comida, por la suciedad. “Algunos tenían diarrea y cuando empezamos a mandarles alimentos sintéticos se pasaron al otro lado y no podían ir al baño. Ahora que comen comida normal se recuperaron”, cuenta Mañalich.
La tercera son las infecciones respiratorias y por eso fueron vacunados contra influenza, difteria y neumococo. A pesar de las precauciones de asepsia puede ocurrir que algún microorganismo exógeno les pudiera llegar junto con los suministros.
La cuarta área es todo el problema psicológico . “Primero pasaron por un momento de mucho decaimiento, preocupación, ansiedad. Luego fueron encontrados y sintieron euforia. Ahora empiezan a darse cuenta de lo que se viene: un encierro muy prolongado”. Para eso son entrevistados diariamente por teléfono por el grupo de psicólogos para ir monitoreando sus estados de ánimo.
Otro punto que no pasó por alto es el de las enfermedades que podrían sufrir eventualmente estando en la superficie, pero que por estar aislados su tratamiento se vuelve complicado. “¿ Qué pasa si uno de esos ellos tiene una apendicitis aguda , un ataque a la vesícula, un cálculo al riñón, un infarto?”, se pregunta el ministro. Pero se contesta solo: “Hemos desarrollado protocolos para cada una de las situaciones, inclusive para el manejo médico de situaciones que normalmente deberían resolverse con un tratamiento quirúrgico”.
Una pieza clave en todo este andamiaje es Yonny Barrios, nombrado oficial médico de los mineros sepultados. Aprendió a poner inyecciones porque su madre era asmática y diabética, y luego los vecinos lo llamaban como practicante. El grupo de médicos del operativo lo capacitó en curaciones, primeros auxilios, vacunas, tomas de exámenes de sangre, etc. Ahora debe monitorear a sus compañeros cada día y centralizar los cuestionarios sanitarios, los medicamentos y los análisis que les envían. Los esfuerzos llegan de todos lados y hasta la NASA mandó a cuatro expertos en apoyo a personas aisladas. Uno de sus aportes se relacionó con cómo prevenir la depresión y los problemas de la piel que causa la falta de luz natural.
Hasta el rescate, son muchos los desafíos a afrontar. Y aún cuando lo logren, no será el fin de la aventura, pues una vez afuera deberán lidiar con la voracidad de los medios y la codicia de familiares y amigos.